La soprano Saioa Hernández, en A Coruña: «España fue un faro en Europa por mantener teatros abiertos»

M.C. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

ANGEL MANSO

La primera cantante española que abrió la temporada de La Scala de Milán y  el tenor Francesco Galasso ofrecen este jueves un concierto en el Colón en el marco de la Programación Lírica

22 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Decía Montserrat Caballé que ella era la única Butterfly que se había casado con su Pinkerton, y no es verdad. Nos hace mucha ilusión tener esta coincidencia con ella, a quien tantas cosas nos unen», dice el tenor italiano Francesco Galasso al lado de la soprano madrileña Saioa Hernández, la primera cantante española que debutó en la Prima de La Scala de Milán, la función que inaugura la temporada cada 7 de diciembre, día de san Ambrosio.

Pareja fuera de los escenarios, este jueves ofrecen un concierto en el marco de la Programación Lírica de A Coruña con un repertorio «potente, muy duro, con piezas que no se hacen normalmente, del primer Verdi, de bel canto, y después una parte romántica más verista, que es el repertorio que más nos llena y que nos hace mucha ilusión porque además nos acompaña al piano nuestro amigo Borja Mariño», explica la cantante. El recital tendrá lugar en el Colón a las ocho de la tarde y las entradas solo podrán adquirirse en las taquillas del teatro desde dos horas antes. 

Adiós a las grandes óperas

Llegan Hernández y Galasso año y medio después de una pandemia que desterró las grandes producciones operísticas de los escenarios y a la vez convirtió a España en «un faro», porque aquí «mantuvieron los teatros abiertos casi siempre, mientras que en Italia o en Alemania, donde la cultura está en primer lugar desde el punto de vista gubernamental, decretaron cierres muy largos. De hecho, fuera nos preguntaban cómo hacía el Teatro Real, cuáles eran los protocolos, y cómo salían los números para seguir», apunta el tenor, que felicita a Amigos de la Ópera por su esfuerzo para mantener una programación «muy rica y de primer nivel, como ese I Puritani que han hecho o el Pagliacci que van a hacer», remarca.

En estos meses los conciertos han ido ganando espacio, a la vez que se cancelaban los montajes con coro y con un sinfín de personajes sobre el escenario, y los cantantes se han ido adaptando a un formato exigente, que los obliga a saltar de un personaje a otro y renunciar a la otra gran dimensión del género junto con el canto. «La parte actoral pesa mucho. Depende del artista, pero en los conciertos a mí me falta, y con la práctica acabas aprendiendo a transmitir y entregarle al público, aunque no haya escena, esa energía que también él necesita», explica la soprano a la que Caballé llamó «la diva del siglo XXI», un título ampuloso que no significa otra cosa que «ser verdad. No las que se hacen las divas, que todavía queda mucho de eso, por desgracia. Una diva lo hace todo desde dentro, lo vive y lo cree, y por eso es verdad», cuenta. Y recuerda otra de las lecciones que recibió de su maestra la misma tarde de su debut en Catania, cantando Norma con Gregory Kunde. «Hubo inundaciones, pasaron todo al teatro y dos horas antes me dijeron que tenía que comprar un traje de concierto. Yo estaba como un flan, era mi debut, llamé a Carlos Caballé lamentándome, porque me había llevado él, y oí detrás a Montserrat: "Pásamela, pásamela". Y me dijo: "Mira, niña, tú hoy ya no eres Saioa, tú hoy eres Norma, así que si tienes que salir a cantar en jeans sales a cantar en jeans. Y yo llorando. "Vale, maestra; vale, maestra". Montserrat me enseñó a pasar por encima de algunas cosas, a dejarlas pasar. Tú tienes que estar concentrada en lo que realmente es tu trabajo que es ser Norma», dice.

Desde el 2018, tras su debut en La Scala, la soprano madrileña es reconocida en todos los teatros del mundo y hoy defiende el trabajo anterior, el riesgo asumido. «Nadie te coge para abrir una temporada en La Scala si no has hecho nada antes», dice. Sueña con hacer «las reinas de Donizetti, Ana Bolena y Lucrezia Borgia» y espera con ganas la Butterfly que interpretará en octubre en Berlín, la ópera que cantó con el que acabaría siendo su Pinkerton y que ayer en A Coruña la llevó a reflexionar sobre la dificultad de sostener ciertos personajes, no femeninos, sino masculinos, maltratadores, «muy rastreros». Y responde Galasso: «Está constatado que los grandes tenores solo interpretaron a Pinkerton un par de veces, cuando eran jóvenes, porque el público trata mal al personaje, tú como cantante lo notas, y es muy desagradable cuando sientes ese rechazo. Pero hay que recordar que el sentido original, cuando se escribió la ópera, fue de crítica y así de debe mantener».