
Su nombre está unido al de la moda gallega. «Yo no diseño nada, solo gestiono», aclara José Antonio Conde Mojón, propietario de la firma Alba Conde y presidente de Cointega (Confederación de Industrias Textiles de Galicia). Charlamos en su lugar favorito de A Coruña, la plaza de Vigo. «Tiene algo especial, al igual que las calles de alrededor», comenta. Habla con mesura y un toque retranqueiro y tan solo se altera un poco cuando en la conversación sale el inevitable tema de la crisis. «No hemos salido y va a tardar tiempo en digerirse. El paro no baja y el empleo que se genera es de mala calidad. Hasta que aumente el poder adquisitivo de la gente lo único que podemos hacer es esperar a que cada año sea mejor que el anterior», reflexiona este hombre que da empleo a 50 personas y cuenta con seis tiendas propias y cinco franquicias. «El objetivo es abrir más, apostar por el mercado internacional y centrarse en el posicionamiento de la marca», analiza.
Persona normal
Nació en Santo Estevo, un pueblo a escasos kilómetros de la localidad ourensana de Allariz. «A los 3 años ya estaba en A Coruña. Mis padres vinieron a trabajar en la lejía y en carpintería», recuerda. Estudió en el colegio Dequidt y más adelante peritaje y profesorado mercantil en la antigua Escuela de Altos Estudios Mercantiles. Habla maravillas de un profesor que le marcó, José Ramón Docal. «Fue mi mejor maestro y nos buscó trabajo a la mayoría», relata. Nada más acabar la carrera empezó a trabajar en Astano en el departamento financiero. Allí estuvo cinco años antes de pasar a la empresa de material de construcción Cándido Riveiro. «Mi siguiente destino fue Caramelo, hasta entonces nunca había tenido contacto con la moda. Estuve nueve años y dejé el cargo de director general cuando murió José Antonio Caramelo», relata. Fue entonces cuando creó la empresa actual. «Fue en 1989 o 1990. No sé, para las fechas soy un desastre», confiesa José Antonio, de 64 años. «No quiero saber nada de cumpleaños. El futuro se construye día a día. No me como el coco con el mañana. Me jubilaré cuando pueda, le voy dando paso a mi hijo», reflexiona. Su hija Alba tiene 36 años y Pablo 32. Asegura que tiene poco tiempo libre y que su válvula de escape es viajar aunque «es al mismo tiempo placer y negocio porque voy a ver cosas que me interesan por trabajo». Dice que no es de vicios, ni tiene una comida que le guste más que otra, ni grandes defectos ni grandes virtudes. Su única afición es ir a ver al Dépor. «Soy una persona normal, que a veces es lo anormal en este mundo».
Las parkas
Mientras apura un café con leche hablamos de moda. «Siempre me compro la ropa yo, nunca me la compraron. Me gusta vestir juvenil, ir a la moda, pero adaptado a la edad que tengo», asegura este coruñés al que es más fácil ver con unos vaqueros rotos que con traje y corbata. Dice que la gente de A Coruña viste bien y que cuando ve a alguien con una prenda suya la reconoce enseguida. De Amancio Ortega destaca «su claridad de ideas y una visión del negocio increíble». Antes de despedirnos le pregunto por su prenda favorita. «Hacer una parka bien es difícil. Parece fácil, pero no lo es», sentencia Conde.