El cirujano de las bicicletas

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Andrés Rodríguez construyó en una noche, en la sala de estar de su casa, la chopper en la que se mueve por la ciudad

15 jul 2019 . Actualizado a las 09:10 h.

Por una curiosa asociación de ideas en un momento de la conversación con Andrés Rodríguez Pérez parecían estar sonando de fondo Les Luthiers con su historia del negro Oblongo: «Conozco cada árbol de esta selva, cada sendero de mi aldea, cada historia de su gente… ¡Cada historia…!». Andrés no va de farol como el peculiar Oblongo y lo que sabe sobre bicicletas es espectacular: conoce cada tuerca, cada cable, cada llanta, cada radio, cada rozadura del piñón, cada cambio de marcha, exterior o interior, cada tipo de luces... Además detalla que tal cuadro de la bici lo tienen en una tienda de Alemania, «estas luces, que son como las de las Harley, las hacen una gente de Estados Unidos [chacacycle]» o que la horquilla la pidió a Alicante.

Varios hechos demuestran el dominio que este veinteañero nacido en Monte Alto tiene de las bicicletas, sobre todo de las customizadas. El más llamativo [«Fue muy divertido», evoca, sonriente] es, sin duda, el ocurrido en su casa el día en el que cuando sus familiares se levantaron se encontraron en la sala de estar una bicicleta chopped de unos dos metros de largo. En las semanas previas, Andrés -que desde que su familia se trasladara de Monte Alto al final de Juan Flórez llevaba cinco años sin bici por falta de espacio- había ido reuniendo las piezas y camuflándolas en diversos lugares de la casa, alguna debajo de su cama. Después de una noche de silencioso trabajo, allí estaba su bicicleta custom. «Fue como meter una mascota en casa», comenta. El ejemplo lo tiene fresco porque hace poco un gato vagabundo se acercó en la calle a él y a su novia; al cabo de unos minutos ella le dijo: «Ya tienes gato». Ahora conviven el gato y una bicicleta que «es superbonita. Todos los días la subo a casa y la bajo sin problema. La tengo en medio del salón; si pudiera la guardaba en mi habitación, pero ahí ya tengo otra que es una Fixie, de esas que son bicis de carretera sin frenos, ni cambios de marcha, ni nada». Esa «también la monté yo; me vino de un accidente del padre de un amigo que le cogió miedo. La iba a tirar a la basura pero me la dejó para que aprovechara las piezas». El problema era que «no valían para lo que me gusta a mi. Entonces decidí construir una Fixie. Es la tercera que hice», explica.

Este cirujano de las bicicletas estudió Formación Profesional, especialidad de automoción, en Someso, donde su proyecto fue hacer una bicicleta. Su abuelo era «amigo de Cachaza, de Arturo, [el de las míticas Bicicletas Cachaza] y de hecho él conoce la primera que hice».

«Por falta de espacio no me meto a construir otra pero ya sé lo que quiero hacer»

La chopper de Andrés Rodríguez llama la atención. Aparcada en la plaza de Vigo varios viandantes se paran a curiosear. «Esta lleva un cambio de tres marchas y es pesadiña: 30 kilos, porque excepto las llantas, que son de aluminio, todo lo demás es acero», detalla. En una ocasión fue en ella hasta Arteixo «y es durillo». Ahora, «por falta de espacio no me meto a construir otra pero ya sé lo que quiero hacer». Será «otra custom, más o menos de este estilo, pero más ligera y con un cambio de marchas más extenso». También está a la espera de empezar a trabajar en un taller, lógicamente de bicicletas.

Andrés tuvo bici desde los 4 a los 12 años y tras un lustro sin ella andaba dándole vueltas a lo que quería. «Un día me crucé con un señor que iba por Juan Flórez en una custom, una chopper cromada plateada, toda de color amarillo. Era la primera vez que la veía y quedé flipando porque desde siempre me encantan los coches clásicos americanos, las motos estilo Harley y de repente fue como ver todo lo que me gusta pero en esa bici. Así que empecé a bucear como un loco».

Califica, entre risas, el mundo de la customización como una «estética retro macarrilla» y dice que en A Coruña es casi el único que construye estas bicicletas: «Había otro chico que abrió su taller pero acabó dedicándose a las clásicas». Y una clásica fue la primera con la que trabajó Andrés. Era cuando estaba en el instituto y al salir se iba al local del colectivo Masa Crítica, que promueven el uso de la bicicleta. Pensó en transformar una vieja Peugeot plegable que había allí en una chopper pero al final la restauró y la vendió para poder hacer la que él quería.Del mundo del ciclismo le interesan sobre todo las pruebas de downhill, el descenso «con esas bicis que son unos bichos...».