Nos deslumbró con su inteligencia cervantina, insobornable y contestataria
25 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Nació en Barquisimeto. Eligió para venir al mundo un topónimo que ya era una declaración de intenciones: iba a ser poeta. Este lunes, 93 años después de aquel alumbramiento, recogió en Alcalá de Henares el premio Cervantes. Pocos han comprendido con su profundidad aquello que nos enseñó el Quijote de que la genuina literatura busca su verdad en la honda emoción de lo cotidiano, en la compasión por las imperfecciones humanas y en esa hermosa colisión entre corduras y desvaríos que llamamos existencia.
Rafael Cadenas es un poeta sin atajos, de los que hace espeleología en las simas de las palabras para ponernos cara a cara con nuestros abismos. En su primera rueda de prensa en España antes de recibir el premio, soltó: «Cuando uno habla, siente que falta algo, en cambio, la escritura no tiene límites». Dice mi amigo Nelson Rivera, otro gran sabio venezolano, que es una frase «para guardar de por vida».
A Cadenas tuvimos la felicidad de escucharlo en A Coruña en el 2016, cuando visitó Galicia invitado por Abanca. En aquella charla que compartimos con Dores Tembrás, nos deslumbró con su inteligencia cervantina, insobornable y contestataria. Contestaciones se titula precisamente una de sus obras, en las que rebate inercias y lugares comunes de la cultura universal.
Por la memoria de aquella tarde tras los altos vidrios de Nicholas Grimshaw en el Cantón Grande, por su poesía imperecedera y tal vez porque mi educación sentimental viene del wéstern, me ha hecho muy feliz que, como en mis películas del Oeste preferidas, al final haya ganado uno de los buenos. Nuestro Rafael Cadenas. Y sé que a Cervantes este premio Cervantes también le habrá hecho muy feliz.