Oporto y el ejemplo metropolitano

A CORUÑA

09 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Si uno coge los datos estadísticos de la freguesía de Oporto, el equivalente al término municipal coruñés, no hay grandes diferencias ni en cuanto a superficie total -41,66 kilómetros cuadrados de la localidad lusa frente a poco menos de 38 de A Coruña- ni en población, con 237.000 portistas y 246.500 coruñeses, aproximadamente. La diferencia radica en el concepto de área metropolitana, la verdadera fortaleza de la segunda ciudad portuguesa. Quizá ahí radique el mayor aprendizaje del encuentro bilateral que el alcalde, Carlos Negreira, acompañado por varios de sus concejales y un puñado de los técnicos más cualificados del Ayuntamiento, como el director general de Emalcsa, Jaime Castiñeira, por ejemplo, han mantenido esta misma semana con sus homólogos portugueses, liderados por el carismático Rui Moreira, una de las sensaciones políticas de la vieja Europa por su singular manera de entender la vida pública.

Portugal, como España, ha sufrido con dureza los embates de la crisis. Los recortes impuestos por la troika han sido especialmente duros en estos dos países, que empiezan a remontar la etapa de recesión a duras penas. A Coruña y Oporto han elegido caminos similares para liderar esa recuperación: captación de inversiones extranjeras, apoyo masivo al I+D+i y potenciación de las industrias culturales, el puerto y la universidad, elementos comunes en ambos puntos de la Península.

Pero la gran lección que transmite Oporto es la capacidad para liderar una gran área metropolitana, la más pujante y productiva de Portugal, que es la que realmente da valor a la capital metropolitana.

Dentro de la gran comarca portista hay 16 freguesías entre las que sobresalen áreas tan potentes como las de Matosinhos, Vilanova de Gaia o Maia, ejemplos de desarrollo compartido de los que también podrían tomar ejemplo municipios como Oleiros, Culleredo o Arteixo, con muchas similitudes en cuanto a usos residenciales, industriales y económicos.

Articular la colaboración. Entre esas 16 freguesías suman alrededor de un millón de kilómetros cuadrados y algo más de 2,7 millones de habitantes que comparten su gobierno en un ente tan sencillo como el de la Cámara de Oporto, la entidad que preside Rui Moreira.

Allí se aplican normas de gobierno conjunto, más allá de que cada unidad administrativa pueda atender sus necesidades directas de forma individual. Pero las grandes estrategias económicas e inversoras salen de un gobierno supramunicipal, que es el que ha liderado la consolidación de Oporto como una de las ciudades más pujantes de Europa.

Ese organismo supramunicipal con capacidad real de dirigir la comarca debería ser una de las prioridades que tendría que salir de las urnas de los próximos comicios locales de mayo. Tras la fallida experiencia de la Mancomunidad, que fracasó por el reparto de votos entre los distintos municipios, y el limitado alcance del Consorcio As Mariñas, cuyas competencias se reducen a la recogida de basuras, la promoción turística y poco más, urge que los ganadores de la cita con las urnas antepongan las necesidades comunes de un área que en un radio de quince minutos en coche tiene más de cuatrocientos mil habitantes y poder así optimizar al máximo las sinergias. Ejemplos de que es posible hay. La EDAR de Bens es una muestra de que esa colaboración es posible. Solo hay que ser un poco generosos con el vecino. Cuestión de amplitud de miras.

Las plataformas se multiplican

A poco más de seis meses para las elecciones municipales, la política local hierve en numerosos municipios y son muchos los que quieren aprovechar el descontento con la vieja política y las siglas tradicionales para pescar en río revuelto. Las tradicionales escisiones de antaño se han traducido ahora en movimientos ciudadanos de distintos pelajes, cuyo futuro en las urnas es una incógnita a estas alturas. A falta de conocer la estrategia definitiva del alcalde de Oleiros, Ángel García Seoane, para alcanzar un acta en la Diputación a través de las siglas de Alternativa dos Veciños u otras, esta semana han dado un paso al frente otros dos nuevos grupos «ciudadanos»: en Sada y Cambre. En los segundos destaca una extraña mezcla entre los simpatizantes de Esquerda Unida, afines a la ortodoxia beirista de Anova, una exconcejala del BNG que abandonó el partido con Xabier Iglesias e incluso algún promotor con antecedentes relacionados con el Exército Guerrilheiro. Ayer mismo se conoció otra nueva plataforma ciudadana, en este caso en Culleredo. Y falta por confirmarse la organización de candidaturas relacionadas con el manifiesto Somos Maioría, que pretende convertirse en clara alternativa a unas Mareas que siguen buscando su sitio en el complejo mapa político local. Y todo ello, pendiente de la decisión final de Podemos sobre qué marca apoyarán.