Dima Slobodeniouk: «González-Monjas permite empezar un camino nuevo sin cambiar todo»

Hugo Álvarez Domínguez

A CORUÑA

MIGUEL MIRAMONTES

El titular de la OSG hasta el 2022 ensalza la repercusión de la orquesta en el mundo

13 jun 2023 . Actualizado a las 09:11 h.

Tras dejar la titularidad de la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) la pasada temporada, Dima Slobodeniouk cierra el curso de la orquesta (viernes y sábado) con obras de Elgar y Stravinski junto a Frank Peter Zimmermann. Charlamos con él sobre su futuro y el de la agrupación.

—¿Cómo ha afrontado el cambio tras dejar la titularidad de la orquesta?

—La vida continúa más o menos igual. La gran diferencia es que ahora cada vez que trabajo tengo que viajar. Tuve una cantidad brutal de viajes este año y eso es duro. La naturaleza de trabajo es semejante. Lo que no tengo ahora es responsabilidad total sobre una agrupación: no hay que planear una temporada entera, sino solo un concierto. Pero todas las semanas empiezas de cero con una orquesta nueva y debes construir y buscar cosas para saber cómo responderá. Esto es muy duro y muy interesante al mismo tiempo, aunque el 80 % de las orquestas con las que toco son ya conocidas. El cambio en la vida es algo necesario.

—¿Se plantea regresar a una titularidad?

—De momento no hay nada concreto. Quizá en unos años tome decisiones, pero después de la OSG tampoco tengo prisa. Hay opciones en Europa y América, pero es cuestión de tiempo.

—¿Cómo ha encontrado a la OSG?

—Sin grandes cambios. Mi misión ha cambiado, y eso hace las cosas más relajadas y divertidas. Ahora podemos centrarnos en trabajar un programa concreto sin pensar en el que vendrá después.

—¿Qué le ha faltado por hacer en estos años?

—Bastantes cosas. He hecho poco Bruckner y me gustaría hacer más. Ahora busco un cambio de repertorio en mi carrera, centrándome en música francesa (Messiaen, Dutilleux, Ravel...). Además, con la OSG me gustaría hacer en el futuro, por ejemplo, la Tercera sinfonía de Lutoslawski.

—¿Cómo valora el nombramiento de Roberto González-Monjas como su sucesor?

—Es una gran decisión. Hay ganas de crear algo nuevo. Tiene un estilo y un bagaje diferentes a los míos, lo que permite empezar un camino nuevo sin cambiar todo. Supongo que trabajará las mismas cosas que yo, pero desde su estilo, su experiencia y personalidad, que es lo más importante. No he podido hablar mucho con él, pero espero poder hacerlo.

—¿Cómo equilibra tradición y modernidad al diseñar un programa?

—Para mí es muy importante, aunque no creo en la división de épocas, sino más bien en hacer música de manera fresca sea de la época que sea. Doy mucha importancia también a la música contemporánea gallega: en estos años he buscado apoyar a los compositores locales.

—En cuanto al programa de esta semana...

—Hemos hecho mucho repertorio con Zimmermann pero no el Concierto para violín de Elgar, así que será muy excitante hacerlo por primera vez con él. En cuanto a Stravinski, grabaremos la Sinfonía para vientos para el sello Bis. El Canto del ruiseñor es una obra increíble, colorista, con mucha fantasía. Estoy feliz de estar de vuelta, y ojalá haya muchas oportunidades más.

—¿Cómo ve la proyección de la orquesta?

—Gracias al canal de Youtube que tenemos todo el mundo sabe de la OSG. Cuando viajo por el mundo todos me dicen que escuchan nuestras grabaciones en el canal. En Galicia se conoce a la orquesta pero no se plantean la repercusión que tiene la orquesta en el mundo. En un momento difícil para las giras, Youtube nos ha permitido una gran repercusión a nivel mundial.

—¿Qué significa la OSG en su carrera?

—Es mi familia musical y eso no va a cambiar. Llegué para cubrir una cancelación. Al poco de ese concierto, surgió la oportunidad de ser titular. Desde entonces la orquesta y yo hemos crecido juntos y les estoy muy agradecido.

—¿Qué les desea para el futuro?

—Lo mejor. Espero que tengan ganas y estén abiertos a buscar nuevas maneras de hacer música y acercarla al público de la ciudad con su nuevo titular. No deben tener miedo al cambio: el cambio es la vida. No hay vida si no hay cambio.