Vecinos de A Zapateira, en A Coruña, evitan una nueva ocupación en la calle París

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Alberto Mahía

Un matrimonio con perros en una furgoneta blanca intentó entrar en una casa. La fuerza vecinal sirvió hace un mes para desalojar a un grupo de okupas de un chalé de lujo en la avenida de Nueva York

02 jul 2020 . Actualizado a las 09:09 h.

Esta vez hubo suerte. Y valor. El de unos vecinos que cuando este domingo vieron a una pareja dispuesta a ocupar una casa en la confluencia de la calle Helsinki con París les salieron al paso y les pidieron que se fueran. Que de no hacerlo, llamarían a la policía. Los supuestos usurpadores no pusieron reparo. Se subieron a la furgoneta blanca en la que llegaron acompañados de varios perros y desaparecieron.

Sería una buena noticia si no fuera porque a la vez supone que los okupas no han apartado los ojos de la zona, según el presidente de la asociación de vecinos de A Zapateira, Juan Sánchez-Albornoz. «Hay que estar muy vigilantes. La ley ya vemos como es y debemos estar atentos», explica.

El colectivo vecinal cuenta para ello con un arma muy sencilla pero que está resultando muy eficaz: un grupo de WhatsApp al que están conectados decenas y decenas de vecinos de todas las urbanizaciones. Sirvió para evitar algunos robos cuando el año pasado soportaron una oleada de asaltos y está sirviendo ahora para luchar contra las okupaciones. Cualquier sospecha la comparten. Así fue este domingo, cuando residentes de la calle Helsinki se encontraron con esa pareja con perros. Los habían visto pasar varias veces junto a la casa en una furgoneta blanca, lo que los puso en alerta. Y ya cuando vieron que se querían colar en la vivienda, que no está habitada, fue cuando se enfrentaron a ellos, conminándolos a marcharse.

Hace un mes, la fuerza vecinal sirvió para desalojar a un grupo de okupas de un chalé de lujo en la avenida de Nueva York. La casa, perteneciente a una entidad financiera y en venta por 800.000 euros, fue usurpada durante más de un mes. Los vecinos se concentraron frente a la puerta y a los dos días ya no había nadie en ella. Según explica Sánchez-Albornoz, los que la habitaron, antes de irse, lo dejaron todo destrozado. Se llevaron grifos, neveras y todo tipo de mobiliario de alta calidad. Lo hicieron sin cuidado alguno. Arrancándolo todo. Fue tal el destrozo, que tanto los baños como la cocina hay que renovarlos por completo. 

Mansión de la calle Roma

A día de hoy, solo continúa una casa ocupada en A Zapateira. La de la calle Roma, frente al colegio Andaina. Ahí siguen después de no alcanzar un acuerdo con la entidad bancaria a la que pertenece. Así que disfrutan de una mansión de 720.000 euros. Con una piscina que esta semana anunciaban que llenarían de agua para «pasar un verano tranquilo».

Nadie sabe de dónde sacan el agua y la luz, porque ambos suministros los cortaron hace un mes. Agentes de la Guardia Civil acompañaron a los operarios para proceder a la suspensión. De poco sirvió.

Al principio, en esa mansión también residían la esposa de uno de los okupas y sus tres hijos. La Xunta se hizo cargo de ellos y ahora solo quedan dos adultos. No siempre están en la casa, pero «dejan siempre algo puesto para que desde fuera parezca que está habitada las 24 horas y así evitan que la propiedad recupere la vivienda», según explica un vecino de la calle.

Este martes al mediodía, la puerta principal del inmueble estaba abierta de par en par, flanqueada por unos sofás donde, dicen los residentes, se sientan en las noches cálidas a charlar. 

Palavea

Los de la calle Roma no son personas conflictivas, según cuentan. «No se meten con nadie», dicen los vecinos. Cosa distinta ocurre en Palavea, en el número 56 de la calle Bustos. Ahí se da una circunstancia, pues entre personas violentas convive un matrimonio con hijos y la mujer está embarazada. El desencuentro con los vecinos es total y el presidente de la asociación, Manuel Gómez, pide a las autoridades que hagan algo. Y desvincula al colectivo del ataque nocturno con piedras que hubo la semana pasada contra el edificio.

Residentes de Perillo volverán a concentrarse hoy para que expulsen a los usurpadores

Mientras no se vayan los okupas, vecinos de Perillo continuarán concentrándose de manera habitual frente a las tres casas que fueron usurpadas hace dos semanas en la avenida das Mariñas.

Durante un fin de semana se presentaron varias personas en los inmuebles, que estaban desocupados porque la propietaria los tenía en venta y estaba ya a punto de firmar un acuerdo con un promotor. Se trata de un matrimonio joven con menores y otros son de edad más avanzada. No se quieren ir. Ni viendo la semana pasada desde las ventanas a todo un vecindario exigiendo que se marchasen.

Nuria Fernández es la dueña de estas casas heredadas y cuando eso ocurrió estaba a punto de sellar un acuerdo con un constructor para vender la propiedad. «Unos ingresos muy necesarios, ya que ahora mismo estoy en un ERTE y tengo hijos», cuenta. Estas negociaciones se han visto ahora truncadas, lamenta Fernández, que denunció lo ocurrido tras recibir «amenazas» por parte de los asaltantes.

 Niños y niñas

Como en las tres viviendas hay niños y niñas, las autoridades no pueden hacer nada por el momento, y es preocupante porque son casas abandonadas y no están en condiciones para vivir en ellas, asegura la dueña.

En menos de 24 horas, los okupas ya habían conseguido acceso a luz y agua. También cuentan que disponían de ordenadores conectados.

Esta tarde, a partir de las 20.00 horas, hay otra concentración vecinal convocada frente a las viviendas usurpadas. En Perillo se dice que hasta que no se desalojen «no pararemos».