Una marea blanca sacude María Pita para protestar por la eliminación de la alfombra del Rosario
A CORUÑA
Cientos de personas piden explicaciones por la limpieza que se llevó por delante un emblema de las fiestas de la ciudad
24 abr 2019 . Actualizado a las 21:56 h.Armados con claveles blancos, -los mismos que retiraron los efectivos de limpieza de la alfombra floral en honor a la Virgen del Rosario en la madrugada del domingo-, cientos de vecinos se concentraron ayer en la entrada del consistorio coreando consignas como la de «dimisión» o «Xulio, cobarde». El alcalde, que llegó antes que los manifestantes, no se personó para atender las reclamaciones, pero sí la concejal de Medio Ambiente y Limpeza, María García Gómez. La edil, con otros miembros del ejecutivo local, quiso explicarse ante el presidente del colectivo Faro de Monte Alto, responsable de la ornamentación floral. «Es un sabotaje, un atentado lo que hicieron con el tapiz», se despachó ante la prensa Antonio Gómez Bellón después de departir con la edila.
El portavoz de la asociación, que reconoció que canceló él, «por falta de tiempo», la reunión prevista para ayer con la edila de la Marea, descartó la posibilidad de un malentendido con Cespa, la concesionaria encargada de la limpieza, «creo que fue intencionado». Con él llevaba la denuncia presentada contra Xulio Ferreiro. «Era un día muy importante», destacó dando gracias a los presentes, «no me lo esperaba». Además del disgusto, «cuando vi aquello, me quedé sin habla», Bellón hizo hincapié en los 10.000 claveles que se echaron a perder y en las horas de trabajo invertidas en un tapiz que nunca vio la luz. «Empezamos a las 17.00 horas y terminamos a las 3.00», subrayó María Calvo, una de las voluntarias.
No faltaron a la convocatoria las religiosas de María Inmaculada. «Solo pedimos que se respeten nuestras creencias», dijo Elvira, una de ellas. Tampoco las populares Rosa Gallego y Beatriz Mato, candidata del PP a la alcaldía. Ambas se sacaron fotos con los manifestantes delante de los claveles incrustados en la fachada del palacio municipal. A la pregunta de si se está politizando la polémica, Gómez Bellón respondió: «No somos de ningún partido, estamos aquí por una tradición que se boicoteó». Asunción Ferreiro, una de las creadoras del adorno, insistió: «No quiero que se instrumentalice políticamente, sí coruñesmente. Es algo de todos». Otro manifestante asintió: «No se atacó a los católicos, sino a los coruñeses».
Sobre qué objetivo tendría el incidente de no ser un error, María Calvo, de Faro de Monte Alto, espetó: «Mala fe». La alfombra sirvió a otros como excusa. «Protesto por todo», soltó una de las portadoras de claveles. Fuera de la plaza, en Riego de Agua, las conversaciones bajaban de tono. «Es evidente que fue un error», decían unos. El acto, o procesión protesta, echó el telón a las 20.00 horas, cuando los operarios de Cespa recogieron los claveles, esta vez, de María Pita.
La protesta llegó al pleno, donde los manifestantes lanzaron claveles y fueron desalojados
El objetivo era parar el pleno y los claveles blancos lograron, al menos, eclipsarlo. «¡Se los lanzamos!», decía todavía acalorada y con enfado una de las manifestantes. «Nos han echado fuera», protestaba otra. La sesión municipal tuvo que interrumpirse ante la bronca generada por la indignación tras la eliminación de la alfombra dedicada a la Virgen del Rosario. «No me valen las explicaciones. Los trabajadores de Cespa obedecen órdenes de su jefe. Y el jefe último es el alcalde», contó Marián Freire, clavel en mano, delante de María Pita.
El suceso ha servido para reavivar viejas heridas. «Somos la única ciudad, pueblo o aldea de España sin patrona. Nos han quitado el festivo y ahora esto», explicó ante los medios el portavoz del colectivo vecinal y cultural Faro de Monte Alto. Desde el 2014, con el popular Carlos Negreira al frente del Ayuntamiento, San Juan y el martes de carnaval le robaron protagonismo a la tradición del Rosario. La celebración se quedó sin su día inhábil. Los concellos solo pueden solicitar dos al año cuando se elabora el calendario laboral. La costumbre de la alfombra ultrajada se remonta al 2001. «Tienen que compensar de alguna forma lo invertido en las flores», afirmó seguro Antonio Gómez Bellón. Por ahora no han concretado un presupuesto de gastos. Sobre la justificación de Cespa, «no decimos nada -destaca Gómez Bellón- hasta que la tengamos por escrito».
«Esto fue la gota que colmó el vaso», asentían varios de los congregados que esperaban ver al alcalde. «Lo hacemos con tanto cariño, no sé si fue a propósito o no, pero nos hemos quedado sin el día», lamentaba una vecina. «Al menos, a ver si así conseguimos que el Rosario vuelva a ser festivo», deslizó, en un alegato final Gómez Bellón.