Un puente de futuro

HUGO ÁLVAREZ DOMÍNGUEZ CRÍTICA MUSICAL

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Ante la edad de los integrantes del conjunto, es casi un pequeño milagro lograr tan buena afinación y empaste

07 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Orquesta Infantil de la Sinfónica de Galicia. Obras de varios autores. E. Iglesias, como director del Grupo Pizzicato y J. Montes al frente del Grupo Arcos. En el Teatro Colón, el pasado 4 de enero.

Desde hace algunos años la Sinfónica de Galicia reformula su concierto de Reyes (que antes suponía una cita musical de gran calado) para dar cabida en él a los dos grupos que, dentro del proyecto formativo Son Futuro, tiene la Orquesta Infantil: Pizzicato y Arcos, dos conjuntos de cuerda con niños de entre 6 y 15 años que muestran los avances de los últimos meses.

Se coloca esta cita en la esfera de lo entrañable, lo que funciona muy bien con el público que llena el teatro y aplaude con generosidad.

El grupo Pizzicato (donde Enrique Iglesias dirige a los más jóvenes) interpretó Eusebia, una de las suites de Florilegium primum, de Georg Muffat, además de una serie de pequeñas piezas.

Ante la edad de los integrantes del conjunto, es casi un pequeño milagro lograr tan buena afinación y empaste en esta música que exige algún compromiso. Cabe felicitar tanto a los pequeños músicos como a Iglesias por el trabajo.

El grupo Arcos (con Jorge Montes ante los más mayores del grupo) dio una versión estimable de la Sinfonía en sol mayor de Gluck, en la que el buen pulso permitió asentar el sonido conforme transcurría la obra; así como la Elegía para cuerdas, de Elgar y Dos melodías elegíacas, de Grieg: música poco indicada estas fechas pero a la que el conjunto responde con solvencia y hermoso sonido. El concierto se cerró con dos propinas y un emocionado recuerdo a Rogelio Groba por parte de Enrique Iglesias.

Son Futuro (cuya mejor baza es la Orquesta Joven) es una iniciativa necesaria e interesante como puente hacia los conjuntos adultos y una gran herramienta para fomentar en estos jóvenes el rigor, el amor y el respeto por la música; pero mostrar su resultado al público (algo necesario) no debería ser incompatible con que el concierto de Reyes de la Orquesta Sinfónica de Galicia sea la gran cita musical que fue un día. Ambas cosas pueden convivir.