Luis Gil: «En toda Europa no hay una olmeda del nivel de San Carlos en A Coruña»

m. carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

ANGEL MANSO

El catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, uno de los grandes especialistas en grafiosis del mundo, aconseja aplicar insecticida para salvar el jardín tras la tala urgente de tres árboles enfermos. El Ayuntamiento acelera el trámite para cortar el tercer olmo

22 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Tan pronto como tengáis un pronóstico de dos días sin lluvia, tratadlo, las partes altas sobre todo, hará falta un buen cañón», recomendó Luis Gil a los técnicos municipales que ayer lo acompañaron en su visita a San Carlos sobre el insecticida que aplicarán para tratar de salvar el jardín amenazado. El biólogo, ingeniero de Montes y catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, dirige uno de los grupos de investigación punteros en el mundo en el campo de la grafiosis, y ayer a mediodía, después de varias horas de pisotear el jardín, viejo conocido de sus tiempos mozos, compartió un pronóstico tranquilizador.

—¿Qué probabilidad existe de que en unos meses aparezca otro olmo infectado?

—Si se dan las mismas circunstancias que ahora, una fuente [un olmo moribundo o muerto] que emite insectos y vienen días de poco viento, puede ocurrir.

—¿Dónde está la fuente?

—Enfrente, en alguna olmeda lindera con rebrotes vivos.

—Si los insectos vuelven, ¿cómo se protegerán los árboles?

—Hay que tratarlos con insecticida, ahora y sobre todo cuando estén defoliados. Al comienzo de la primavera se rocía perfectamente. Ahora las hojas actúan como pantalla y tiran el insecticida al suelo, pero sin hojas queda pegado a la corteza y llega a todos los puntos.

—¿Descartan que el hongo haya llegado al sistema radicular?

—En principio, sí. Hay que impermeabilizar los tocones con betún para que dejen de emitir sustancias que atraen a los escolítidos.

—El hongo está pero muy controlado, entonces.

—Ahora mismo no, pero va a estar controlado en cuestión de días.

—¿Habrá que utilizar fungicidas?

—El fungicida no lo recomiendo, pero cada uno que se arriesgue a hacer lo que considere. Generan a los árboles unos daños muy grandes y no han demostrado eficacia en los 35 años que lleva la enfermedad matando millones de árboles en Eurpa y América. Ni uno.

—¿Por qué no se ha salvado una sola olmeda?

—Porque no había conocimiento suficiente, se aplicaron fungicidas de contacto, se gastó muchísimo dinero y no se consiguió absolutamente ningún resultado. El dineral que ocasionó la enfermedad en los años 80 y 90 fue inmenso, inmenso, y no se ha salvado un solo olmo. Solamente se han salvado los olmos que escapan por estar en situaciones privilegiadas para que los insectos no accedan a ellos, como estos. Pero el privilegio no es exclusivo, o lo es hasta que deja de serlo. 

—¿San Carlos puede ser una excepción?

—Ya es una excepción. En toda Europa no hay una olmeda del nivel de San Carlos. Quedan olmos vivos, pero solitarios, en plazas de pueblo. 

—¿El estrés al que se sometieron durante la obra pudo hacerlos más vulnerables al patógeno?

—Estos árboles no han tenido estrés, no hay más que mirarlos. Los que están sanos tienen las láminas foliares del tamaño correcto. Están en condiciones perfectas. Y los afectados tienen las típicas muestras de que ya no llega la savia.

—San Carlos no tenía plan de prevención contra la grafiosis.

—¿Uno tiene plan de prevención contra los 37 tipos de cáncer que tenemos las personas? No, solamente cuando tenemos los síntomas vamos al médico. Entonces, aquí si no hay una causa no puede existir un plan de prevención. De hecho, la prevención ha funcionado, porque durante treinta años no se han visto afectados, pero en un momento dado cambian las cosas. Ha habido olmedas famosas como la de la Alhambra, con varios centenares de olmos y no ha quedado ni uno. Y se han gastado fortunas desde el momento en que se se detectó, enseguida, y se empezaron a hacer planes de prevención, pero la Alhambra tiene olmos por todo su entorno, mientras que aquí hay casas y mar. Esa es la protección de la olmeda, aunque este año no haya funcionado.

—¿Ahora tampoco hace falta?

—Ahora sí, hay que dar tratamientos preventivos y vigilar constantemente, cada semana. Y si aparece una ramilla seca, coger un escalador, subir y cortarla dos metros para abajo, y ver que no sigue hacia abajo, porque si sigue, habría que cortar cuatro metros. Cuanto más se corte, mejor, dependiendo de la rapidez con que uno lo vea. Cuando el hongo muestra síntomas ya lleva una o dos semanas dentro. El hongo entra y se inicia la batalla entre la espora y el olmo. La espora tiene que ser capaz de contactar con células vivas, perforar su pared y alimentarse, porque la mayor parte de un árbol, de un olmo, son células muertas, el tronco y las ramas son células fundamentalmetne muertas. Solo están vivas las que están pegadas a la corteza y las parenquimales, que no se ven a simple vista.

—¿Aconseja plantar olmos resistentes a la grafiosis en el lugar que dejaron los enfermos que acaban de talar?

—No lo aconsejo, lo pido por favor, porque uno lleva 35 años trabajando con los olmos para que sigan siendo utilizados. Y en una zona donde verdaderamente representan algo sensible, por lo menos sustituirlos por algo mejor que lo que había ahora, salvo una diferencia, que no tienen 150 años.

—¿Podrían plantarse ya?

—Sí, la cuestión es que vengan con un buen cepellón si el viverista los tiene, pero siempre es más seguro hacerlo en otoño, cuando pierden las hojas.  

—¿Sabremos exactamente la variedad de los olmos de San Carlos?

—El botánico más experto en olmos que conozco me ha dicho que tiene que toquetearlo pero que le parece una variedad de jardinería de Ulmus hollandica. Se lo he mandado esta mañana a él y a un taxónomo de mucho nivel. Nosotros hemos visto que la inmensa mayoría de los olmos de España y de Galicia pertenecian a un único genotipo.

—¿De dónde procedía?

—Lo introdujeron los romanos a comienzos de nuestra era, Columela, un agrónomo de la zona de Cádiz. El olmo se utilizaba para soporte de las vides. Como las vides de forma natural eran trepadoras, dado que crecían en las orillas de los ríos y al haber muchos hongos trepaban para huir, cuando los romanos iniciaron la agricultura del viñedo utilizaron olmos como soporte. De ahí viene el origen de la columna salomónica. Podaban bien los árboles y las vides ascendían alrededor. En Italia este tipo de cultivo se mantuvo hasta el siglo pasado.

—¿Cómo evolucionó el uso?

—Se dieron cuenta de que los olmos tenían características muy buenas para ser plantados en las plazas de los pueblos y en montones de lugares, para alimentar al ganado cuando llegaba al invierno y para ciertos tipos de obras de carpinteria, y se difundieron por completo. Nosotros vimos que más del 60 % de los individuos era el mismo individuo, incluso en Inglaterra. Decían que los olmos españoles procedían de Inglaterra, y era precisamente al contrario, los ingleses procedían de los españoles. Y los españoles de Italia. Claro, eran muy sensibles. La enfermedad se extendió con mucha virulencia, y qué ocurre, que como morían tantos olmos no solo estaba el episodio de enfermedad, sino la plaga, la inmensa cantidad de insectos. Cuando yo era joven y entomólogo, me dedicada a los escolítidos, a la especie grande, Scolytus Scolytus, que necesita olmos muy grandes para reproducirse. 

—¿Dónde se plantaban olmos? 

—Eran sombra. El canal de Castilla tenía barcazas y a ambos lados mulas que las arrastraban. Había olmos alineados para dar sombra. Las norias, todas las norias de Castilla estaban rodeadas de una olmeda para que el burrito o el animal de tiro que sacaba agua durante el verano no se muriera. En las iglesias y en las zonas de romería estaban porque los olmos admiten muy bien los suelos compactos. Es un árbol de río, pero no de la parte más próxima al cauce, sino de la más alejada. Cuando llegan las inundaciones la zona queda anegada por completo, y el agua tiene muy poco oxígeno disuelto. Son muy pocas las especies capaces de vivir en esos suelos tan pesados y sin oxígeno. Y el olmo es uno de ellos, por eso admiten los suelos compactos y muy pisoteados, parques, jardines, plazas de pueblo, los bordes de los caminos… La Casa de Campo de Madrid era una olmeda, la carretera de El Pardo al Palacio Real era todo olmos, morirían 15.000 en el año 90. ¿Sabe de dónde viene lo de pedirle peras al olmo?

—Cuente.

—De las vides, de Cervantes. Había un poeta en el siglo I antes de Cristo, de Siria, Publio Siro se llamaba, que escribió un refrán que decía: «Si quieres peras no accedas a un olmo, vete a un peral». En el siglo XVI los versos se publican por primera vez, los leen tanto Shakespeare como Cervantes, y este lo transforma en «no le pidas peras al olmo».

—¿Se conservará la olmeda de San Carlos?

—Yo creo que sí. La gente está sensibilizada. Toda España está sin olmos y este lugar sigue. Es paradisiaco. La ciudadanía es muy crítica con este tipo de cosas, y si no toda, siempre hay ciudadanos muy críticos. Ahora no podrán decir que es que no ha habido un tratamiento eficaz, porque lleva treinta años la enfermedad y esta olmeda no ha muerto, pero si dentro de cuatro o cinco años vuelve a ocurrir, entonces habrá motivos para recordarles: estábais avisados.