El café Barr expone una colección de fotografías antiguas que recuerda muchos vestigios perdidos. En El Comarcal juntamos a algunas de sus protagonistas
08 mar 2017 . Actualizado a las 20:51 h.Aunque las fotos son en blanco y negro, eran tiempos a todo color. Hay un Arteixo nostálgico, de los cincuenta, sesenta, setenta… cuando el paso de un coche era un acontecimiento. Cuando los juegos de los niños le vencían la batalla a un tráfico que aún estaba por llegar. Tardes de meriendas, de hijos que se dejan en casas ajenas con la confianza de una familia, de penas y alegrías compartidas, de fiestas en las que se bailaba de verdad, días felices donde las redes sociales era ponerse al día del vecindario a golpe de calceta. Repetimos: tiempos a todo color.
Y aún puede recuperarse ese Arteixo vintage a golpe de vista. Está en una pared del café Barr, en la rúa de Arousa número 3. Allí se ha instalado una exposición permanente con recuerdos recuperados en forma de fotografía gracias a la labor del historiador y escritor Xabier Maceiras y el responsable del local, Luis Núñez.
En El Comarcal hemos juntado a varias de las protagonistas de las fotos, adultas hoy, niñas entonces. Y juntas comienzan a hilar recuerdos, a enlazar historias, a echar de menos a quien también es retratado pero ya no está, a colocar casas donde entonces asomaban fincas. En definitiva, a hacer vivos los recuerdos. «Esta es una vista desde el monte da Penouqueira, en esa foto yo tenía 13 años». Maribel Otero tiene Arteixo en la cabeza. Y en el corazón. Por eso no es casualidad que ese mismo monte aparezca en un cuadro pintado por ella. «En aquellos tiempos Arteixo era un sitio muy divertido, había un ambiente muy bonito».
«Hoy, cada uno a lo suyo»
¿Le caben dudas de que cualquier tiempo pasado fue mejor? «Hoy cada uno va a lo suyo,… ¡de aquellas teníamos cine!». También tiene un halo de historia el retratista de la joven Maribel desde el monte da Penouqueira. «La foto me la hizo un primo, Carlos Suárez, era el mismo que le hacía el cine a Franco en el pazo de Meirás cuando venía en verano», recuerda Maribel.
Marina Álvarez aparece en la zona de Candame. Entonces, 17 años. «Eran tiempos muy bonitos, mejor que ahora. Jugábamos en la carretera sin problema ninguno, pasaba un coche cada hora». En la misma foto estaba Sara Álvarez, con apenas dos añitos. «Íbamos a la Travesía a jugar al brilé y María iba con un novio…», suelta con tono pícaro.
En otra fotografía Fina Sanjurjo aparece sola caminando por la avenida de Fisterra a la altura donde hoy se levanta Pescanova. Aquel era un Arteixo rural, con el polígono de Sabón a medio gas y, de nuevo, sin coches. «Un poquito más arriba había una fábrica de vinagre, creo recordar, pero la mayoría eran leiras de labranza». También eran tiempos del trolebús, ese medio de comunicación muy popular entre A Coruña y Carballo.
La peatonal con coches
María del Pilar López es la más joven del grupo. Aparece retratada en lo que hoy es la calle peatonal. Y cuesta creerlo. Aquí hay coches aparcados y un desorden de parcelas construidas como la boca de un viejo, el caos urbanístico en plena efervescencia. Pero tiempos felices también. Con ella aparecen sus primos Carlos y Nando. Se irrita al ver los árboles que ya no están y habla, aunque no es motivo de la fotografía que ella protagoniza, de O Río, así llamado el lavadero, y el abandono de la capilla que se alza próxima al balneario.
Así, durante una hora las cinco resucitan un Arteixo con alma. Vuelven a sus quehaceres, pero las fotos se quedan como vestigio de unos tiempos felices sin móviles y con heridas en las rodillas. El hostelero Luis Núñez invita a todos sus vecinos a que este rincón del Barr se quede pequeño. «Xa teño outras 17 fotos para colocar, ocorréuseme facer este pequeno recuncho para reivindicar a memoria de Arteixo, un modesto museo vivo», explica Luis, ayudado por la labor de recopilación de Xabier Maceiras, también ideólogo del proyecto. «Intentemos facer un exercicio de nostalxia do Arteixo de varias décadas do século pasado», explica Maceiras, quien también ejerció de concejal en el municipio. «Hai que darlle a volta á tortilla: o Arteixo actual é coñecido por Inditex, pero hai que reclamar os valores do Arteixo de antes, daqueles tempos que tamén foron moi bonitos e a xente escribía a súas vidas e, ao mesmo tempo, a vida de Arteixo».