Vamos a cobrar todas las juergas que nos deben
12 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Mi filósofo favorito de todos los tiempos es Mike Tyson, que resumió siglos de metafísica y miles de páginas sobre las zozobras del ser en una frase:
—Todo el mundo tiene un plan hasta que le cae la primera hostia.
A estas alturas, ya tengo ciertas dificultades para hacer recuento. Me pasa lo mismo que con las olas de coronavirus —no sé si vamos por la quinta o la séptima— y no tengo claro a cuántas hostias estamos ya de aquel día en el que, ingenuos, todavía hacíamos planes.
Por eso mismo, porque entre la pandemia que no se termina de ir, la guerra de Putin y su coro de putinistas y putinejos, la luz, el gas, el IPC, el IRPF, el PIB y no sé cuántas plagas bíblicas más nos tienen hasta las gónadas, lo mejor será hacer caso al tipo que más sabe de dar y recibir guantazos.
Para aplicar la ley de Tyson hay que tirar los planes por la ventana (a ser posible, también la ventana) y echarse al monte. Al monte de San Pedro o al Xalo. Da igual. Lo que hay que hacer este verano, desde ya mismo, es salir ahí fuera y desobedecer a los agoreros, a los cejijuntos, a los moralistas, a los aguafiestas, a los estrechos, a los puritanos, a los curillas de izquierdas, a las monjitas de derechas, a los reprimidos del extremo centro y a los inquisidores de Twitter y mesa camilla. O nos vamos de fiesta de aquí a octubre, sin mirar atrás, o la siguiente epidemia será psiquiátrica y shakespeariana, con mucha sangre y muertos que van y vienen del inframundo.
En A Coruña, anglófilos de sir John Moore, rendiremos este verano homenaje al caído Boris Johnson. Vamos a cobrar todas las juergas que nos deben enganchando la resaca del San Xoán —que aún nos dura— con las fiestas de María Pita y las del Rosario, en un gigantesco y colosal Partygate. Y si llueven hostias, que lluevan. Al menos nos pillarán hidratados.