La historiadora del arte explica la importancia de la colección de cerámica y escultura asiática expuesta en la Fundación Barrié, única en el mundo
27 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.«En España no existen piezas así, hay que ir al Museo Británico o a Nueva York para ver algo parecido. A mí me da pena que esta exposición no esté en Madrid, es una oportunidad única», dice la historiadora del arte Cinta Krahe de la muestra Buda y Shiva, Loto y Dragón. Obras maestras de la colección de Mr. and Mrs. John D. Rockefeller 3rd en Asia Society, que la Fundación Barrié exhibe en exclusiva en Europa hasta el 22 de enero. Para abrir boca, Krahe dará una charla esta tarde (20.00 horas) en el auditorio de la fundación sobre la cerámica, en su mayoría porcelana china, la más temprana producida 900 años antes de que Europa lograra hacerlo.
—España no atendió al arte asiático. ¿Cómo nace esta colección?
—Bueno, el gran, gran coleccionista de porcelana china fue Felipe II, reunió 3.100 piezas, las mayor colección de Occidente. Creo que es muy importante tenerlo en cuenta, porque fue quien fijó el modelo que luego imitaron en el norte de Europa personas tan importantes como Augusto el Fuerte de Sajonia, el inventor de la porcelana europea. Luego la locura se transmitió a Estados Unidos, y claro, quedamos fascinados con los grandes magnates del XIX, Rockefeller, JP Morgan o Freer, desde la industria petrolera a los financieros, todos se hacen coleccionistas, pero esa manía nace en España, en el imperio donde no se ponía el sol.
—Ahora el jarrón chino es eso que nadie sabe dónde colocar.
—Sí, algo muy español que nos distingue de nuestros vecinos del norte. Y acabamos vendiéndolo, que es lo que pasó con la colección de Felipe II, que no queda ni una pieza. En el norte se atesoran y se guardan. Aquí no sabemos dónde ponerlos y luego nos damos cuenta de que son sublimes, sobre todo porque en esa época aquí seguíamos con el barro cocido. Hasta el XVIII no se consiguió hacer porcelana en Europa.
—¿Por qué son tan valiosas las piezas de esta exposición?
—Las piezas son absolutamente excepcionales. Nosotros conocemos solo lo que salió de Asia, piezas de exportación, de Compañía de Indias, cuando los ibéricos llegaron a las costas de China. Pero aquí tenéis la oportunidad de ver las piezas hechas para la corte, las porcelanas del emperador, las más exquisitas, nada que ver con ese gusto recargado y abigarrado que normalmente asociamos a la porcelana china. Piezas absolutamente deliciosas, con decoraciones muy cuidadas, exquisitas, de la tradición estética ligada al taoísmo, piezas como celadones craquelados que se inspiraban en el deshielo en primavera y en los tonos de la naturaleza.
—¿En qué contexto se produjeron? ¿Eran manufacturas femeninas?
—No sabemos si eran mujeres, esa información se perdió. La exposición abarca desde el siglo VI a. C. hasta el XVIII. La industria de la cerámica china tiene una larguísima tradición que se remonta, como en Occidente, al Neolítico. Lo que pasa es que los chinos fueron grandes técnicos que aprovecharon la calidad de sus arcillas y desarrollaron hornos muy sofisticados capaces de cocer a altas temperaturas y con un enorme control. Según la época hay alfares en distintas partes. La porcelana se inventa como tal, con el caolín, a principios del IX, pero la gran industria, como trabajo en cadena, surge en el XII en los hornos de Jingdezhen. Cuando llegan los europeos ya es una auténtica ciudad industrial.