Lázaro Carreño, maestro de ballet: «Para mí, la bailarina tenía que parecer que volaba»

Arantxa Ramos Ponte / R. D. A CORUÑA

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

El profesor cubano ofrecerá un curso intensivo en las instalaciones de Danza 10

11 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El maestro Lázaro Carreño (La Habana, 1952) vuelve a la ciudad de A Coruña para dar un curso intensivo de ballet clásico. Será en las instalaciones de Danza 10, en la calle Gambrinus y empezará el próximo lunes, hasta el 7 de agosto.

-No es la primera vez que da un curso en A Coruña.

-A principios de año se organizó este mismo cursillo y como tuvo mucho éxito, se decidió organizar otro, en el mismo estudio.

-¿Un resumen de su trayectoria?

-He sido uno de los bailarines que, siendo hombre, ha perdurado más sobre el escenario. Estudié mi carrera durante ocho años y luego bailé otros treinta en el Ballet Nacional de Cuba. Después, recibí invitaciones de muchas primeras bailarinas de las compañías, para actuar juntos. Fue muy importante poder bailar con Alicia Alonso, igual que fue clave para mi trayectoria conseguir una beca para estudiar en la mejor y más antigua escuela: la Vagánova. Me permitió tener una técnica y un concepto de la enseñanza especial. Dos años después de mi regreso a Cuba, los directores de la Academia me pidieron que enseñara lo que había aprendido. Fui a la vez primer bailarín, maestro, ensayador... ¡Pero cobrando solo como bailarín!

-¿Cree que el ballet ha perdido «elitismo» en la actualidad?

-Todavía lo es. No todo el mundo se puede pagar un tique para ciertos teatros. En mi país el Gobierno trató de acabar con ese «elitismo». La propia Academia también trabajó en que fuera accesible. Montábamos una tarima en cualquier sitio y el público comenzó a ser diverso: barrenderos, camareros... Daba igual.

-¿En qué momento decidió ser bailarín profesional?

-Desde el primer día de carrera dije: «Yo voy a ser bailarín profesional y me voy a dedicar a esto». No tuve nunca la duda ni la necesidad de trabajar de otra cosa.

-Además de Alicia Alonso, ¿destacaría otra compañera?

-Trabajar con Alicia fue un honor y tener eso en el currículo vale muchísimo. Todas mis compañeras de baile han sido especiales. El «paso a dos» es importantísimo para mí, de hecho acabo de escribir un libro sobre ello. Yo me dedicaba totalmente a ellas. La mayoría de los partenaire no son así. Para mí, la bailarina tenía que parecer que volaba, aunque yo estuviera pasando las de Caín. Nunca pregunté la categoría de mis partenaires, quise tratar a todas por igual

-¿Existe la dinastía Carreño?

-Se solía decir que los Alonso eran una dinastía. Cuando había conseguido labrar mi camino, muchos familiares me siguieron. Mi hermano fue solista en Cuba, su hija llegó a ser allí primera bailarina y su otra hija primera en televisión también. Mi sobrino mayor fue primer bailarín del Royal Ballet de Londres y del American Ballet; su hermano es primer bailarín en Oslo. Y, además, tanto mi mujer como mi cuñada, son bailarinas.

-¿Una actuación que recalcar?

-Sobre todo los concursos internacionales. Participé en cinco y los gané. Y cuando estrené Giselle, ese ballet para mí es el cénit. No hay otro que muestre la calidad de un artista como ese.