En medio de la calle se había personificado un excremento del tamaño de un plato sopero, aproximadamente, al que le faltaban los ojitos del emoticono y decir neno para convertirse en un coruñés más
19 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Cualquiera que haya visto esa locura que es La casa de las flores, ha caído bajo el embrujo de Paulina de la Mora, la hija mayor de esa peculiar familia que interpreta Cecilia Suárez y que convirtió al personaje en un icono con su arrastrado deje con el que lo mismo olvidó cancelar el mariachi que te saluda al Cacas.
Si Paulina fuese mi vecina, la semana pasada podría haber saludado al Cacas en persona. Y es que en medio de la calle se había personificado un excremento del tamaño de un plato sopero, aproximadamente, al que le faltaban los ojitos del emoticono y decir neno para convertirse en un coruñés más. Fue abrir el portal y pisar la acera y recibir en todas las neuronas olfativas un exceso de información de lo más persistente. Lástima del catarro de la semana anterior, pensé mientras buscaba un refugio ante semejante boñiga. Dos horas después, cuando volvía a casa, allí seguía nuestro amigo el Cacas, que afortunadamente tenía tamaño suficiente como para que nadie se despistase y lo arrastrase con el pie, la bici o el patinete por el resto de la calle.
En Santa Margarita, en la zona de las tumbonas de madera, donde se supone que uno pisa el césped, que los críos pueden jugar con la pelota, los cochecitos o lo que se tercie, lucían hace unos días unas cacas (mucho más pequeñas, es cierto), que hacían imposible disfrutar de ese pedacito de parque. Ni coches, ni pelota, ni nada que no fuese rodear el campo para evitarlas.
Seguro que las cacas de los perros no son el primer problema de limpieza de la ciudad. Seguro que son muchos más los que recogen las heces de sus animales que los que no lo hacen. Seguro. Por si acaso, yo voy a empezar a saludar al Cacas, no vaya a ser que se empadrone en mi calle.