La Sinfónica interpretó piezas de Rachmáninof y Hindemitt
13 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.El 13.º de abono de la OSG ofrecía dos obras estéticamente antagónicas: el postromanticismo de Serguei Rachmáninof (1873-1943), Concierto para piano n. 2, op 18 en do menor, y el objetivismo de Paul Hindemitt (1895-1963), Sinfonía Matías el Pintor. Alexei Volodin (1977) sustituyó al solista previsto; dirigió Alexei Kochanovski (1981).
Rachmáninof se erige en uno de los más importantes músicos rusos. Romántico desde Chaikovski, crea ajeno a las nuevas tendencias. Por ello es cuestionado acremente por su Sinfonía n. 1. Tras cuatro años de depresión, el joven genio resurge en 1901 con el Concierto n. 2 y la obra está en el repertorio de los grandes pianistas. Inspiración melódica, recursos pianísticos de virtuoso, capacidad orquestadora (la mano de Rimski-Korsakov) hacen de la obra un capo lavoro (Rachmáninof tras la revolución vivió en EE. UU., donde murió.) Ahí estaba Volodin, que domina la obra con todos los medios: pulsación, legato, fraseo, digitación, pedales, colores y expresividad (solventó la falta de ensayos). La orquesta contribuyó con su entrega y la guía del director, pese a que inevitablemente hubo desajustes. Exquisito Chopin y un delicado Rachmáninof fueron las propinas.
El alemán Paul Hindemitt es uno de los casos de músico de gran formación, pero poco atendido como creador. Nace influido por los restos del romanticismo, del que se aleja pronto desdeñando los sentimientos en la música y asume la Nueva Objetividad. Se interesa por la atonalidad y el serialismo. Huye del nazismo y como Serguei vive en el exilio. Presta atención a la música medieval y renacentista y asume el neoclasicismo. En 1935 concluye su ópera Mathis der Maler basada en la vida del pintor renacentista Mattias Grünewald, de inclinación religiosa y sombría, a partir de la cual escribe la Sinfonía Matías el Pintor, en base a tres escenas: Concierto de Angeles, Misa fúnebre y Tentaciones de San Antonio. Delicada la descripción celeste, elegíaca la crucifixión y sólidas las tentaciones, es obra catedralicia, de grandes bloques sonoros con el metal con papel primordial. Distante, elegante y preciso, Kochalovski dirigió con autoridad, perfectamente secundado por orquesta y solistas. Ovación.