Soleá Morente: «Tuve un momento crítico en el que no sabía si empezar a hacer oposiciones o a maquetar un disco»
A CORUÑA
Llegará este domingo a la Fundación Luis Seoane a las 21.00 horas como parte del festival Atlantic Pride para presentar su nuevo disco «Aurora y Enrique»
02 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.El festival Atlantic Pride llevará este domingo, 3 de julio, a Soleá Morente a la Fundación Luis Seoane, en A Coruña. La hija mediana del cantaor, ya fallecido, Enrique Morente y la bailaora Aurora Carbonell presentará su último disco, una oda al amor que recibió de sus padres. La madrileña confiesa estar emocionada por el concierto en la ciudad.
—¿Qué se va a ver sobre el escenario?
—Voy a ir en formato cuarteto. Eso quiere decir que va a haber teclado y voces, batería y guitarra flamenca. Voy a cantar Aurora y Enrique, que es mi último disco y algunas canciones de proyectos anteriores. También habrá algunas canciones nuevas que todavía no he publicado. Habrá presente, pasado y futuro en el concierto.
—Su actuación forma parte del festival Atlantic Pride, ¿habrá reivindicaciones en ese sentido?
—Siempre reivindico la igualdad, la libertad de expresión y el trabajar todos en una dirección para conseguir una sociedad en la que se pueda vivir sin prejuicios y en la que cada uno pueda ser uno mismo. De hecho, este año formo parte de una campaña que ha hecho Eduardo Casanova reivindicando el orgullo del pueblo. Es un vídeo en el que canto una versión de Tango Argentino, de Carlos Gardel. La hemos adaptado para hablar sobre las personas que se tuvieron que ir de su pueblo por su condición sexual. Antes una persona homosexual no podía vivir allí y se tenía que ir a las grandes ciudades.
—¿Cómo fue el proceso de composición de su nuevo disco?
—Nació en el confinamiento y es fruto de una necesidad de cantar a las cosas verdaderas que nos hacen y nos construyen por dentro. Es al amor de mis padres, a la idealización del amor. Los que hemos tenido unos padres que se han querido y han tenido una relación maravillosa, tendemos a idealizarla. Mis padres tendrían sus cosas, imagino, como todas las personas, pero me quedo con lo bueno. He tenido unos padres que afortunadamente me han dado una infancia maravillosa y nunca he visto una falta de respeto entre ellos. La valentía, el hacer equipo y el amor sano son valores muy importantes a los que quería cantarles.
—¿Cuál fue la reacción de su madre?
—Le gusto mucho. Me hizo mucha ilusión porque estaba muy preocupada por saber qué iba a pensar. Parece que le agradó y está muy contenta.
—¿Cuál cree que hubiese sido la reacción de su padre?
—No lo sé. Imagino que también le gustaría. Es algo que me pregunto todos los días. El disco está hecho con mucho cariño, amor, dedicación, pasión, esfuerzo e ilusión. Yo creo que todos esos lo valoraría mucho.
—¿Es difícil llevar un apellido como el suyo?
—La verdad es que no me pesa nada. No es una carga. Es una suerte. Lo considero un lujo porque he tenido la suerte de formar parte de una familia maravillosa. No noto un peso en la espalda que no me deje caminar, sino que es una maravilla de la vida. Sin embargo, sí que es una gran responsabilidad. Es un apellido ilustre en la música y en la cultura española. Mi padre ha hecho una obra y ha dejado un legado de una grandísima trascendencia.
—¿Alguna vez pensó en dedicarse a otros mundos?
—Cuando terminé la universidad y me licencié en Filología Hispánica, tuve un momento crítico en el que no sabía si empezar a hacer oposiciones o a maquetar un disco. Me cuestionaba muchísimo a mí misma. El vivir en una familia en la que todo el mundo es sublime, brillante y que cantan increíblemente bien me asustaba de alguna forma. No fue una decisión fácil. Se me juntó la responsabilidad que era dedicarme a la música y los cuestionamientos que, como todos los seres humanos, yo también tengo.
El día del último examen de la carrera, mi padre me dijo: si quieres podemos empezar a maquetar algunas canciones. A veces los padres saben mejor que nosotros lo que queremos. No lo tuve claro, pero sin darme cuenta y de una manera muy natural, me vi embarcada en este proyecto.
—¿Qué alternativas tenía en mente?
Me interesa desde siempre mucho la docencia. Cuando era pequeña, jugaba a que mis muñecos eran mis alumnos. Los colocaba en fila en la habitación y hacía una clase en la que yo era la profesora. Todavía algunas veces me lo planteo. El mundo de la música no es nada fácil. Todos los oficios tienen sus dificultades. Mi profesión tiene muchas cosas buenas, pero también malas, como la inestabilidad, la incertidumbre, lo mal cuidada que está la cultura en España o lo que nos cuesta a los artistas salir adelante.
—¿Es algo que todavía tiene sigue rondándole?
Sí, pero, la verdad es que ya no puedo parar. Estoy enganchada al trabajo y, ya que me he metido, quiero llegar hasta el final. Ver a dónde me lleva todo esto. Tengo también otros proyectos alternativos. Siempre hay que tener un plan b, y además se pueden hacer varias cosas a la vez.
—¿Cómo cuál?
—Me gustaría sacar adelante el proyecto Fundación Enrique Morente. Quiero que sea un órgano para difundir su discurso, su manera de pensar y su obra. Solo me falta encontrar tiempo para ponerme con ello.
—Ha demostrado mucha versatilidad, ¿hay algo que le gustaría explorar?
—Me está apeteciendo mucho ahora volver a hacer teatro y tengo alguna que otra idea en la cabeza. Me gusta más que la televisión, aunque también tiene muchas cosas buenas. No me llevo demasiado bien con esa sobreexposición mediática. Mi discurso es bastante versátil, estoy bastante abierta a hacer cosas que me hagan enriquecerme como ser humano y artista.
—¿La música que canta y la que escucha es la misma?
—Escucho de todo. Ahora en la furgoneta, de camino a Galicia, estoy escuchando el último disco de Beach House. Estoy súper enganchada a algunas de sus canciones. También pongo mucho el primer disco de mi padre, Cante Flamenco. Escucho música muy diversa y muy separada estética y genéricamente. Cuando me gusta una obra, la escucho a más no poder. Se podría decir que es