«Que Monte Alto no se convierta en lo que era en los 80, que ya lo vivimos»

m. carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

La «narcocasa» de la calle de la Torre dispara los robos a vecinos y negocios

27 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En la calle de la Torre de A Coruña vecinos y comerciantes hablan de la andanzas de una muchacha que no tiene 20 años, heroinómana, con las piernas agujereadas por los pinchazos, que un día le ofrece ayuda a una mujer que limpia un portal a cambio de 5 euros, otro día intenta robarle el móvil a un anciano que se libra porque varias personas intervienen y al siguiente le pide billetes a una tendera que le da comida porque «ella lo que quería era comprar unos zapatos», cuenta la mujer. A nadie le sorprende ver a esta chica entrando y saliendo de la calle Pintor Román Navarro, una perpendicular a la Torre que en realidad es un callejón sin salida donde algunos conductores aprovechan para aparcar y decenas de toxicómanos de la ciudad consiguen sus dosis. Lo cuentan vecinos y comerciantes afectados por la oleada de robos que se está registrando en la zona desde hace un par de semanas y que la mayoría vincula a la pequeña casa blanca del callejón donde se despacha la droga.

«Son los mismos que estaban en la calle San José. Cuando hicieron la redada se vinieron para aquí», explica un comerciante sobre la operación antidroga que llevó a cabo la Policía Nacional dos calles más abajo en el mes de junio. Lleva 23 años al frente del negocio y no recuerda haber vivido algo semejante. «A mí me intentaron forzar la puerta durante el confinamiento. Tenía cámaras y entonces decidí poner alarma. Desde entonces me robaron al descuido varias veces, entran, cogen lo que encuentran y salen corriendo», explica.

A 500 metros del cuartel de la Policía Local, en los últimos quince días se produjeron hurtos al menos en una tienda de moda, una zapatería, una panadería, un restaurante, un supermercado, una furgoneta y un coche. Del vehículo grande se llevaron una nevera, del pequeño, los regalos de Navidad de los niños. En un establecimiento practicaron en la cerradura un agujero limpio y diminuto y una vez dentro «revolvieron todo lo que quisieron para llevarse dos móviles viejos que tenía para oír música y un altavoz», explica la dueña. Del restaurante sacaron varias bicicletas, botellas y objetos que el propietario guardaba en un bajo anexo al comedor. 

Cámaras y alarmas

Los comerciantes se pasan la información a través de un grupo de WhatsApp que comparten. Muchos han instalado cámaras y alarmas. Llaman la atención sobre la edad de los chavales que merodean por las aceras, «a veces ya con la mirada perdida, como sonados, y muy jóvenes, jovencísimos», señala la dueña de una casa de comidas, que alerta además de los asaltos por la calle a los vecinos mayores y pide más presencia policial en vista de que la inseguridad aumenta y han empezado a percibir nuevos grupos en el barrio, conflictivos, distintos a los habituales.

«A la policía ahora mismo la calle de la Torre le viene grande. A las ocho de la mañana ya andan por ahí, de un lado a otro, con un televisor o con lo que encuentren», indica una trabajadora nacida y criada en la zona, que defiende la labor policial y recuerda la crudeza del barrio en su infancia. «Espero que Monte Alto no se convierta en lo que era en los años 80, porque ya lo vivimos y nos costó mucho llegar aquí. En la plaza de España no podías estar, en el Campo de Marte no podías estar. Subir desde Panaderas a Santo Tomás era tremendo. Yo no quiero eso para mi hija», afirma convencida de que los límites los marca ella. «Yo no les tengo miedo porque son cuatro matados. Voy al gimnasio por algo y creo que puedo con ellos, pero un día bajaba con el carrito de la niña, vino la tía de las piernas picadas y se lo puse claro: «Mira mi cara, soy la de... [el negocio que regenta], como vuelvas a pedirme cuando estoy con mi hija, prepárate».