El arquitecto Fermín Blanco interviene el espacio de juego de tres centros públicos de A Coruña
07 ene 2022 . Actualizado a las 09:28 h.Los niños escarban en la espuma que recubre los pilares del patio del colegio, porque es el único sitio donde pueden escarbar. Se apelotonan alrededor de una ranura en la que brota un hierbajo y a veces un caracol, porque es el único resquicio de naturaleza que encuentran. Todo lo demás es «monotonía absoluta, hormigón gris, monocromático, monomaterial, monotodo. Es el fruto de la política de bajo coste. Si se planta un árbol hay que recoger las hojas, así que se van haciendo cada vez patios más duros, más fáciles de mantener, y se van generando a la vez problemas de convivencia, conflictos, violencia y falta de opciones de juego», explica el arquitecto Fermín Blanco, creador del Sistema Lupo e impulsor desde hace diez años de iniciativas en centros públicos para mejorar la educación desde la arquitectura.
En una intervención reciente en el programa Ciudades Pospandemia del Musac, Blanco puso al descubierto la situación en que se encuentran los colegios. «Hay que quitarse la careta. Los centros están hechos una pena. El problema es tan gordo que no saben por dónde meterle mano, porque con partiditas de 5.000 euros no se resuelve nada y la inversión que se necesita es brutal», explica.
El arquitecto hizo de la precariedad virtud y, a través de los centros de formación y recursos para el profesorado dependientes de la Xunta, ha conseguido movilizar a comunidades educativas, empresas y ayuntamientos de Galicia —también tienen obras en el País Vasco— para llevar adelante sus proyectos, siempre con la participación entusiasta de los profesores y las familias, y casi siempre de empresas locales que acaban colaborando y donando material para aprovechar los recursos.
Este año el equipo da el salto a A Coruña. Crear comunidad en el medio rural es fácil. «La ciudad es más compleja», dice. En este desembarco urbano los apoya el Ayuntamiento y las comunidades educativas de los CEIP Ramón de la Sagra y Cidade Vella, y el CEE Nosa Señora do Rosario. Cuando los chavales del Ramón vuelvan a clase, se sumergirán en un proyecto pedagógico que los llevará a analizar su patio y su entorno, a construir una maqueta a escala del barrio de las Flores y a recoger, en fichas, las fortalezas y los puntos flacos que permitirán a los arquitectos cerrar un anteproyecto antes del verano. Todo se convertirá en material educativo. «El potencial aquí es enorme», dice Fermín Blanco. Y aun con la hoja en blanco, señala la dirección de los nuevos patios: «Un árbol, un arenero, una topografía, unos setos, sombras, pizarras, huertos, que el fútbol no monopolice el espacio».
Desde un foso relleno de taburetes hasta un tobogán para unir los aseos y el aula
«No es un catálogo de soluciones», advierte Fermín Blanco del programa Mestra de Obra. «Creamos comunidades en cada colegio», y por eso la solución a la que se llega no se puede exportar. En el patio de un centro de Zas picaron 700 metros cuadrados de hormigón, levantaron en su lugar pequeñas colinas de hierba e instalaron contenedores de reciclaje de vidrio donados por una empresa local que los fabrica para todo el noroeste español. Cuando terminan las clases, los niños se juntan allí. El nuevo espacio superó el uso educativo.
En Cerceda, sorprendidos por la buena arquitectura del colegio, indagaron en archivos y en la hemeroteca de La Voz y descubrieron que había sido proyectado por José Antonio Franco Taboada, autor de la coruñesa torre Hercón, en los años de las luchas campesinas contra las expropiaciones para la mina de carbón de As Encrobas. De todo ello se habló en las aulas.
Pero el ejemplo principal del trabajo de Blanco está en Vedra, donde lleva seis años actuando. Allí abrieron una ventana por la que los niños pasan de los aseos al aula a través de un tobogán o un foso relleno de taburetes. Cómo activarlo queda para los profesores. «Nosotros no tuvimos asignatura de Fosos», bromea el arquitecto.