El Borrazás revive a ritmo de blues

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Esther Pena, nieta del fundador, ha escrito un libro sobre el bar más antiguo de la ciudad, que ahora acoge actos culturales

01 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Refugio de algún bohemio, / cobijo y casa de confesos, / siempre de guardia. / Desde hippies de abolengo / hasta pijos o maderos, / han parado aquí. / Y si escuchas con ternura... / oirás los ecos del viento, / esas voces que perduran, / sosteniendo los cimientos, / de ese viejo compañero / que es el Borrazás». Es una de las estrofas del blues para el bar más antiguo de A Coruña, abierto desde 1925 en el número 165 de la calle Orzán. «Apellido de mi abuelo, / es el nombre de un guerrero, / que se resiste a cerrar. / Esas puertas de caoba / forman parte de la historia / de esta ciudad». Lo ha escrito, y lo canta, Esther Pena, ahora el alma del Borrazás, como un día lo fue su abuelo y, sobre todo, su padre, Paco. «Mi padre empezó a tener gente joven del instituto, de la Escuela de Artes y Oficios que estaba en el Femenino, personas que después llegaron a ser muy conocidas», evocaba esta semana Esther, sentada delante del viejo espejo que sigue anunciando «Gran vino Sanson» y reflejando la historia del local.

«Aquí paraba Manolo Rivas, Xurxo Souto, Jaime Cabanas, Correa Corredoira ,al que mis padres le compraban obras y ahí hay una suya. Tengo un cuadro de Cabanas que pintó con café, con el dedo», relataba mirando un local donde el único que no entró fue el tren del tiempo. «Queremos mantenerlo así, cuidarlo sin cambiar nada. Cuando venga buen tiempo a ver si pintamos un poco la fachada», anuncia.

El pasado mes de agosto «empezaron a venir clientes antiguos y hubo días de conciertos en los que vino tanta gente que un día me quedé sin cervezas. Algunos acabaron compartiendo una entre dos [risas]».

Tras la muerte de Paco Pena, mantuvieron el bar abierto con dificultades porque «no nos dedicábamos a esto, tenemos otra actividad, pero nunca fuimos capaces de desprendernos de él».

«Un café para recordarte»

«Desde detrás de la barra observo el rostro de aquel que busca, como yo, un tiempo que no puede volver». Esto escribe Esther en su libro Un café para recordarte. Esa barra es la del Borrazás en una de cuyas mesas de mármol extiende una decena de títulos, todos suyos. «Y en medio de todo ese caos, sobreviven aún las historias entrelazadas, las lágrimas furtivas, el primer beso en la esquina del banco y, tal vez, una mirada entre dos seres a los que no les queda nada que perder», relata. Es la historia novelada del Borrazás, «un libro un poco especial: tiene poemas, lleva un blues que yo canto y toco la guitarra. Tiene historias cortas.... He hecho la adaptación para teatro, que la vamos a representar aquí en el bar. También lo he traducido al gallego». Ahí están desde personajes solitarios que hicieron del local su refugio hasta una canaria que sus padres criaron con mimo, volaba por el local y hasta tomaba café en la cucharilla de algún cliente.

El Borrazás, donde dio su primer concierto un blusero como Micki Nervio, acoge de nuevo actividades culturales. Así, «los jueves he creado un evento que se llama Serie C: café, cultura y creatividad. Ese día también hay Timba poética: llamamos a poetas y escritores para que reciten y después micro abierto para quien quiera intervenir. Es muy entrañable. Otras veces hacemos teatro: hicimos en Cuento de Navidad, de Dickens, y quedó muy bien». Ahora «abro los sábados por la mañana porque vienen unos chicos a ensayar teatro. Normalmente abrimos jueves y viernes y alguna mañana».

Esther Pena cuenta que llevaba tiempo escribiendo, sin publicar nada. «Hace un par de años me dio la parálisis de Bell, me costó volver a hablar y en agosto pasado decidí hacer algo porque a lo mejor un día no puedo», cuenta con una sonrisa. Decidió convertir el Borrazás en el bar de sus libros: «Constituí una editorial, Estherbooks. Hago todo: la edición de la portada, los maqueto, los corrijo...». Y antes los escribe.

Aquellas acogedoras esquinas

Empezó con una novela del Oeste, porque «nunca había leído ninguna y una amiga me dejó una, un poco romántica». Y son ya once títulos de novelas como el thriller Espalda de seda, una serie de la que ya está escribiendo el cuarto título, varios poemarios, cuentos personalizados...

En todos aparece de alguna manera el bar. «Me acurruco en una de aquellas acogedoras esquinas del Borrazás y no quiero marcharme todavía porque me doy cuenta de que por solo un euro acabo de hacer un largo viaje en el tiempo», escribe, en un texto en el que parece sonar de fondo Un blues para el Borrazás.