Un informe del Instituto José Cornide somete a análisis los 22 bienes de interés cultural de la ciudad
10 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Hay en la ciudad una colección de arte extraordinaria encerrada en un búnker, escudos valiosos que ni se conoce que existen, un castro que nunca se vio, mansiones neoclásicas cruzadas por cables y letreros de publicidad, un cruceiro excepcional al alcance de un mal golpe... Así se encuentran algunas de las joyas mayores del patrimonio coruñés. La protección no garantiza el cuidado. Un informe del Instituto José Cornide recoge el trabajo de análisis y diagnóstico de la situación de los 22 bienes de interés cultural (BIC) de la ciudad que culminó la sección de patrimonio a principios del 2018. Las conclusiones han visto ahora la luz y, además de aclarar dudas sobre legislaciones antiguas que afectan a los bienes, identifican los valores que justifican la distinción, avanzan los problemas de conservación que soportan y proponen actuaciones para recuperarlos.
Solo seis de los 22 merecen el visto bueno de los especialistas. El Museo de Bellas Artes, el Muncyt, el Archivo del Reino de Galicia, la Biblioteca Miguel González Garcés de Elviña, la batería de Oza, cedida a la UDC, y la obra de Castelao, declarada BIC en el 2011 y de la que custodian cinco piezas en Bellas Artes, una sobresaliente, A tentación de Colombina, en la Fundación Rodríguez Iglesias, y varias en las fundaciones Abanca y María José Jove.
Inventario de escudos
El resto no pasa el examen. «Pendente e urxente» considera el José Cornide la realización de un inventario de escudos históricos anteriores a 1901, condición indispensable para ser declarados BIC. Igual tarea debe atender a los hórreos, diversos y singulares en la ciudad, indica. Y sobre los cruceiros anima a trasladar a un museo el de la colegiata de Santa María, del siglo XV, y el de la iglesia de San Andrés, del XVI, para sustituirlos por réplicas. Además, alerta del estado de los petroglifos de Punta Herminia, «malo», sin matices, y pide medidas de consolidación y protección.
Los grandes monumentos requieren otras actuaciones, empezando por la Torre. Aparte de la degradación de la piedra y las labras, el informe llama la atención sobre las «excesivas» instalaciones deportivas y las naves ruinosas del entorno, y los locales provisionales de acogida de visitantes, que deben sustituirse por un centro de interpretación, para el que propone la antigua cárcel. Del castillo de San Antón critica el aparcamiento en la vía de entrada, que frustra la visión de la fortaleza como la isla que fue, y en especial la situación del patio de armas, almacén al aire libre de esculturas antiguas, expuestas a las inclemencias. No se salvan del descuido la plaza de las Bárbaras, el pavimento de cantos y la fachada del convento; las ruinas de San Francisco en el jardín de A Maestranza, «en convivencia coa muralla e sen ordenación clara»; la muralla de San Carlos, necesitada de restauración y eliminación del peto superior, o las casas de Paredes, dañadas por el estado el entorno y por obras parciales y dispares que han borrado la unidad del conjunto.
El informe alude también a la colección de arte contemporáneo de Abanca, «en perfecto estado de conservación», pero inaccesible y pendiente de abrir al público, «algo de imperiosa necesidade dado o carácter excepcional do fondo artístico».