Ánxela, la «aloitadora» más joven

Patricia Blanco
Patricia Blanco CARBALLO / LA VOZ

A CORUÑA

Jose Manuel Casal

Tiene 15 años y es la primera mujer que se atreve con la rapa de Vimianzo

24 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Ella solo tenía pensado actuar con las tijeras y cortar crines, una vez que el animal estuviese ya dominado por los aloitadores, pero los arrestos le pudieron. Ánxela Arjomil Oreiro, vecina de A Toxa, en el concello coruñés de Vimianzo, tiene tan solo 15 años, pero ya ha inscrito su nombre en la historia de la Rapa das Bestas celebrada el pasado domingo en este municipio. Ni los más veteranos ni el propio alcalde, Manuel Antelo, recuerdan un caso similar: «É a primeira muller e a máis nova», confirmaba ayer. Ánxela no pudo resistirse a la fuerza que desprendía esa lucha milenaria en el curro de Areosa, cuerpo a cuerpo entre el hombre y la bestia que lleva marcada el ansia de libertad que le imprime el Monte Faro. Acabó saltando, ante miles de personas. «Unha vez que estás enriba do cabalo, xa non pensas en nada», confesaba hace unos días. «Eu non contaba con todo isto», admite, por la repercusión que ha tenido su caso. Puede que sea la aloitadora más joven de Galicia, aunque para saberlo habría que llevar registro absoluto de la edad de inicio en la rapa de Sabucedo (Pontevedra), donde sí es habitual ver mujeres y, además, jóvenes. Pese a todo, Iván Sanmartín, miembro de la organización de la cita pontevedresa, cree que Ánxela sí puede merecer ese título, y así lo decía ayer mismo: «Eu penso que tan novos, de 15 anos, aquí non hai».

«Bandido», su caballo

Se refiere a aloitadores de caballos adultos, como fue el caso de la joven vimiancesa, porque lo que sí hay en Sabucedo es una primera parte del curro, con potros, donde niños y adolescentes se van iniciando: «Pero xa cos outros cabalos, creo que de 17 e 18 para arriba». A Ánxela le hizo falta la firma de sus progenitores para poder entrar al curro, y siente orgullo por haberlo hecho. Ni un rasguño y lista para la próxima. Monta a caballo desde niña, como también hizo su padre de joven y como hacen algunos de sus tíos y primos. Recibió el apoyo de los demás aloitadores varones el día de la rapa, la animaron y respaldaron, e incluso accedió a nociones de por vida sobre los trabajos de rapado de la mano de uno de los más veteranos, José Trillo. Ánxela sabe que hay quienes critican la práctica de la rapa, pero desde su vocación de veterinaria de equinos -cursará bachillerato el próximo año-, desde su pasión y cariño por los caballos y desde su juventud, no ve agresión en la fiesta: «Eu penso que non lle facemos dano, é normal que non queiran dominarse, pero o pelo hai que cortallo». En el recuerdo quedan mujeres como Palmira Moreira, aloitadora de Sabucedo, quien saltaba al curro en un tiempo en el que los hombres tenían otra lucha distinta en la vida: la guerra.

Bandido es el caballo que sabe de la pasión de Ánxela por la equitación. Llegó a su casa después de Mora y Linda -antes tuvo ponis-, hace cuatro años. Tenía esa edad precisamente cuando tuvo que recibir puntos de sutura en la cabeza después de haber comprobado que, no por ser el animal más pequeño, tiene menos bravura. También sufrió caídas, pero nada la ha echado atrás. Pasea cada día con Bandido y espera ya por la próxima rapa. Un año. Claro que irá. Detrás de la fiesta del curro de Areosa, como ella reseña, hay mucho trabajo, y ahí quiere estar. La Costa da Morte ha labrado su tiempo con coraje, fuerza e instinto, con nombres como el de Ánxela, que cambian rumbos.