Roca del acantilado original de la Ciudad Vieja de A Coruña aflora en el nuevo parque del Eirón

m. CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

El hallazgo obliga a replantear el proyecto para incorporar la mole granítica al diseño, que estará listo en verano del 2023

08 dic 2022 . Actualizado a las 10:17 h.

Se ideó como un espacio para jugar y la improvisación sigue marcando los tiempos. El proyecto del Eirón nacido en los talleres de Nenoarquitectura dirigidos por Fermín Blanco ha empezado a ejecutarse en el solar baldío situado entre la Fundación Luis Seoane y el hospital Abente y Lago, sobre la muralla histórica de A Coruña, y nada más empezar ya ha deparado sorpresas.

«Avanzamos rápido, a finales de noviembre conseguimos resolver todos los contratos y constituir el equipo. Empezamos a desbrozar y limpiar porque estaba todo a monte, hicimos una primera cata en el perímetro de la cara interior de la muralla para ver cómo se encontraba (y está bien, ejecutada tal como la vemos en A Maestranza). Seguimos excavando, bajando, aparecieron restos del antiguo edificio de sanidad militar, un depósito de gas que hay que tratar... Y entonces apareció la roca madre. Estamos en el límite geológico del final de costa, en el acantilado, la muralla se levantó sobre la roca natural. Afloró y ahora nos obliga a replantear el proyecto para integrarla en el diseño», relata el arquitecto Fermín Blanco, que sorteó unos cuantos obstáculos desde que el gobierno local aprobó el proyecto.

El último escollo vino con el alza de precios de la energía y los materiales que ha llevado a las constructoras a renunciar a un sinfín de contratos al no poder asumir las condiciones de las adjudicaciones firmadas dos meses antes. El ayuntamiento tuvo que volver a licitar el Eirón después de revisar los precios al alza —el presupuesto inicial era de 200.000 y ahora roza los 350.000 euros, el plazo de ejecución se mantiene en seis meses—, y finalmente será Arce, adjudicataria del mantenimiento de los jardines históricos, la que construya el pequeño parque al borde de la Ciudad.

El proyecto del parque nació en los talleres Nenoarquitectura que dirige Fermín Blanco desde el 2010 en la Fundación Seoane. El día que empezó la obra, hace dos semanas, la empresa Arce envolvió la excavadora en papel de regalo para sorprender a los niños, incrédulos después de varios aplazamientos.
El proyecto del parque nació en los talleres Nenoarquitectura que dirige Fermín Blanco desde el 2010 en la Fundación Seoane. El día que empezó la obra, hace dos semanas, la empresa Arce envolvió la excavadora en papel de regalo para sorprender a los niños, incrédulos después de varios aplazamientos. Tono Mejuto

«Para nosotros es una suerte que haya ganado una empresa con este perfil porque la obra tiene mucho que ver con la jardinería, está la infancia de por medio, hay un punto pedagógico y ellos lo entendieron al momento», señala Blanco. El arquitecto convenció a la Administración y a la empresa para que los niños de los talleres —algunos ya adolescentes participan desde el 2010— estuviesen presentes en el cartel y la inauguración. «Tantos años prometiéndoles el Eirón, diciéndoles que un día verían llegar una excavadora por el final de la calle San Francisco, que los niños ya no me creen. Por eso le pedí a Óscar Rosende, de Arce, si nos podía envolver la excavadora para sorprenderlos el día que empezó la obra. Llegamos y estaba envuelta en papel de regalo. ¿Qué será?, les preguntamos. Una tetera, decían los chiquitines, ja, ja, ja». Curiosamente, el arquitecto enseñó este año a los chavales la obra de Christo y Jeanne-Claude, el matrimonio de artistas que adquirió fama mundial al forrar con tela edificios gigantescos como el Reichstag de Berlín o el Puente Nuevo sobre el Sena.  

Con las máquinas rugiendo en el solar, ya no hay vuelta atrás para el nuevo parque. Tras el afloramiento de la roca madre ya han empezado a hacer el levantamiento topográfico de la parcela. «Desnudaremos la roca y probablemente tengamos que tallarla algo para no afectar a la rampa del 4 % que va a conectar la calle [entre el Abente y la Fundación] con el parque». Al fondo de esa pendiente, dos metros por debajo de la cota actual, un espacio abierto a nuevas formas de jugar crecerá protegido por una muralla inventada.

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Olmos resistentes a la grafiosis y una vuelta a la tradición británica del jardín comunitario

La plaga de la grafiosis que esta primavera obligó a talar por el pie tres olmos del jardín de San Carlos ha abierto un proceso de selección de variedades resistentes a la enfermedad para reemplazar los ejemplares perdidos que también llegarán al cercano parque del Eirón. Se plantarán olmos, fresnos y castaños, arbustos, herbáceas y un seto, probablemente, para proteger el nuevo espacio del ruido y los humos de la calle San Francisco, convertida en aparcamiento del Abente. La intervención final, que recupera el concepto británico del jardín mantenido por una comunidad o asociación para blindar el origen colectivo del proyecto, dependerá sin embargo de la revisión forzada por la aparición de la roca. «Habrá que ver el cubicaje y las zonas para los árboles de medio y gran porte. Es ahora, al ver el suelo, cuando hay que decidir la jardinería», avanza el arquitecto, Fermín Blanco.