



Pagos de Brigante alquiló fincas en la zona para elaborar cinco vinos
28 mar 2021 . Actualizado a las 22:37 h.Un total de 4.100 botellas es la primera producción de Pagos de Brigante, una bodega que se estrena con cinco vinos y que nació con el objetivo de impulsar la recuperación de los vinos de Betanzos. Su apuesta ha generado expectación, pero habrá que esperar a mediados de abril para catar unos caldos que salen bajo cinco marcas: Val do Ceo (blanco lexítimo), Na Beira (godello-agudelo), Garelo (godello), Ramallo (vino tinto tradicional) y Feirante (tinto en barrica).
Tras el embotellado de esta semana, ahora hay que esperar que el vino se asiente y pase el control de Axencia Galega da Calidade Alimentaria (Agacal), que es quien da las contraetiquetas. Existe una cuidada puesta en escena de su salida al mercado y las etiquetas han sido diseñadas por Alfredo Erias, director del Museo das Mariñas, con temáticas locales representando desde el plano de la ciudad cuando en el 1616 Betanzos sufrió un incendio, a su situación ribereña, las danzas de los mariñeiros, las adegas tradicionales o la importancia de los locales llaman plaza. Brigante lleva en su logo, diseñado por Nuria Vivero Sedes, de Atelier Neodeco, la silueta de los ríos de Betanzos, con el color tinto del vino, verde del blanco y el marrón de la tierra, ya que «queremos facer viños terroir, facer viños comprometidos», indica Luis Sande, impulsor del proyecto junto a su hijo.
A la espera de la producción de sus tierras, para lo que se tardará unos siete años, decidieron apostar por hacerse con tierras ya trabajadas. La actual cosecha parte de tres hectáreas alquiladas, pero para la próxima contarán con el doble de terreno. Su manera de afrontar la recuperación de la viticultura local y la falta de relevo generacional ha propiciado que les confíen más parcelas.
Viñas en tres concellos
Se estrenan en una campaña que asegura que fue especialmente complicada, en la que se recogió la mitad de un año normal «porque as condicións climáticas foron terribles». En su caso, optaron por complementar comprando uva, pero para garantizar el control de la madurez decidieron asumir ellos mismos su cuidado desde agosto y la vendimia. «Queríamos calidade», reconoce Sande, que define a sus vinos como «betanceiros, son da zona máis norteña de España, son nerviosos e teñen moita acidez».
Para el control de la producción se incorporó a la firma Guillaume Barrier, un experto en viticultura y ecología francés, que apuesta por el vino ecológico y biodinámico (con uso de preparados vegetales y minerales para la tierra, que se siembra teniendo en cuenta el calendario lunar), además del asesoramiento enológico de Dominique Roujou de Boubée.
Pese a la experiencia de esta campaña, no se augura un trabajo sencillo para la próxima. Tienen las seis hectáreas repartidas en 15 fincas de tres concellos. En Betanzos cuentan con parcelas en Brabío, Requián y Viraventos, mientras que en Paderne llevan una finca del Concello, la viña de la rectoral de Souto y otra parcela en Vilouzás, y en Oza-Cesuras trabajarán una finca en Amarante. Su previsión es que en la próxima cosecha logren los 20.000 litros, «con buen tiempo», precisan.

Objetivo: recuperar Picha y el traslado en barco de la uva

Pagos de Brigante es fruto de una pasión, el sueño de Luis Sande para recuperar el vino de Betanzos, una tierra a la que está ligado por la infancia. Su objetivo es hacer resurgir la producción de Picha, un terreno de bancales en Paderne que mira al Mandeo. Hasta el momento han conseguido siete de las diez hectáreas previstas. Tras la retirada de los eucaliptos, ya han sembrado distintos cultivos para regenerar el suelo.
«O proxecto de Picha vai levar tempo», admite Sande, que indica que se marca el 2022 para comenzar a plantar las vides. Por ahora, dice sin perder la ilusión, que «é un cemiterio de cartos». El capital social de la empresa, que ronda los 200.000 euros, se ha centrado en la compra de la finca y hacer la bodega. En el país de minifundio llevan ya firmadas 70 escrituras en tres años, pero siguen a la espera de llegar a más acuerdos. Se estima que existen un centenar de parcelas en Picha, de unos 200 propietarios, algunos desconocidos. La gestión de toda la operación la llevó Juan Veiga, un delineante al que Sande reconoce su labor por lograr el terreno y que ha asumido la gerencia de la empresa. Su previsión no solo es plantar, sino ocuparse ellos mismos de hacer los injertos y que en un futuro su viña no solo sirva para agrandar la producción de vino de Betanzos y animar a más viticultores sino también como reclamo turístico. Pagos de Brigante quiere recuperar el traslado de la uva en barco como se hacía antaño. No solo es una apuesta por la tradición, Picha es un anfiteatro con pendientes de hasta el 45 % al río, que hacen más factible sacar lo vendimiado por vía fluvial. «Ademais, quero que Betanzos sexa o centro por unha cuestión sentimental», admite Sande, que desea que la bodega sea brigantina.
Este proyecto parte de su experiencia como funcionario en Bruselas en el sector del vino, que le llevó a desear contar con un viñedo y el descubrir en un viaje por el Mandeo que se mantenían en pie los bancales ocultos entre la vegetación fue lo que hizo germinar un proyecto con el que este año los convertirá en el primer productor del vino de Betanzos «en cantidade», explica este jubilado que solo tiene palabras de reconocimiento para el trabajo llevado a cabo por los otros productores del vino de Betanzos: Casa Beade, Conexión Mandeo, Lorenzo Bescansa, Rilo, Adegas Bordel y Eladio Migal.