Un riñón salvador llegó de Cuba

Toni Silva A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Manfredo, en primer término, donó un riñón a su primo Leandro, quien le apoya la mano en el hombro
Manfredo, en primer término, donó un riñón a su primo Leandro, quien le apoya la mano en el hombro ANGEL MANSO

Manfredo viajó a A Coruña para cuidar de su primo Leandro y acabó donándole un órgano hace tres semanas. «La familia es lo más grande»

09 oct 2023 . Actualizado a las 15:48 h.

Hay mil formas de expresar el amor familiar. Un abrazo de esos que comprometen la respiración. Periódicas llamadas telefónicas para saber cómo está el otro. Un regalo generoso por Navidad. O la invitación a compartir nuevas experiencias. Y hay algunas que están muy por encima de las anteriores. Como un riñón. Donar un órgano casi sin pensárselo. Sin esperar a que tu primo (esta es la relación de los protagonistas) entre en el bucle de la diálisis, la dependencia de una máquina que va mermando el organismo. Así que Manfredo expresó todo el cariño a su primo Leandro metiéndose en un quirófano y dejando que le extirparan un órgano no menor.

Y esto ha ocurrido en A Coruña, pero a miles de kilómetros de sus respectivos hogares en Cuba. Ordenemos la cronología de la historia. En una analítica rutinaria realizada en la isla caribeña, Leandro (38 años) descubrió que sus riñones no filtraban. «Pero no llegué a entrar en diálisis, se solucionó con medicación y una dieta muy estricta», explica el joven que, poco después, abandonaría la isla rumbo a A Coruña hace año y medio con su mujer y su hijo mayor (19), dejando a los dos más pequeños en Cuba. Su salud no le dio sobresaltos y encontró trabajo de camarero.

Tiempo después, Leandro se nota extraño con sus riñones, le examinan ya en España y, si bien mantiene la esperanza de poder seguir con su tratamiento, le invitan a buscar posibles donantes, por si acaso. También se mantiene alejado de la diálisis. «Así que varios miembros de mi familia, allá en Cuba, se hicieron analíticas para ver si eran compatibles conmigo para un supuesto trasplante», recuerda Leandro.

Su exmujer se ofreció

Tras las pruebas, el migrante supo que su hermana, su cuñado, y su exmujer («Sí, nos llevamos bien, me lo hubiera donado si hiciera falta»), daban el perfil idóneo para entregarle un riñón. Pero por encima de ellos, estaba su primo Manfredo quien, en abril de este año, canceló su trabajo como técnico de mantenimiento en medios de transporte para cuidar de su primo (otra prueba de expresión de amor familiar). «Vine para apoyarlo y cuidarlo, sin saber si haría falta la donación. Cuando llegué al aeropuerto de A Coruña lo vi bastante amarillo, pero seguía sin ir a diálisis, del resto estaba muy entero», explica Manfredo (34 años), que vive con su primo en un piso de O Castrillón.

Pero pasado el tiempo, Leandro empeoraba porque sus dos riñones ya estaban muy dañados. Manfredo debatió consigo mismo la peliaguda decisión de la donación. Consultó a sus padres. «Mi papá apoyaba cualquier decisión que tomara, pero con mi mamá fue más difícil, es testigo de Jehová, y no admite donaciones ni transfusiones de sangre», relata el joven cubano, también padre de tres hijos. «Pensé en ellos, podría guardarme mi riñón por si algún día alguno lo necesitaba, pero quizá para entonces yo ya no estaría, tenía que salvar a mi primo. La familia es lo más grande», reflexiona en voz alta.

Programada para el 26 de septiembre, la doble cirugía se adelantó una semana porque Leandro estaba en situación extrema. Y consiguió evitar la diálisis de nuevo. A Manfredo le dieron el alta cinco días antes que al receptor de su riñón.

Obligado a seguir en España

Pero la operación ha anclado al donante a seguir en A Coruña, pese a haber viajado con una visa que ya le ha caducado. «Mi idea no era quedarme, pero en el hospital me dicen que debo estar un año con revisiones aquí para controlar mi riñón», indica. Leandro interrumpe: «Ahora lo que necesitamos es que encuentre un trabajo, que le den una tarjeta que le permita trabajar en algo porque no tiene papeles».

—Me está manteniendo Leandro y eso es abusar.

—¡Pero si le has dado un riñón!

Ambos se miran y se ríen. «Cierto, me siento muy afortunado, somos primos hermanos, más hermanos que primos, en realidad», concluye Leandro.

«Con mi madre fue más difícil, ella no quería que me operara, es testigo de Jehová»