Da la impresión de que Riazor sigue siendo una especie de aldea gala del toples: en este lado de la bahía se mantiene la costumbre más que en el Orzán
12 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Dice mi cuñada que las bragas brasileñas son el nuevo toples. Cualquier día en Riazor o el Orzán se pasean posaderas de quienes han decidido que las bragas que cubren todo el glúteo son una cosa de la planta de señoras de los grandes almacenes. Es más difícil encontrar lo que ahora se llama braga completa o braga clásica que comprar una entrada para ver a Taylor Swift.
Pero esto parece que va por barrios. Que la línea de separación entre el pecho y el culo está en el espigón. Y es que da la impresión de que Riazor sigue siendo una especie de aldea gala del toples: en este lado de la bahía se mantiene la costumbre más que en el Orzán. ¿Puede ser una cuestión generacional? El toples no parece ir con las más jóvenes, que son de trasero al aire y pecho cubierto. Pero las mayores lucen pecho con la naturalidad de los hombres. Resulta refrescante la ausencia de edadismo en la playa. No sé si es por la invisibilidad de la que se reía una amiga que, metida en un probador tratando de colocarse un bikini, de repente se miró en el espejo y se dijo «pero qué más te da si tapa o no tapa, ¡que nadie te mira en playa a partir de los 40!». A los 15, a los 20, no hay quien acomode los complejos en la toalla. Llegados a cierta edad, lucimos las carnes que nos han tocado con más facilidad. Qué más nos da que nos miren o nos dejen de mirar, la talla, la grasa, la gravedad y las arrugas.
Puede ser eso, o puede ser la libertad que hemos perdido por culpa de la tecnología. Como si las más jóvenes temiesen que sus pechos acaben en las redes, y por eso deciden no sacarlos al sol. Sea por una o por otra razón, qué pena que complejos o redes nos quiten así la libertad de disfrutar de la playa como nos dé la gana.