
La escuela Presto Vivace se convierte en Conservatorio de Música Moderna
11 sep 2017 . Actualizado a las 12:14 h.En Presto Vivace están de celebración. Esta escuela de música que dirige Cristina Goás acaba de ser reconocida como Centro Autorizado de Enseñanzas Artísticas Profesionales de Música, lo que le permite, como conservatorio, expedir la titulación oficial en música moderna desde este mismo curso.
-¿Qué supone para Presto Vivace convertirse en Conservatorio de Música Moderna?
-Supone un gran avance académico, porque el poder titular el grado elemental y profesional en música moderna es sumamente importante para el futuro de los alumnos, ya que les abre muchas posibilidades dentro del mercado laboral.
-Hay que especificar que se trata de música moderna...
-Sí, porque ya hay otros conservatorios en la ciudad que cubren una función clásica. Queríamos innovar, estar actualizados y en vanguardia, y por eso hemos escogido la opción de música moderna, que además es la que más están demandando los jóvenes. Todo obedece a la modernización de la enseñanza, que se va ajustando a la realidad social actual. Es otro paso más, como cuando se creó la titulación de Jazz. Pero todo con el debido rigor. Y es una opción, porque seguiremos manteniendo la formación no reglada.
-¿En qué consiste esta titulación oficial?
-Está dividida en dos ciclos. El primero es el grado elemental, que son cuatro años. Y después el profesional, que son seis cursos. Y con diferentes especialidades, para abarcan todo el conjunto instrumental: percusión y batería, teclado, piano, guitarra y bajo eléctrico.
-¿Tener esta opción ha supuesto muchas exigencias?
-La normativa es complicada. Los profesores tienen que tener la titulación superior, y los procesos administrativos son duros y exigentes. Pero el plan de estudios tampoco creas que va a variar mucho. Se asemeja bastante a lo que veníamos haciendo.
-¿Cuándo comenzarán a impartir esta titulación?
-Este mismo curso. De hecho ya hemos convocado las pruebas de acceso, para empezar ya en octubre con el curso, que es cuando se incorpora el grueso del alumnado.
-¿Esperan mucha demanda?
-Los estudios musicales siempre fueron muy atractivos para los padres, pero también tienen que serlo para los hijos. Por eso dejamos que vengan a probar, que sepan lo que van a hacer, en qué consiste el mundo del aprendizaje musical. A los padres les puedes hablar de los grandes beneficios que tiene la música y el baile, pero a los niños les tiene que gustar.
-¿Y les gusta?
-Les encanta. En cuanto un niño ve la batería, alucina, es un flechazo, a pesar de la cara de terror que suelen poner los padres. Pero pasa igual con una guitarra eléctrica o con un piano, se enamoran de la música enseguida. Es muy fácil que la música conquiste a los niños, no hay que insistirles demasiado, es un proceso natural.
-¿Hay una edad mínima para empezar con la música?
-Tenemos niños de tan solo tres años. Bueno, incluso hay una clase maravillosa que es la de estimulación de bebés, a la que también acuden mamás embarazadas. Luego están los pequeñitos que empiezan con música y movimiento, que es como una preiniciación musical, y después ya pasan a los lenguajes musicales propiamente dichos.
24 años de crecimiento. Poco se parece Presto Vivace actualmente a aquella pequeña escuela de música que nacía hace 24 años: «La plantilla creció mucho en estos años. Ahora somos unos treinta profesores, porque tenemos otras escuelas exteriores desde el 2010 en Carral y Cerceda. Y con todo esto del Conservatorio, espero que todavía crezcamos más. Eso siempre es bueno, son puestos de trabajo para músicos», asegura Goás.
«Cualquiera vale para la música, tampoco se trata de terminar siendo un Baremboim»
Presto Vivace lleva 24 años enseñando música en la ciudad.
-¿Cómo empezó la escuela?
-Todo nació de un grupo de estudiantes del Conservatorio que buscábamos ofrecer una enseñanza más personalizada. Las artes son complicadas y los profesores quieren prestar a cada alumno más dedicación. Pero no les es posible, porque no hay tiempo para eso. Así que nos juntamos varios titulados y empezamos a trabajar en un programa de estudios que fuese lo más asequible posible. Acababan de nacer las escuelas de música y danza en 1993, y nosotros quisimos aportar nuestro grano de arena. Sabíamos lo que era estudiar música y cómo creíamos que debíamos inculcársela a los niños, con una atención más individualizada.
-Y funcionó.
-Funcionó, pero luego fue cambiando todo muy rápido y con los años fuimos variando la perspectiva y amoldándonos a las nuevas tendencias. Fue un proceso continuo, porque hubo una eclosión de la música muy fuerte en un momento dado, y mucha gente se puso a tocar instrumentos y a cantar.
-¿Hay que tener un don especial para tocar un instrumento?
-Hay niños con una predisposición especial, que ya los ves. Pero el único requisito real es que te tiene que gustar la música. Después las habilidades y las destrezas se educan y se enseñan. Vale que hay talentos naturales que da la impresión de que vienen prácticamente hechos, con cualidades como el oído absoluto o una sensibilidad especial. Pero cualquier niño puede sacarse su carrera de música. Además, tampoco tienen por qué terminar siendo todos un Baremboim. El objetivo es esforzarse, disfrutar y tocar, nada más.