La sensación con Lina González-Granados fue la de una maestra ordenada y eficaz que ni fue más allá ni permitió que la OSG volase libre: un resultado tan limpio como frío
30 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Orquesta Sinfónica de Galicia. A. Conunova, violín. L. González-Granados, directora musical. Obras de Ravel, Saint-Saëns y Smetana. Palacio de la Ópera, 28 de abril.
La OSG planteó un programa largo y variado, susceptible de mayor cohesión: difícil encontrar sentido de conjunto a las obras. Desde Le tombeau de Couperin raveliana Lina González-Granados, que optó por atar en corto a la orquesta, mostró sus credenciales: lectura ordenada, con claridad de planos y buen sonido (en especial una madera que tuvo una gran noche) a la que le faltó jugar con matices y colores resultando demasiado metronímica.
En el tercero para violín y orquesta de Saint-Saëns gustó mucho el sonido amplio y a la vez delicado de Alexandra Conunova y la garra con la que afrontó la partitura, en especial el final del andantino central y un tercer movimiento donde la solista demostró mucho más que mera destreza técnica: ¡Qué clase!
González-Granados llevó a la orquesta a momentos de marcada pasión (cuerdas en el tercer movimiento). Conunova regaló una excelente versión del primer movimiento de la Sonata n.º 2, de Ysaÿe, corroborando la fabulosa impresión.
Ofrecer una selección de Mi patria, de Smetana, en vez de interpretar todo el ciclo tiene poca justificación. Sonaron cuatro de los seis poemas sinfónicos. De nuevo, la maestra buscó el mejor sonido posible de una orquesta que responde. Faltó demostrar que su lectura aporta algo por encima de la pulcritud. Hubo momentos muy buenos (el solo inicial de arpa en El castillo en las alturas) y otros más desiguales (el comienzo del Moldava fue borroso). Lo mejor llegó en los dos últimos poemas, vibrantes por equilibrio, brío y entrega de la orquesta: ojalá todo el concierto hubiese ido en esa línea. Que no suene ningún móvil o que la gente sepa cuándo aplaudir parece mucho pedir.
La sensación fue la de una maestra ordenada y eficaz que ni fue más allá ni permitió que la orquesta volase libre y un resultado tan limpio como frío. Todo fue a resolver y la música es algo más que dar todas las notas en su sitio.