Leer y nadar

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

MONICA IRAGO

A estas alturas, no se me ocurren muchos más atajos para ser razonablemente feliz que una sombra, un libro y nuestro pálido verano coruñés

06 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace ya más años de los que me gustaría reconocer, leí en la difunta Interviú -Dios la tenga en su gloria- una columna de Cándido en la que, a punto de estrenar el verano, recordaba que para los antiguos griegos estar alfabetizado consistía en saber leer y nadar. Concluía Cándido, no sé si al borde de la piscina o del mar, que a eso únicamente hay que dedicar el estío, a leer y a nadar.

Como el punto del que estoy más orgulloso de mi currículo es el de haber salido en Interviú -no en la portada enseñando cacho, no estoy yo para esos escrutinios, sino en la más humilde sección de reseñas literarias, cortesía del siempre elegante Alberto Gayo- antes de que la revista ascendiese en cuerpo y alma al cielo de las cabeceras desaparecidas, me propongo cumplir fielmente el mandamiento de Cándido.

Así que, aunque en A Coruña el verano es una ruleta -en concreto, una ruleta rusa, de las de volarse la tapa de los sesos-, me pondré a remojo en el Atlántico entre página y página, entre nube y nube.

Sin ánimo de recomendar nada a nadie -no están los tiempos para dar consejos, que en seguida llueven pedradas a diestro y siniestro-, apunto aquí unos títulos por si a alguien le apetece seguir la dieta de Cándido y los antiguos griegos que, aunque no adelgace, sí promete algunos chispazos de dicha. A mí, entre chapuzón y chapuzón, me encontrarán a la sombra de Las rumbas, de Joan de Sagarra; Inspiración para leer, de José Antonio Montano; El caso del asesinato del escarabajo, de S. S. Van Dine; y La vida en el Misisipi, de Mark Twain, que ha traducido para Reino de Cordelia la sabia coruñesa Susana Carral.

A estas alturas, no se me ocurren muchos más atajos para ser razonablemente feliz que una sombra, un libro y nuestro pálido verano coruñés.