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José Fernández Pernas, presidente de Renacer en A Coruña: «Si me dejasen hablar con Putin seguro que le convencía de abrazar a Zelenski»

Fernando Molezún A CORUÑA

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Lleva 35 años al frente de la asociación, que cuenta ya con 15 hogares de acogida

02 may 2022 . Actualizado a las 10:11 h.

José Fernández Pernas (Langreo, 1955) se define como hijo de gallega y asturiano: «Mi madre se fue de Lugo a trabajar a Asturias después de la Guerra y conoció a mi padre, que era minero, aunque luego se dedicarían a la hostelería», cuenta. Al acabar la carrera de medicina se vino a vivir aquí —una suerte para los coruñeses—, donde aparte de atender las dolencias de los enfermos se dedicó a atender las necesidades de los que menos tienen a través de la asociación Renacer, que fundó hace 35 años. Ahora está jubilado de la medicina, pero no de Renacer: «Aquí no hay jubilación posible. Es más, tengo ahora más trabajo que nunca, porque tengo más tiempo para dedicárselo. Y si pudiera hacer más, más haría. Porque los recursos son siempre limitados, pero las necesidades no paran de crecer», admite.

—Son 35 años al pie del cañón...

—En realidad, alguno más, porque Renacer se constituyó en abril del 87, pero ya unos años antes empecé a trabajar en esto como una iniciativa personal mía, con ayuda de Carmen Salorio. Pero conocimos al notario Pablo Valencia, que fue el que tuvo la idea de crear oficialmente la asociación para tener la posibilidad de optar a ayudas y ampliar nuestra capacidad de acción. Así que elaboró unos estatutos y en abril de 1987 se constituyó legalmente.

—¿Qué le llevó a dedicarse a ayudar a los demás?

—Todo parte de mi fe cristiana, que me obliga a atender a aquellas personas que lo necesiten. Antes de cumplir los 30 años ya colaboraban con las monjas Adoratrices dando charlas a las chicas que tenían acogidas para que no cayesen en el alcohol o las drogas, y también atendía a los gitanos que vivían en la Cubela. Y una de las chicas de las Adoratrices me habló de un joven que estaba en la calle, que le habían dado una puñalada en una pierna. Me contó su vida, que había sido abandonado en la casa cuna, que pasó por colegios tutelados y que a los 18 años se quedó en la calle y empezó a robar. Y este chico me puso en contacto con otro de su edad que estaba durmiendo en una casa abandonada detrás del hospital. Les pregunté si querían tener un hogar y con ellos dos abrí el primer piso, que me alquiló una persona que conocí en el grupo de oración que teníamos en la parroquia de los Franciscanos. Así arrancó la idea de crear un hogar para aquellos que no lo tenían.

—¿Qué balance hace de estos años?

—Cuando era joven era más optimista. Pensaba que abriendo un piso de acogida ya no habría nadie durmiendo en la calle. Ahora sé que ni abriendo el hotel Palace podría acabar con esto. Pero el balance es sin duda positivo. Por aquí ha pasado gente maravillosa. Muchos de ellos son un verdadero ejemplo de vida para mi. De hecho, uno de los primeros, Juan, ese al que fui a visitar en la casa abandonada tras el hospital, es actualmente el vicesecretario de Renacer, y a pesar de todo lo que ha sufrido es un hombre entregado a los demás. Para mi es un honor estar a su lado trabajando. Pero todo ha cambiado mucho en estos años, empezaron a llegar más inmigrantes y les abrimos nuestros hogares. Hemos tenido gente de 90 países.

—¿Cuál es la situación actual de Renacer?

—Tenemos a unas ochenta personas acogidas en nuestros quince hogares de A Coruña, Arteixo, Oza dos Ríos y Oleiros. El de Oza es un proyecto muy ilusionante que surgió gracias a un benefactor que nos cedió un terreno con una casita para que pudieran vivir algunas familias de la agricultura. Decidimos hacerlo bien desde un punto de vista ecológico, dimos cursos de agricultura ecológica y eso unido a lo que ya sabían algunos de nuestros acogidos, que venían del campo, nos ha permitido poner en marcha este proyecto dirigido a crear un trabajo estable y digno.

—¿Les ha afectado la guerra en Ucrania?

—Claro. Estamos dando clases de español a unas cuantas mujeres ucranianas y tuvimos acogida a una familia que vino de allá, aunque ha conseguido ya independizarse. Yo no entiendo nada. Hemos tenido a rusos y ucranianos con nosotros y convivían perfectamente, eran como hermanos. ¡Si me dejaran hablar un ratito con Putin, seguro que lo convencía de ir a darle un abrazo a Zelenski! [ríe]. Seguro que es buena gente, pero le falta amor.

«La pandemia sacó a la luz la cantidad de personas mayores que estaban solas»

Las puertas de Renacer en la Sagrada Familia están siempre atestadas de gente, porque su labor no se limita a sus hogares de acogida, sino que va mucho más allá. «Atendemos las más variadas necesidades, desde alimentos a aquellos que necesitan recursos para hacer frente al pago de un recibo. Y si no podemos prestar esa ayuda, pues encontramos dónde pueden. Es decir, que si uno necesita un abogado para tramitar su residencia, le dirigimos hacia Ecos do Sur. Entre todos, entidades públicas y privadas, nos complementamos», Explica el doctor Pernas.

—Y han creado un programa de atención a personas mayores.

—Sí, el +50 Contigo, que patrocina el Ayuntamiento junto a Cáritas y Cruz Roja. Acompañamos y ayudamos a personas de más de 50 años. A partir de esa edad es complicado conseguir empleo, hay personas mayores a las que servimos lo más básico, alimento, cobijo, y otros que pueden tener recursos pero que necesitan que se les acompañe al médico o a realizar gestiones o un recado. Tener el apoyo del Ayuntamiento nos permite dar un servicio más profesional, y es algo muy importante porque estamos viendo casos muy duros, gente que está muy sola.

—Lo pusieron en marcha coincidiendo con la pandemia.

—Es que fue la pandemia lo que sacó a la luz la necesidad que había en este sector de la población, la cantidad de personas mayores que estaban solas, sin apoyo familiar. Por eso se puso en marcha este programa, con el apoyo de todos los grupos municipales, que creo que es algo que hay que destacar. Ahora debemos tener más de veinte mayores de 50 acogidos en nuestros hogares, además de los que atendemos en sus propias casas.