Las últimas actuaciones descubrieron la monumentalidad del yacimiento
14 may 2018 . Actualizado a las 13:47 h.Hay coruñeses hartos de ver pasar el domingo desde el sofá que jamás pisaron el castro del Elviña. Pudiera que antes hubiera motivos, pues poco había que ver más allá de una torre de alta tensión que hacía sombra a unos muros de piedra descubiertos por hombres y mujeres que con más pasión que recursos arrancaron tierra hasta con las uñas para sacar a la luz cómo eran las ciudades en época de Jesucristo. Prueba del estado de abandono es lo que se llegaron a encontrar los primeros arqueólogos, agujeros hechos en los muros por la mano del hombre moderno para anclar barbacoas.
Pero hoy no hay excusas. Los últimos trabajos realizados durante 7 meses y recientemente concluidos que costaron 630.000 euros ya están para ser visitados. Ahora es todo distinto y mejor. Se habla incluso de que el Castro de Elviña sea para los coruñeses como «su» torre de Hércules, de crear un acceso al yacimiento desde la tercera ronda y multiplicar las visitas.
Por el momento, la arqueóloga y guía del yacimiento, María Cillero, espera a las puertas del castro todos los domingos al mediodía para que la gente se dé contra la pared por no haber ido antes. Ayer fue la primera visita guiada tras las últimas actuaciones que han dejado al descubierto la monumentalidad del estos restos arqueológicos.
María Cillero les contó que pese a las dimensiones que hoy tiene el yacimiento, solo se ve el 20 %, que es un lugar fortificado de la edad de hierro con tres murallas que rodeaban a una población cercana a las 2.000 personas y que se comenzó a poblar en su parte más alta, conocida como croa. También lamenta que haya estado durante tanto tiempo «arrasado» y sin cuidar. Desvela, además, que alrededor del recinto elevado y central se levanta otra muralla, ya del siglo II y de la época romana, donde se encontraron muchísima cerámica, trozos de armas, molinos de mano y hasta joyas.
Ahora el visitante entra al yacimiento por donde lo hacían los que lo poblaron, por una de sus puertas. Y aunque descubren que todavía falta por retirar una línea eléctrica que cruza el recinto central, la guía los tranquiliza al anunciar que han prometido su retirada de manera inmediata.
Castillo de San Antón
¿Y dónde están todas esas diademas de bronce que se encontraron, ese collar de 13 cuentas, una gargantilla, los molinos de mano, ánforas y hasta un gran pene de piedra al que veneraban como símbolo de la fertilidad? Todo está en el castillo de San Antón, que es a donde llevan los arqueólogos todos los objetos que encontraron hasta la fecha en el yacimiento.
En todo lo que es el castro, según explica María Cillero, se aprecia su evolución histórica. Desde las viviendas circulares y pequeñas que se aprecian en la croa, a las rectangulares que se levantan en la zona baja, donde incluso se descubre que las casas estaban cubiertas por teja, no con paja, madera y barro, como las primeras.
En resumen, estas últimas actuaciones dejaron al aire libre la monumentalidad de la entrada de la zona sur, que había sido descubierta en el 2013 durante las excavaciones que dirigió Fidel Méndez. Es precisamente por este lugar por donde los arqueólogos consideraron que deberían comenzar las visitas guiadas, puesto que permitiría imaginarse cómo era el asentamiento en su esplendor.
Restauración de elementos y nuevas excavaciones
Los trabajos de campo, que comenzaron en septiembre del 2017 y tuvieron una duración de siete meses, consistieron en la consolidación y restauración de los elementos existentes, así como en la ampliación de la excavación en lugares puntuales para ayudar a comprender las zonas abiertas de la estructura. La intervención transformó la excavación en un yacimiento arqueológico comprensible para todas las personas, ya que ahora permite entender la evolución del poblado desde las fases más antiguas, así como las ocupaciones puntuales que tuvo en la ladera sur tanto en la época romana como tardorromana.
Tal y como explicó el director del proyecto, López González, se trató «de una actuación muy compleja» que tenía como finalidad «estabilizar los restos deteriorados de un yacimiento en el que se excavó desde hace muchas décadas para que perduren, así como obtener más datos de un lugar que puede trasladar mucha información de los procesos que acontecieron en la ciudad, pero del que aún desconocemos parte de su historia».
Así, tras realizar una diagnosis previa de las estructuras del lugar, se levantaron los rellenos de intervenciones anteriores y se analizaron los muros, además de corregir algunas restauraciones de actuaciones. A continuación, el equipo hizo réplicas de los pavimentos originales sobre las zonas de habitación y simuló una reconstrucción de las zonas de vivienda y de la muralla. El proyecto contempló también nuevas intervenciones en las tres entradas documentadas del castro de Elviña.