José Antonio Pinto: «Todavía hay pacientes que tardan 8 o 10 años en reconocer la artritis»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

La Voz

El médico adjunto del servicio de Reumatología del Chuac insta a agilizar el diagnóstico para evitar el riesgo de discapacidad

15 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Acudir al médico cuanto antes y sin demorarlo fue el mensaje central lanzado ayer por José Antonio Pinto Tasende, médico adjunto del servicio de reumatología del Chuac y ponente de las Charlas Saludables, el ciclo de divulgación organizado por el área sanitaria de A Coruña y Cee con La Voz de Galicia. En una nueva sesión en el el auditorio de Afundación de A Coruña, el especialista centró su exposición en la artritis psoriásica, dolencia que se calcula que afecta al 0,5 % de la población, que «supone, aproximadamente, el 20 % de los que presentan psoriasis», precisó.

Con ánimo de sensibilizar y utilizando un discurso didáctico, insistió el facultativo en hablar de una base fisiopatológica común de la «enfermedad psoriásica» que puede manifestarse con afectación cutánea, la más conocida, pero también ósea. Independientemente del tejido que sufra los daños, la piel o las articulaciones, detrás se encuentra un trastorno relacionado con el sistema inmunitario. «Lo que provoca la inflamación en uno u otro es común», recalcó antes de apuntar a «un origen múltiple sin causa única».

«Hay factores genéticos asociados a la aparición de psoriasis y por tanto de artritis, y hay factores ambientales que se sospecha que pueden incidir, desde infecciones hasta la alimentación o el estrés», añadió. Así, diferentes estudios apuntan a una mayor frecuencia de la patología y una peor respuesta a los tratamientos en enfermos con dietas desequilibradas.

Aunque todavía falta avanzar en el conocimiento sobre el impacto de las circunstancias que no vienen determinadas por herencia, la genética sí explica que en algunas áreas geográficas, como el Este de Asia, desde China a Japón, exista menor concentración de casos, mientras que en los países nórdicos y en algunas de las antiguas repúblicas soviéticas sucede todo lo contrario.

Calidad de vida

En cualquier caso, Pinto puso el acento en que «hay mucha diferencia entre diagnosticar y empezar el tratamiento en los primeros dos o tres años de la enfermedad, que retrasarlo. Todavía hay pacientes que tardan 8 o 10 años en reconocer la artritis psoriásica, o que no le dan importancia y dejan pasar el tiempo», lamentó, ya que «cuanto más tiempo pase, las posibilidades de tratamiento disminuyen y las de sufrir discapacidad aumentan».

En este sentido, recordó que la artritis puede provocar importantes deformidades en manos, rodillas y columna que llegan a limitar la autonomía personal del individuo y el desarrollo de actividades cotidianas y, por tanto, devalúan su calidad de vida. «Es una enfermedad que, además, afecta también a otras esferas, en estas personas suele aumentar la depresión, los problemas cardiovasculares y hepáticos», apuntó.

«Lo importante —reiteró— es que el paciente sea capaz de reconocer los síntomas para acudir al médico y poner tratamiento cuanto antes para controlar una enfermedad que es crónica, como la diabetes; va a requerir tratamiento posiblemente de por vida, la enfermedad psoriásica no se puede curar, pero sí es posible frenar la inflamación y que no aparezcan tantas secuelas».

Por ello, el especialista instó al público a que en caso de sospecha «deben dirigirse a su médico de cabecera para que valore remitirlos al reumatólogo» y enumeró los signos de alarma más habituales, como «dolores articulares persistentes en el tiempo, rigidez matutina, hinchazón en algún dedo, dolores en los tendones o dolor de espalda en reposo». Se trata, además, de señales que «pueden desencadenarse a cualquier edad —advirtió—, aunque es más frecuente entre los 40 y 45 años».

Alertó también el doctor de que no hay que dar por supuesto que va a aparecer una lesión en la piel antes de sufrir daños articulares, ya que no siempre es así. Bien es cierto, añadió el experto, que determinados tipos o perfiles de pacientes con psoriasis cutánea tienen mayor tendencia a desarrollar artritis, como aquellos con manifestaciones en el cuero cabelludo, en el ombligo, entre las nalgas o incluso en las uñas.

En cualquiera de los casos, Pinto Tasende trasladó un mensaje de esperanza al auditorio, ya que el desarrollo de tratamientos ha experimentado una notable evolución en los últimos 15-20 años, hasta el punto de que nuevas terapias, como las biológicas y moleculares, «han cambiado por completo el curso de la enfermedad», recalcó.

Terapias biológicas y moleculares y avances hacia los tratamientos individualizados

Los nuevos tratamientos biológicos y moleculares para la artritis psoriásica se están aplicando ya en el área sanitaria coruñesa, confirmó el reumatólogo del Chuac. José Manuel Pinto Tasende puso especial énfasis en subrayar, además, que con su administración se están logrando «resultados sorprendentes e increíbles». Para su prescripción, tal y como establece el código médico, se siguen las recomendaciones y protocolos de las sociedades científicas, tanto nacionales como la europea y los organismos internacionales. No obstante, este tipo de fármacos constituyen uno de los últimos escalones en el programa terapéutico, que se ajusta en función de la gravedad y afectación de cada paciente.

Medicina personalizada

«El tratamiento es progresivo y va escalonado por etapas según cada caso, generalmente se empieza con antiinflamatorios y analgésicos», explicó sobre los primeros pasos a la hora de establecer la pauta a seguir para controlar la inflamación. «En algunos casos, se puede disminuir la dosis o incluso espaciar el tratamiento, pero generalmente son para toda la vida», añadió.

En esta línea, el reumatólogo mostró su confianza en el papel cada vez más relevante de la investigación, tanto en el desarrollo de la medicina personalizada o a la carta, como en la búsqueda de marcadores específicos para la detección precoz de aquellos perfiles con mayor propensión a sufrir un avance más agresivo de la patología y, por tanto, más posibilidades de padecer limitaciones de la movilidad.