Francesco Careri: «Siempre se puede esconder un dios detrás del vagabundo que llama a tu puerta»

m. carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Francesco Careri, arquitecto y profesor de la Universidad Roma Tre, ayer en la sede del Colexio de Arquitectos de Galicia, donde dio una conferencia titulada «Andar, detenerse, hospedar-se», con motivo de la publicación de su último libro
Francesco Careri, arquitecto y profesor de la Universidad Roma Tre, ayer en la sede del Colexio de Arquitectos de Galicia, donde dio una conferencia titulada «Andar, detenerse, hospedar-se», con motivo de la publicación de su último libro MIGUEL MIRAMONTES

El arquitecto y profesor italiano presentó en el COAG «Hospedar-se», un texto sobre nomadismo anclado en la cultura clásica

23 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El arquitecto italiano y profesor Francesco Careri (Roma, 1966) fundó en los 90 un grupo de investigación insatisfecho con la respuesta de quienes en la universidad le recomendaban leer los libros canónicos para entender la ciudad. «Veíamos que en la periferia estaban pasando cosas que no se atendían», explica Careri, que en los años siguientes se dedicó a caminar por los bordes de Roma evitando el asfalto y las aceras, cruzando campos baldíos, saltando vallas, invadiendo propiedades, siguiendo intersticios en una deriva con muy pocas normas pero suficientes para ver la ciudad oculta. «Una era no volver atrás. Si llegabas a un callejón sin salida había que llamar a una puerta y pensar cómo te presentabas», explicó ayer el profesor en la sede coruñesa del Colexio de Arquitectos, donde presentó Hospedar-se (Puente Editores), texto autobiográfico sobre nomadismo y arquitectura. 

Stalker, el andar

A aquel grupo lo bautizaron Stalker, inspirados en el filme de Tarkovski y en las tres maneras de entender el mundo que muestra: la del científico, la del artista y la del guía y poeta Stalker, «la fe en algo que se esconde, el misterio de la vida, algo que no se puede comprender ni con la ciencia ni con el arte», apunta. Y de aquellas caminatas-experimento nació el celebrado Walkscapes: El andar como práctica estética—«un dos textos máis influintes da historia na disciplina paisaxística», subraya el COAG—, publicado en el 2002, cuando Careri ya había dado el salto que lo llevó al proyecto más importante de su trabajo como arquitecto, según dice 25 años después.

«El líder kurdo Öcalan vino a Roma a pedir un proceso de paz y detrás de él llegaron 5.000 kurdos. Muchos se fueron, pero unos 300 se quedaron y no en la periferia, como todos, escondidos, sino en el centro histórico. Montaron un poblado de cartón enfrente del Coliseo, porque querían ser vistos», relata. Desalojados, el grupo de Careri y la comunidad kurda construyeron juntos en el antiguo matadero de Roma un campamento llamado Ararat (su montaña sagrada), hoy parada obligada para los refugiados en tránsito y antítesis de los campos de concentración donde miles de gitanos romaníes viven en las afueras de la ciudad, en régimen de semilibertad, a razón de 24.000 euros el barracón.

«Lo que antes era naturaleza, un paisaje neutral [el sendero, la primera arquitectura] empezó a llenarse de humanidad», resume el profesor, que cita y enseña a sus alumnos más en estos espacios que en las aulas de la universidad Roma Tre. 

FRANCESCO CARERI

La hospitalidad de la Odisea

El trabajo con kurdos, gitanos y okupas sirvió a Careri su nuevo libro, «lleno de epifanías, momentos en que se te abren los ojos». Okupas que son 3.000 familias en Roma. «Mapeamos la ciudad e identificamos 300 edificios abandonados, 56 cines, hospitales, estaciones, cuarteles. Hay mucho espacio que no se utiliza y mucha gente sin espacio», añade el arquitecto, que propone refundar la ciudad sobre las ruinas contemporáneas a través de espacios de encuentro y de paso, donde convivan ancianos sin un lugar a dónde ir, jóvenes que quieran salir de casa o inmigrantes recién llegados. Hay que ir al rescate de la hospitalidad clásica.

«Está en la Biblia, en la Odisea, que es un tratado sobre la hospitalidad. En italiano ospite significa tanto huésped como anfitrión, porque el huésped también regala: durante miles de años su llegada era la única manera de conocer mundo. Por eso se les hacía un regalo cuando se marchaban para continuar viaje. Está en nuestra cultura grecolatina y judeocristiana. Hermes, Mercurio, Atenea se disfrazaban de vagabundos. Siempre se puede esconder un dios detrás del vagabundo que llama a tu puerta. ¡Y te fulminará si no lo tratas como debes! Esa es la hospitalidad, recíproca siempre. La acogida es unívoca, que es un término agrícola, de recoger. Y es lo que se hace. Cuando se parte de que el otro, el que viene, no puede aportar nada».