El vehículo privado vuelve en la desescalada, pese a la facilidades para la peatonalización
12 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.A Coruña puede perder la batalla contra los coches. El uso del vehículo privado amenaza con volver a ser la norma desde el momento en el que se empezaron a levantar las restricciones impulsadas por el estado de alarma.
Ayer, día en el que Galicia entró en la fase uno, volvieron a las calles parte de las arraigadas y viejas costumbres de los conductores. Surgió de nuevo la doble fila en la ronda de Outeiro, aparcamientos irregulares en la zona de A Maestranza y coches estacionados sobre pasos de peatones en la avenida de Fisterra.
Las irregularidades se produjeron a pesar del esfuerzo del Ayuntamiento para favorecer el uso peatonal de las calles en lo que resta del estado de alarma, y también pese a que algunos negocios no abrieron sus puertas, aunque podrían hacerlo según las últimas indicaciones dadas por el Gobierno central.
El Ayuntamiento puso en marcha la semana pasada, coincidiendo con el inicio de la fase cero, una serie de medidas que tenían el objetivo de facilitar el uso peatonal de los espacios públicos. La más notable fue la apertura a peatones y deportistas de un carril en el paseo marítimo, y acciones similares en los Cantones, entre la Marina y la plaza de Mina, donde también se reservó a los peatones un carril de circulación. También se limitó la velocidad máxima a diez kilómetros por hora en numerosas calles de los barrios de la ciudad.
Alabanzas de Greenpeace
El objetivo de esas medidas, impulsadas por el departamento de Urbanismo, que lidera Juan Díaz Villoslada, es facilitar el paseo de los peatones y la práctica de deportes. La estrategia del ejecutivo local persigue limitar el uso del vehículo privado mientras se fomenta el tránsito de peatones y la circulación en bicicleta, uno de los medios de locomoción recomendados para mantener la distancia social en las distintas fases de la desescalada.
El plan coruñés ha sido destacado por Greenpeace como uno de los «más ambiciosos» del país, ya que busca nuevos formatos de movilidad a medio plazo. Por su parte, la portavoz de Ciudadanos, Mónica Martínez, que ha defendido las peatonalizaciones, instó al gobierno local a implantar párkings para bicicletas y patinetes.
La semana pasada, cuando se mantuvieron las limitaciones de la fase cero, esas medidas parecieron surtir efecto, aunque ya se produjeron importantes aglomeraciones en zonas como el paseo marítimo, al que acudieron cientos de personas para dar sus primeros paseos. Sin embargo, ayer la situación se complicó más, ya que la apertura de los comercios y cafeterías limitó el efecto del sistema de franjas horarias.
La consecuencia a corto plazo del casi fin de los horarios es que se dificultó la posibilidad de que los ciudadanos mantengan la distancia de seguridad durante la desescalada, en especial en zonas muy pobladas, como el Agra del Orzán o Monte Alto, en donde se impusieron numerosas sanciones por vulnerar el confinamiento.
Pero esa vuelta a la normalidad que se insinuó ayer, marcada por el uso del vehículo privado, también supone un obstáculo para los planes del Ayuntamiento de peatonalizar o ampliar las zonas reservadas a transeúntes en distintos puntos de la ciudad.
Es el caso de los Cantones, la reforma de ese espacio dio ayer un paso más con la licitación del proyecto para reacondicionar la zona. El plan del gobierno local es peatonalizar la mayor parte del entorno del Obelisco y de esa avenida.
El estado de alarma ha propiciado que se reserve un carril a los transeúntes, pero se trata de una medida temporal, que solo estará vigente durante el estado de alarma. La decisión del gobierno local de no imponer restricciones permanentes al tráfico de vehículos en este período posibilita que antes de que se lleven a cabo las obras permanentes de ampliación de los espacios para peatones se produzca una vuelta al pasado, en el que los conductores tenían para ellos la mayor parte de las áreas públicas disponibles.
Es el caso de los Cantones, donde el ejecutivo coruñés prevén ejecutar una obra de reforma de gran alcance, con más espacio para el paseo. Pero donde podría producirse una discontinuidad de los usos para viandantes si se vuelve a autorizar el tránsito de coches entre el período de estado de alarma y el inicio de las futuras obras de reforma que están licitadas pero pendientes.
El Puerto, un espacio tradicional de paseo ahora vetado a los viandantes
En plena desescalada por la pandemia del coronavirus, los coruñeses siguen sin poder disfrutar de una de las zonas tradicionales de esparcimiento de la ciudad: el puerto, en el que tienen la entrada vetada desde hace casi dos décadas. En el 2002, tras los atentados del 11 de septiembre, entró en vigor el Código Internacional para la Protección de los Buques y de las Instalaciones Portuarias, el llamado PBIP, que limitó el acceso de las personas no vinculadas a las actividades del puerto a esas zonas.
La consecuencia inmediata de esa decisión es que se impidió el acceso a los vecinos a una de las principales zonas de paseo en contacto con el mar. Teniendo solo en cuenta el muelle de San Diego, los ciudadanos perdieron el contacto con 380.000 metros cuadrados de superficie situados al lado de la lámina de agua.
La construcción del puerto exterior de punta Langosteira, ideado tras el naufragio del Prestige, debía resolver ese problema, al permitir que las actividades portuarias más peligrosas para el público se trasladasen a las nuevas instalaciones portuarias. Sin embargo, la mudanza de empresas al puerto exterior se ha retrasado, en parte por la falta de planes para la construcción del enlace ferroviario del nuevo puerto, que continúa sin ponerse en marcha. Sin esa infraestructura, los muelles de Calvo Sotelo, Batería y San Diego no han podido ser liberados, lo que a su vez impide el acceso peatonal. Esa situación contrasta con la de zonas como la Marina, el Parrote o el dique de abrigo, que sí pueden ser visitadas desde hace años porque se ha interrumpido la actividad industrial de riesgo. Pero no ocurre lo mismo en las mencionados muelles, que llevan años a la espera de una decisión del Gobierno.