
Circulan por la comarca coruñesa historias de meigas, mouras, serpientes y tronantes. Algunas se mezclan con la religión, otras con la fantasía y otras con la historia, pero han ido pasando de generación en generación hasta llegar a hoy teñidas de misterio
08 nov 2016 . Actualizado a las 19:27 h.En el imaginario colectivo de la comarca coruñesa habitan hadas que no llevan varita mágica, sino que se llaman mouras, como la de Coirós, y desean ser desencantadas en fuentes, furnas y dólmenes. El que lo consigue, se lleva el misterioso tesoro, pero ¡ay del que no sepa responder correctamente a sus preguntas!: arrastrará o mal de ollo de por vida. Los mayores del lugar cuentan también historias del tronante (o escoler), ese ser fantástico promotor de las tormentas que destrozan las cosechas, como dicen que ocurrió en Santaia de Probaos (Oza-Cesuras). En las brumosas noches de niebla todavía se escuchan relatos protagonizados por la Santa Compaña -pregunten por ello en Bergondo-, haciendo a los vecinos de más edad acreedores de los espíritus que vagan por la carballeira o de las almas en pena que recorren los caminos.

En nuestras leyendas hay historias de ánimas, fuentes milagreiras (la Fonte da Virtude de Culleredo cura ese mal llamado sombra), gallinas de huevos de oro (como la del encanto de Lañas, Arteixo), manos con poderes sobrenaturales (para muestra el caso de la man branca que chamaba polos vivos en Almeiras, Culleredo), además del sempiterno culto a los muertos, un gran respeto por las fuerzas de la naturaleza y numerosas manifestaciones del poder mágico de penedos y castros. En el de Meirás se dice que hay un tesoro enterrado bajo una piedra y hay una parte hueca de la que sale una música en las noches de luna llena. Sea todo esto realidad o superstición, historia o leyenda, recopilamos algunas de los relatos protagonizadas por seres mitológicos que han tenido como escenario determinados lugares de la comarca coruñesa.
En el Diccionario dos seres míticos galegos, editado en el año 1999 por Xerais con Xoán R. Cuba, Antonio Reigosa e Xosé Miranda como autores y Lázaro Enríquez como ilustrador, se relatan fantásticas historias de olláparos, xacias, lobishomes, trasnos y se señalan, también, los lugares donde las bruxas e bruxos se reunían de noche, «presididos polo demo» para hacer sus aquelarres. «En Galicia también se llama Parlamento de meigas». Una de esas localizaciones es el monte de A Espenuca (Coirós), que, según esta publicación, era «onde as meigas da Terra Chá aprendían a voar».
Uno de los principales estudiosos de las leyendas tradicionales gallegas es Leandro Carré Alvarellos. Este etnógrafo, dramaturgo y periodista coruñés acostumbraba a pasar los veranos en Sergude (Carral) y allí fue donde escuchó de niño muchas de los cuentos populares que luego sumó a los que siguió recogiendo, ya de adulto y durante toda su vida, por las cuatro provincias gallegas y que acabó publicando en «Las leyendas tradicionales Gallegas» (editado por Austral Narrativa en el año 1977). En un relato de Carré Alvarellos recogido en Almeiras (Culleredo) se narra un suceso escalofriante sobre a Man Branca. Una mujer que pide a algún alma ayuda para levantar el cesto donde tendrá que transportar la leche para venderla, ve cómo es un caballero quien la ayuda. Sin embargo, la mano fría, muerta y sin sangre de ese caballero aparece entre los enseres de la señora, que acaba falleciendo. «Chamáraa a Man Branca».
La infanzona de Mesía
«En Mesía se conservan los restos de un castillo que perteneció a don Vasco Arias», escribe Carré Alvarellos en otro de sus relatos. Su viuda, la infanzona Laura de Rioboo, estaba enamorada del trovador Juan Rodríguez de Padrón. Después de algún tiempo de disfrutar de las mieles de la infanta, el hombre se enamoró de otra mujer más hermosa y jovial, una de las doncellas del castillo. Enojada hasta el extremo, la infanzona ofreció una bolsa de doblas de oro al alcalde si daba muerte a aquella mujer, pero este se negó. Así que acudió a su primo, el hidalgo Lope Peres de Senra y le ofreció casarse con su hija y heredar sus bienes si le traía la cabeza cortada de la joven. Al caer la noche, Don Lope apareció con el encargo resuelto, pero resultó que la aborrecida rival de la infanzona era su propia hija. Según cuenta la tradición, don Lope Peres de Senra se acabó convirtiendo en el señor del castillo.

Mouras, los seres más presentes
La intercesión de las mouras está presente en numerosas leyendas tradicionales de la zona. Incluso hay una canción popular gallega que tiene que ver con ello: Unha vella no tempo dos mouros/ fixo da cona unha praza de touros/ E fixo ben, e fixo ben / na súa cona non manda ninguén. Según el historiador Andrés Pena Graña, «la moura buscaba un marido para casarse con él y hacerlo rey. Cuando moría el rey, buscaba otro. Por eso, la iglesia católica la convirtió en una especie de prostituta, que se acostaba con todos, pero el pueblo gallego la absolvió», como dice la letra de la canción. A pesar de que la iglesia optó por representar a estas mujeres con los genitales expuestos en los canzorros de las iglesias, los gallegos siempre miraron con simpatía las historias de mouras: «La iglesia no pudo convertirlas, como pretendía, en una especie de malas mujeres. A día de hoy, son los seres mitológicos más importantes de la historia de Galicia».
A «Raíña das serpes» claudicó en Paderne
Los animales, en general, y las serpientes, en particular, están muy presentes en las leyendas de la comarca. El Diccionario dos seres míticos galegos cuenta la historia de la Raíña das Serpes, que sucede en la comarca: «Na localidade de Paderne houbo, en tempos de Maricastaña, unha invasión de serpes. Os veciños tiveron que acudir, para acabar con tantísima cobra, a uns frades de Betanzos. Suponse que os frades rezarían, pero un deles, que antes fora militar, argallou ademais un estaribel para coller na súa furada real á mesma Raíña das Serpes. Púxolle como isca unha oca e a monarca das cobras picou. O frade fíxose coa pedra negra que todas levan na cabeza e mandou engarzar a pedra nun anel que despois lle ofreceu á Virxe María». Cuenta la leyenda que la imagen de la virgen que había en una ermita de Paderne llevaba en la mano el anillo con la piedra de la Raíña das Serpes. No se sabe cuando, pero la imagen y el anillo desaparecieron.