Detenido uno de los okupas que atemorizan al barrio coruñés de Os Mallos

Emiliano Mouzo A CORUÑA

A CORUÑA

Francisco Catoira. El número 42 de Francisco Catoira, en Os Mallos, fue recuperado en febrero. Era un bajo y los vecinos denunciaron ser víctimas de amenazas.
Francisco Catoira. El número 42 de Francisco Catoira, en Os Mallos, fue recuperado en febrero. Era un bajo y los vecinos denunciaron ser víctimas de amenazas. MARCOS MÍGUEZ

Fue arrestado tras un incidente callejero con armas blancas, y los vecinos denuncian «trapicheo» en el local allanado

04 feb 2021 . Actualizado a las 14:29 h.

Agentes de la Policía Nacional arrestaron a uno de los okupas que allanaron el bajo número 42 de la calle Francisco Catoira y que atemorizan a los vecinos del barrio coruñés de Os Mallos. Ocurrió en la noche del jueves, tras protagonizar el arrestado un grave incidente callejero en el que hasta se utilizaron armas blancas. 

Varios vecinos De Francisco Catoira y otras calles aledañas manifestaron que un grupo de jóvenes al que pertenecería el detenido «es una banda de hombres y mujeres perfectamente organizada que se dedica a robar y al trapicheo de drogas», subrayó Hassan, un residente de el barrio.

Añadió que un coche acude diariamente a este barrio y sus ocupantes «arrojan pequeñas bolsas en distintos contenedores de basura de la calle». Cuando el vehículo se marcha, y pasados unos minutos, los okupas del número 42 «salen del bajo y, disimuladamente, recogen esas bolsas», recalcó Hassan.

A partir de ese momento, pero sobre todo por la noche, el bajo «se parece a un supermercado: No para de entrar gente que, cuando sale, lo hace en muy mal estado físico». Los okupas se muestran «muy agresivos contra los que protestamos por la situación, y ya presentamos varias denuncias», dice María, otra vecina, con «mucho miedo».

Pero la situación es más grave aún, porque los presuntos camellos no solo menudean con los estupefacientes en el número 42 de Francisco Catoira. Algunos «utilizan un par de bares de la zona con el beneplácito de los dueños para vender la droga, un okupa hasta se pone en el semáforo a hacer el negocio. También van paseando por las calles del barrio, se cruzan con consumidores «y pasan la droga y reciben el dinero sin pararse», subrayó Hassan.

La difícil situación de los vecinos de Francisco Catoira se volvió más comprometida y embarazosa en los últimos días. El 21 de enero, a las cuatro de la tarde se originó una grave discusión que terminó a golpes con barras de hierro. Al lugar acudió de inmediato la policía, incluidos agentes camuflados.

Y en la noche del pasado jueves fue cuando tuvieron lugar nuevos y gravísimos incidentes. Hubo otra discusión dentro del bajo «porque llegaron los del coche que tiran las bolsas en los contenedores, supuestamente para cobrar, y los okupas les dijeron que alguien habían robado el paquete», contó una vecina que escuchó la discusión.

Tras las palabras surgió una fuerte pelea, pero ya en la calle. «Volaban palos, botellas, de todo», cuenta Hassan. La reyerta fue de tales dimensiones que, además de puñetazos, «se vieron navajas y cuchillos». De hecho cuando estos individuos escucharon las sirenas de la policía, uno de los participantes en la multitudinaria pelea «arrojó un cuchillo grande detrás de un contenedor». 

Antes de la llegada de los agentes, la reyerta fue descendiendo en intensidad «porque dos jóvenes se escaparon», contó una vecina que grabó un vídeo de los acontecimientos. Pero volvieron a los pocos minutos, y con desmesurada violencia «comenzaron a golpear la cristalera del local okupado hasta reventarla». Después entraron, cogieron unas maletas con ruedas y se fueron. En ese momento llegó la Policía Nacional, un agente salió del vehículo patrulla, los persiguió y logró arrestar a uno, según fuentes del 091.

En el número 42 De Francisco Catoira no quedó nadie, y los vecinos respiraron aliviados. Pero su sosiego duro poco. «Este miércoles volvieron y cerraron la cristalera reventada con tableros de aglomerado y cartones», cuenta Hassan. El hombre, apoyado por sus vecinos, tiró el cierre del local «para que se vayan». También se dirigió, una vez más y ya no sabe cuántas, a la comisaría de la Policía Nacional, «y lo único que me dicen es que cuando haya un problema que les avise. Ya estamos cansados de llamar y denunciar. Las autoridades deben tomar cartas en el asunto, porque saben cuáles son los puntos conflictivos, y en el barrio hay niños, mayores, y cualquier día va a haber un disgusto», recalcó preocupado.

 Los robos continúan

Al problema de los okupas hay que añadir que la oleada de robos en el barrio continúa. A José Alejandro Salgado, presidente de la asociación comercial Distritos Mallos, le notificaron nuevos hurtos.

Se conoce el asalto a una tienda de maletas y otros elementos de viaje, pero la rápida actuación de la policía permitió detener a los ladrones. También tuvo lugar un asalto a una mujer en la calle peatonal Ángel Senra. Ella se resistió y los ladrones le dieron una paliza por la que hubo que llevarla al servicio de emergencias de un centro sanitario. Los ladrones también atacaron a otra mujer para robarle la cartera en la calle Noia, también en Os Mallos.

Desde la asociación de empresarios y el colectivo vecinal son conscientes de que la situación «no es buena», admitió José Alejandro Salgado, de Distrito Mallos, «pero estamos trabajando mucho para resolver este problema». Cuenta que los vecinos «están colaborando, denunciando cualquier incidencia, y los responsables de todas las Administraciones ponen todo el interés para tratar de minimizar estos incidentes. Y ahí están las últimas actuaciones efectivas de la policía. Los comerciantes y los vecinos queremos agradecerle su trabajo y colaboración». Salgado también quiere dejar claro que los problemas de inseguridad en el barrio «no son distintos a los de otras zonas de la ciudad, problemas que se incrementaron desde el inicio de la pandemia y de las restricciones que fue necesario adoptar, que dejan las calles vacías y los negocios cerrados, situación que aprovechan estos maleantes».