Desde el cruce de siglo se pierden entre las brumas del tiempo los ministros de todo signo político que levantaron la mano para anunciar la ampliación de la vía
23 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Diez años han pasado desde que en marzo del 2012 la ministra Ana Pastor prometió una avenida de Alfonso Molina «humana y funcional». Ella no fue la primera ni la única. Desde el cruce de siglo se pierden entre las brumas del tiempo los ministros de todo signo político que levantaron la mano para anunciar la ampliación de la vía de los 120.000 vehículos diarios, pero ni uno solo ha sido capaz hasta la fecha de embridar el proyecto.
Por el camino se fueron quedando anuncios de fondos europeos, consignaciones en los presupuestos estatales, preproyectos de anteproyectos, estudios de todo pelaje, humanizaciones con árboles caducifolios que convertirían la calzada cada otoño en una pista de patinaje y hasta pasos para anfibios que facilitarían el tránsito de las ranas por debajo de la avenida. Tremendo.
El penúltimo episodio de este sinsentido es haber vendido la construcción de una pasarela para peatones sobre Lavedra a la altura de Pedralonga (reclamo histórico y justificadísimo de los vecinos del barrio) como la primera fase de las obras de reforma y humanización de Alfonso Molina.
La magna obra programada por ahora en la más importante vía de acceso a una ciudad de un cuarto de millón de habitantes es... una pasarela. Una pasarela jaleada hace medio año como el principio del fin de los problemas de tráfico en nuestra ciudad y que, además, ni siquiera avanza como estaba previsto.
De hecho, se estancó. Al parecer, por una inoportuna tubería de agua y por el encarecimiento del precio del acero. Y si está así la pasarela, ¡cómo estará el trámite de la propia avenida! Pocos proyectos tan prometidos y olvidados como este. Una kilométrica quimera.