En 1843 se realizó el último ceremonial tradicional de proclamación y juramento a los reyes de España
15 ene 2018 . Actualizado a las 22:39 h.«¡Coruña! ¡Coruña! ¡Coruña!», en voz alta gritó el regidor que portaba el pendón real. Y siguió voceando: «Por la señora doña Isabel II, reina constitucional de España, que Dios guarde». Inmediatamente, el jefe político (antecedente de los gobernadores civiles) respondió: «¡Viva la Constitución! ¡Viva la reina!». Eran las 11.00 horas del día 1 de diciembre de 1843.
Estaban en la plaza de la Constitución, en un tablado construido delante de la fachada del palacio de Capitanía. Los acompañaban el capitán general, el alcalde y demás autoridades civiles, militares y eclesiásticas; también el clarín, los maceros y los reyes de armas que, previamente y desde las esquinas, habían llamado la atención de todos. En la plaza formaban las tropas de la guarnición y de la Milicia Nacional en uniforme de gran gala. De seguido, acompañados de banda de música y tropas, repitieron la misma ceremonia delante de la casa de Correos y del Ayuntamiento. Fue proclamada tres veces como mandaba la tradición.
Los actos y festejos duraron tres días, siendo narrados por la prensa. Al amanecer del 1 de diciembre, con el primer disparo de artillería, hubo repique general de campanas y salvas en los fuertes. Gaitas y tambores, repartidos por distintos puntos de la ciudad, tocaron, respectivamente, a la alborada y diana, acompañados con estampidos de cohetes voladores. Después, multitud de gente concurrió a los tres lugares donde se realizó la proclamación: celebraban que Isabel II había sido declarada (el 8 de noviembre) anticipadamente mayor de edad (con 13 años), había jurado la Constitución progresista de 1837 y empezaba su reinado.
Fuegos de artificio
Por la tarde, los gigantones, acompañados de gaitas, salieron a recorrer las calles y hubo también danzas del gremio del mar en las plazas. En la noche, a partir de las ocho, con bombas y repiques, los principales edificios se iluminaron y bandas de música tocaron en los tablados levantados; en los descansos se dispararon fuegos artificiales, estando las calles repletas de gentes. Al día siguiente, de nuevo a las once, en la iglesia de San Jorge se realizó el juramento de las autoridades de obedecer y ser fieles a Isabel II como reina constitucional. Fue seguido de un solemne Te Deum, compuesto por el maestro Francisco Porcell, y cantado por la compañía lírica que estaba en la ciudad. También juraron las tropas de la guarnición y de la Milicia Nacional con sus mandos, formadas en la explanada de las murallas derribadas, con las correspondientes descargas de artillería. Más tarde, en columna de honor, desfilaron en los Cantones. Por la tarde y la noche se repitió el programa del día anterior con gigantones, danzas, iluminación, bombas, repiques, músicas, cohetes y levantamiento de un globo aerostático. En el tercer día se repitieron los mismos actos festivos. A mayores hubo una función militar en la plaza de la Constitución, con misa y bendición de banderas, y a la noche un baile de máscaras en el Teatro Nuevo (hoy Rosalía de Castro). Fue la última vez que se hizo la proclamación y juramento tradicional a los reyes.