Todo el mundo parece tener hambre y sed en los Óscar (...) Pero en todas esas imágenes de felicidad, triunfo y glamur faltan unas patatas. Coruñesas. Unas Bonilla
12 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Una pareja se ríe mientras come una hamburguesa (vegana). Dispara la fotografía, que ya es viral, Greg Williams. Van vestidos de gala, aunque ella se ha puesto unas Converse. Entre los dos, un Óscar. Y se miran como solo parecen mirarse Joaquin Phoenix y Rooney Mara. Él acaba de ganar la estatuilla por su papel en Joker. Son guapos, felices, y tienen hambre.
Porque todo el mundo parece tener hambre y sed en los Óscar. Unas horas antes, la jovencísima Julia Butters, la cría que descoloca totalmente a Leonardo DiCaprio en Érase una vez en Hollywood, confesaba que llevaba un bocata de pavo en el bolso porque sospechaba que el menú preparado para la cena no le iba a gustar.
El director coreano Bong Joon-hoo se pasó toda la noche del domingo recogiendo premios. Subía al escenario del Dolby Theatre de Los Ángeles, y aseguraba que ya se podía ir a beber hasta el día siguiente. Como Parásitos se llevó cuatro Óscar, la fiesta tuvo que esperar. Mientras Brad Pitt posaba entre bambalinas con una lata ¿de refresco? ¿de cerveza?, Renée Zellweger miraba con adoración su estatuilla con una copa de agua con limón en la otra mano, y Laura Dern soplaba las velas de una tarta de cumpleaños.
Pero en todas esas imágenes de felicidad, triunfo y glamur faltan unas patatas. Coruñesas. Unas Bonilla. «A nosotros el premio nos lo dieron hace dos semanas», cuenta Diego Armando García, el director de márketing de la empresa. Desde que se hizo viral la imagen de una lata de patatas Bonilla que aparece en Parásitos, las ventas a través de Internet han crecido un 120 %. Tanto, que han tenido que ampliar la plantilla. Para que luego digan que el cine no genera riqueza: un coreano se come una lata de patatas en la película del año, y en una fábrica gallega hay que contratar personal.
La patata, ese humilde bocadito dorado que devoramos hasta las migas cada vez que nos lo ponen con una caña en cualquier bar, ha ganado un Óscar. Cuatro, en realidad. Me decía una amiga que le resulta fascinante lo universal que puede ser una película de un país en el que aterrizas y te sientes como en Marte. Un país en el que esa misma lata de patatas cuesta 25 euros y es un símbolo de estatus. Un país que ha producido la primera película en habla no inglesa que gana el premio más importante de la industria del cine. En una gala en la que todo el mundo quiere comer. La pequeña Julia Butters no sabe que en el bolso le caben unas cuantas patatas. Brad no sabe que esa lata de lo que sea sabe mejor con unas patatas. Renee pide a gritos un picoteo. Laura, no hay cumpleaños que valga sin patatas. Rooney, Joaquin, en serio. Que son veganas.