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Ayer por la mañana estaba Dani Martín en Twitter eufórico. «Coruña me vienen quedando como 50 entradas para agotar el puto Coliseum!!! Amanezco feliz!! Gracias galegos!!!», decía. La cosa entraba dentro de lo previsible. De hecho, en el 2014 el otrora líder de El Canto del Loco había obligado a las fuerzas de seguridad del Ayuntamiento de A Coruña a cortar el acceso la plaza de María Pita. Había metido a 22.000 personas, algo que no se recordaba desde el legendario concierto de Mecano en 1989.
Pero no siempre fue así. En mayo del 2011 el músico madrileño tenía previsto un concierto en el Coliseo para el que se esperaba bastante menos gente, unos 3.500 espectadores. Acaba de finiquitar su etapa con El Canto del Loco y emprendía carrera en solitario. Muchos veían imposible que volviese a llenar como en los tiempos del celebérrimo Zapatillas. Aquel día, por encima, apareció un rival inesperado: el Dépor jugándose con el Valencia su permanencia en primera, un día antes de que se celebrasen las elecciones municipales.
Esta situación derivó en una venta de entradas menor. Según el promotor, apenas se había llegado a las 800. Según el Coliseo, 2.000. El primero decidió cancelar el recital unilateralmente. El artista se quedó descolocado, sin un concierto que llevaba meses firmado. Pero no se calló. Dio una rueda de prensa explicando su postura y su enfado. Anunció algo insólito: iba a estar en A Coruña el día fijado para explicarles a sus fans personalmente qué es lo que había pasado. De paso, daría un concierto gratis a las puertas del Coliseo.
Lo hizo. Allí se plantó a las 12 de la mañana ante 500 fans. «Si estoy aquí fuera esta mañana y no ahí dentro esta noche es porque el señor promotor que me había contratado en octubre canceló vía e-mail el concierto por un partido de fútbol. Creo que las cosas no deben hacerse así y que la gente que pagó una entrada se merece otro trato», les dijo. Luego, acompañado de una guitarrista, les tocó varios temas.
En esos días había gente del mundillo de la música que hablaba de maniobra de márketing. «Tiene que cuidar al público que le queda, si no se viene abajo», me explicaba aquel día un veterano. Sin embargo, allí la cosa parecía sincera y sin dobleces. Y Dani Martín un tipo genial. Incluso a los que no nos gustaba el artista, nos dieron ganas de pedir el alta en su club de fans. Quienes lucían esta condición alucinaron con el gesto. «¡Esto es mucho mejor, porque podemos hablar con él», decía aquel día Xoana, entonces una adolescente que iba a ir a su primer concierto.
Seguramente, ya adulta, siete años después, estará mañana en el Coliseo, contándole a todos que estuvo allí aquel día. El que su ídolo se coronó y demostró ser un grande, más allá de llenar o no llenar.