
Una película siempre te lleva a otra. No es casualidad que Dane DeHaan, el chaval protagonista de «La cura del bienestar», venga a ser una versión sombría de un mozo Leonardo DiCaprio
31 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Una película siempre te lleva a otra. No es casualidad que Dane DeHaan, el chaval de la serie En terapia y protagonista de La cura del bienestar, venga a ser una versión sombría de un mozo Leonardo DiCaprio. Su personaje de joven ambicioso, traumatizado por el suicidio del padre -como él, un juguete roto de Wall Street-, es enviado por los gerifaltes de una compañía inversora a buscar a otro ejecutivo que se ha retirado en una clínica de los Alpes suizos. DeHaan llega allí como lo hacía el policía DiCaprio en la Shutter Island de Scorsese, angustiante isla de lunáticos.
Tampoco es producto del azar que el enfermero encargado del tanque de vacío de La cura... esté leyendo La montaña mágica de Thomas Mann, también crónica de un hombre que va de visita a un sanatorio de los Alpes. Sí, la Europa prebélica estaba enferma. Y eso nos lleva, por los erráticos meandros de la asociación, hasta el clásico El gabinete del Doctor Caligari, otro paseo por un manicomio, donde los locos eran los médicos, custodios de pacientes sanos, preludiando así la llegada del nazismo. «La enfermedad es la cura», escuchamos en algún momento de la película que nos ocupa.
Gore Verbinski, director de las tres primeras entregas de Piratas del Caribe y de excentricidades como Rango y El Llanero Solitario, es buen creador de imágenes impactantes. Y, al respecto, La cura... está bien surtida, con ese inquietante sueño-premonición de la frágil chica Mia Goth, sumergida en una bañera llena de anguilas. Y en la clínica frankensteiniana reina una atmósfera ominosa de notable presencia y belleza neogótica.
Pero lo cierto es que, al final, siempre tendente a pasarse, Verbinski no ha sabido frenar. Como suele suceder, mientras solo se sugiere, la película funciona como una perfecta maquinaria de intriga morbosa. Y, sin embargo, ya todo parece cachondeo cuando nos encaminamos hacia al desenlace, con soluciones más propias de un filme de terror de serie B: doctores locos tipo Vincent Price, dentistas torturadores a lo Marathon Man, líquidos amnióticos de Coma y delirios de una Casa Usher de baratillo. Lástima.
«A Cure for Wellness»
EE.UU.-Alemania, 2016.
Director: Gore Verbinski.
Intérpretes: Dane DeHaan, Jason Isaacs, Mia Goth, Ivo Nandi, Adrian Schiller, Celia Imre, Harry Groener, Magnus Kreper.
Thriller. 144 minutos.