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Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria: «Todo indica que la guerra de Ucrania será larga»

Nuria Guillermo
Nuria Guillermo A CORUÑA

A CORUÑA

Jesús Núñez Villaverde, en la ponencia celebrada en la Facultad de Derecho de A Coruña sobre el conflicto de Ucrania.
Jesús Núñez Villaverde, en la ponencia celebrada en la Facultad de Derecho de A Coruña sobre el conflicto de Ucrania. MARCOS MÍGUEZ

El especialista en conflictos visitó A Coruña este lunes para participar en una ponencia sobre las claves del conflicto en la Facultad de Derecho de la ciudad

09 may 2022 . Actualizado a las 17:55 h.

El gallego Jesús Núñez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) de Madrid y Miembro del International Institute for Strategic Studies de Londres. Este lunes, el especialista en conflictos internacionales visitó A Coruña para participar en la ponencia «Las claves de la guerra de Ucrania», organizada por la Universidade da Coruña y que se celebró en el salón de actos de la Facultad de Derecho de la ciudad. En esta jornada, analizó el conflicto desde el punto de vista geoestratégico.

 —Llevamos 75 días de guerra, ¿encaja con lo que se preveía cuando se inició el conflicto?

—Depende desde qué perspectiva se mire. Desde luego, los ucranianos, que se están jugando su propia existencia como Estado, no lo miden en términos de tiempo, sino de capacidad para resistir, para impedir que Putin pueda salirse con la suya. Si lo miramos desde la perspectiva de Moscú, evidentemente todo parece indicar que había un plan A, que consistía básicamente en tomar la capital y derribar al gobierno en cuestión de días. Desde esa perspectiva, todo lo que ha ocurrido a continuación son malas noticias para Rusia. Pero, en cualquier caso, sigue empeñada en conseguir por la fuerza el objetivo que se había planteado. 

 —Putin lleva desde el primer día del conflicto diciendo que lo que Rusia pretendía era defender el Donbás de la ocupación ucrania. ¿Realmente este era su objetivo?

—Todo parece indicar que no. Lo que pretendía Putin era conquistar esa casilla del tablero de ajedrez [Ucrania] para incorporarla a su zona de influencia. Otra cosa es que, si no lo ha conseguido en lo que creía que era un paseo militar, colocando a una marioneta al frente de ese gobierno ucraniano, lo está intentando conseguir ahora por aplastamiento, contando con la superioridad de medios que tiene. Y, como objetivo mínimo, cabe imaginar que lo que busca es garantizar un corredor terrestre que una la península de Crimea con la propia Federación Rusa para mantener, por tiempo indefinido, el control de ese territorio.

 —También se habla con frecuencia sobre la posibilidad de que alguno de los misiles rusos caiga en territorio de la Unión Europea. ¿Realmente existe este riesgo?

—Una guerra es una confluencia de tantos actores y de tantas variables que es imposible que nadie pueda garantizar que todo lo que tenía planificado es lo que va a ocurrir. Por lo tanto, que por accidente, por mala utilización, por condiciones climatológicas… un misil pueda caer en territorio de la Unión Europea no es descartable. Del mismo modo, está habiendo también episodios de cierta violencia en territorio ruso. Cabe imaginar que Ucrania tiene algo que ver con eso. Pero, en cualquier caso, no estamos, de momento, en una escalada militar, sino que el conflicto sigue estando contenido en cuanto al territorio de Ucrania. 

 —Viendo cómo está evolucionando el conflicto, ¿Rusia está consiguiendo lo que se proponía? 

—Creo que todo se basa en la idea de que Ucrania resiste, a pesar de todo, pero que Rusia sigue avanzando. Si pensamos en que la guerra pueda derivar en un proceso largo, evidentemente la superioridad de medios, tanto por recursos humanos como por recursos físicos que puede poner en juego Rusia, cabe imaginar que le puede dar, finalmente, algo más de lo que tiene ya ahora mismo. Si por victoria entendemos expulsar a Rusia de todo el territorio de Ucrania, está claro que eso está fuera del alcance de las fuerzas armadas ucranianas, por mucho que se empeñen en el combate. En cualquier caso, cuentan con el apoyo occidental, en buena medida, y con el suministro de armas. Eso lo que está haciendo es que Putin no pueda conseguir sus objetivos por la fuerza y a corto plazo. Esto, en el mejor de los escenarios posibles, puede derivar en una mesa de negociaciones en la que, bajando de su posición maximalista, lleguen a encontrar algún acomodo que, desgraciadamente, podría acabar con una fractura en el país, con una parte en manos de Moscú y otra parte controlada desde Kiev. 

 —Las sanciones que se han impuesto a Rusia, ¿están teniendo el impacto previsto?

—Hay un listado de 48 países que Moscú considera hostiles, bien porque le aplican sanciones, bien porque le están suministrando armas a Ucrania. Esos son los países que, en diferentes oleadas, han ido incrementando el castigo a Rusia. Pero, por mucho que podamos decir que, desde la perspectiva de la Unión Europea, son las sanciones más fuertes que ha aprobado nunca contra ningún país, se trata de preguntarnos si son suficientes para doblegar a Putin. Era claro que las sanciones no buscaban impedir la invasión, era imposible, pero lo que cabe preguntarse, mirando hacia delante, es si son suficientes para, en un momento determinado, obligar a Rusia a cambiar el rumbo que ha decidido hasta ahora. 

 —Visto como está actuando Zelenski desde que comenzó la guerra, ¿está cambiando la percepción que tienen el resto de países del dirigente ucraniano?

—Desde luego. Hoy en día, Zelenski se ha convertido en una referencia central, en el símbolo principal de la capacidad y de la voluntad de resistencia ucraniana, cuando en principio era un gobernante cuestionado, que no estaba cumpliendo con el programa con el cual fue elegido. Innegablemente, a día de hoy, si hay algún terreno en el que Ucrania está ganando de forma clara es en la batalla del relato. Ha arruinado la narrativa rusa, que decía que la operación especial militar se hacía para salvar a los ucranianos de un régimen genocida y nazi. Sin embargo, mientras que hablábamos de una sociedad fragmentada, hoy es difícil encontrar ucranianos que no estén de acuerdo con la defensa del país frente a la invasión rusa. 

 —¿Está cerca el final de la guerra?

—Todo indica que no. Ahora mismo, el final de la guerra será porque se rinde Ucrania —no parece que esté a punto— o porque Rusia escala al ámbito nuclear —no parece que sea lo más probable, aunque no hay que descartarlo—. Todo parece indicar que vamos hacia una guerra desgraciadamente larga, con una tragedia humana que va a continuar.

«La invasión de Ucrania no tiene una justificación jurídica. Es una agresión»

Araceli Mangas Martín, vicepresidenta de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y profesora de Derecho Internacional Público, y el Coronel de Infantería Antonio Bernal Martín, delegado del Ministerio de Defensa en Galicia, acompañaron a Núñez Villaverde durante esta jornada sobre el conflicto ucraniano.

Antonio Bernal Martín, Araceli Mangas Martín y Jesús Núñez Villaverde, en la jornada «Las claves de la guerra de Ucrania».
Antonio Bernal Martín, Araceli Mangas Martín y Jesús Núñez Villaverde, en la jornada «Las claves de la guerra de Ucrania». Angel Manso

La catedrática explicó las claves de la guerra desde el punto de vista jurídico, insistiendo en que el derecho internacional solo contempla dos casos en los que un país pueda agredir a otro: por legítima defensa o si el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas lo autoriza. «La invasión de Ucrania no tiene justificación jurídica. Es una agresión», sentenció.

Por su parte, el coronel analizó el conflicto bélico desde la perspectiva militar, incidiendo en que, aunque Rusia presentaba a priori una fuerza militar mayor que Ucrania, el transcurso de la guerra está demostrando la capacidad de resistencia del país invadido. «Es muy difícil que el ejército ruso venza.

Es muy pequeño para invadir un país de las dimensiones de Ucrania», afirmó Bernal Martín. También aclaró que todavía no está claro cuál será el final de la guerra, puesto que «el ejército ruso no tiene fuerza para vencer, pero el ucraniano tampoco las tiene para desalojarlo».