
O Mercadillo ofrece muebles centenarios, objetos de colección como una figura de ámbar negro y mil curiosidades
12 ene 2022 . Actualizado a las 19:44 h.¿Se puede tener un chinfonier de la casa Roche Bobois por 350 euros? ¿O mueble bajo chino, lacado, montado sin un solo clavo, por 270? Sí, si uno sabe donde buscar. Y ese dónde es O Mercadillo, el rastro benéfico que se instala todas las Navidades en A Coruña para ayudar a la Cocina Económica, y que en esta ocasión tiene una «sucursal» en Linares Rivas (esquina Ramón de la Sagra) que ofrece gangas de última hora. Queda una semana para que el rastro cierre sus puertas y como explica su mentora, Isabel Ruiz, los objetos tienen «precios muy asequibles porque no queremos repetirnos el año que viene».
Por eso se puede encontrar en este local de Linares Rivas —el primigenio está en el corazón de la calle Real— una vajilla art decó checa, admirables cubiertos de servir de Limoges o copas de de champán hechas con cristal de la Granja y pie de plata a precios imposibles. Y muebles. Como un espectacular tocador art decó de solo 105 centímetros de largo, hecho con cedro y marquetería, que está impecable y cuesta 450 euros. O un banco rondeño de 180 que comparte espacio con otro totalmente distinto, un Luis XV lacado en blanco y con el asiento de rejilla, que tiene más de cien años y estaba en un pazo (se vende por 480).
Hay varios muebles-bar, sorprendentemente estrechos y fáciles de colocar para tratarse de piezas antiguas. Los hay por 280 (con una curvatura en sus molduras muy decorativa) o 340 euros.
Tiene el local una amplia colección de cuadros, entre los que destaca una serie de Isabel Ojea, un mural en estuco de grandes dimensiones y hasta un tapiz gobelino con escenas galantes. En el amplísimo local, cedido de forma altruista al equipo de O Mercadillo, se encuentra un magnífico termo-jarra de Christofle, firmado (200 euros), o una magnífica jaula de madera de más de cien años (80 euros).
Hay consolas, sillas, mesas y todo tipo de vajilla, cuberterías y cristalerías, pero de entre todos destaca una pieza única: se trata de una figura japonesa hecha de ámbar negro dominicano —el más raro de todos, y que se distingue por conseguir reflejos rojizos— de 51 centímetros de alto que es digna de un coleccionista.