El tamaño no importa ¿o sí?

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

Salvo honrosas excepciones, «estudio con encanto» se puede traducir por «minúsculo salón-cocina-dormitorio todo en uno»

02 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay quien practica yoga, quien pinta mandalas y quien le da al ganchillo. Otros nos preguntamos cómo vivíamos antes de la era Idealista y compañía, cuando no podíamos ver decenas de pisos en Internet, como quien disfruta de un maratón en Netflix. Tengo una amiga que empezó buscando pisos para alquilar, cuando encontró nos buscó pisos a los demás, luego empezó a soñar con comprar, comenzó la búsqueda para reformar, y ahora que ya disfruta de su precioso piso recién arreglado, trata de sobrellevar el mono buscándome piso a mí, que en esto sigo mi propia travesía en el desierto inmobiliario coruñés en el que no, no existe el piso perfecto.

Igual tengo que pedirle que rebaje el número de metros. Si en el catálogo de Ikea son capaces de meter a una familia de cinco miembros en un pisito de dos habitaciones (tardas dos páginas en descubrir que la clave es que los padres duermen en el sofá), igual yo soy capaz de meter a mi familia en 40 metros cuadrados, tirando de literas y donando la librería a una biblioteca pública. Dice un informe de Idealista que en Galicia no hay minipisos. Es probable que el alcance del prefijo «mini» sea subjetivo. En su informe reza literalmente que «las viviendas de menos de 20 metros cuadrados tampoco suponen una muestra significativa ni siquiera en las grandes ciudades». Hombre, es un alivio... sobre todo porque para un espacio de menos de 20 metros cuadrados se me ocurren muchas palabras, pero ninguna es vivienda. Una de las reglas fundamentales de todo adicto al mercado inmobiliario es aprender lo que significan las expresiones tipo. Salvo honrosas excepciones, «estudio con encanto» se puede traducir por «minúsculo salón-cocina-dormitorio todo en uno». Pero los eufemismos no se limitan a los minipisos, no. Cuando los metros se multiplican y con ellos las habitaciones, las sospechas empiezan en los titulares. Las habitaciones italianas son a los anuncios inmobiliarios lo que la fórmula del clickbait al periodismo: de tanto leer «se alquila piso de cuatro habitaciones» en el que solo hay dos más un par de italianas que estaban allí de paso, dejamos de pinchar en según qué anuncios sospechosos, igual que dejamos de picar en el enésimo «la brutal respuesta de...» que hoy mismo habrán encontrado en alguna web. Y antes de que alguno se lance, el titular de esta crónica va por el mismo (mal) camino. Pero a conciencia.

¿El tamaño importa? Depende. De que se cumpla la ley y no nos alquilen un trastero. De que uno no necesite más que una pequeña cocina, una ducha y un sofá cama. Sobre todo, depende de que no nos vendan motos a precios de Porsche. A mí ofrézcanme una vivienda de verdad. Que el encanto ya lo intentaré poner yo.