
Acaba de abrir junto a sus colegas Kiko Pastur y Marcos Waldemar la escuela de magia La llave encantada
22 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Durante toda la charla tiene las cartas en la mano. No para de mover los naipes. «La baraja es una extensión de mis manos. Es casi una enfermedad. Seguro que si un pianista pudiese llevar el instrumento a todas partes, lo haría», reflexiona. Tomo nota de lo que dice en un libreta en la que escribo con un boli Bic de los de toda la vida. «En cada uno de los seis lados lisos escribía hasta cuatro renglones. A lo mejor no lo debía decir, pero utilicé la magia para copiar en algún examen. Gracias a esa habilidad, ningún profesor me pilló una chuleta. Si me decían: “¿qué tienes ahí?”, abría la mano y ya no había nada», confiesa sonriente Joshua Kennetth Guscin Bernal. Su nombre artístico es su nombre real y, aunque suena muy anglosajón, Joshua es un coruñés de 28 años que estudio en los Salesianos y en Zalaeta. De su padre, Mark Guscin, traductor, escritor e historiador nacido en Inglaterra, fue la idea del nombre. En el 2006 lo llevaron a ver al Mago Antón al teatro Colón y ahí empezó todo: «Me quedé prendado. Empecé a ir a la reuniones de la Sociedad Coruñesa de Ilusionismo y acabé estudiando Magia en el Escorial. Formo parte de la primera promoción de la primera universidad del mundo que ponía en marcha estos estudios. Es un título, pero ya no existe la carrera», explica. Ahora acumula premios y empieza a hacer realidad su sueño, vivir de su pasión.
Sin concursos televisivos
Charlamos en el Sport Café de Pontejos, a unos metros de La llave encantada, la escuela de magia que acaba de abrir con los colegas Kiko Pastur y Marcos Waldemar. Es alucinante verlos a los tres sentados a una mesa entrenando distintos números. «Está contactando con nosotros mucha gente interesada en acudir a clases», destaca. Su primera actuación fue en la fiesta de cumpleaños de un amigo de su hermana pequeña. Recuerda otro show con 11 años en el que la americana le llegaba a las rodillas. Ahora es un mago todoterreno capaz de actuar en pequeños o grandes escenarios y que ve recompensado su esfuerzo con premios. «El año pasado gané el Magic Valongo, el premio nacional de Portugal. En la edición de este año el primer premio quedó desierto, así que sigo siendo el campeón. En Madrid gané el primer premio Frakson en la categoría de magia en el escenario». Gracias a los galardones y a su número espectacular con pompas lo llaman de cantidad de festivales. «Lo peor es para mi novia porque ser mago profesional requiere estar mucho tiempo fuera», asegura. Lo que no se plantea es ir a programas de televisión tipo Got talent. «Me han llamado, pero dije que no. Tengo amigos que les ha salido bien y conozco otros que el resultado fue desastroso. A veces solo depende de cómo te enfoquen y en función de eso, puedes quedar en evidencia. Prefiero seguir en mi línea de seguir luchando. El trabajo y la práctica ganan al talento», sentencia.
Trucos en el botellón
Me suelta una frase que tiene preparada y que le sale del alma: «La magia empezó siendo un hobyy, después una pasión y ahora una filosofía de vida. Todo lo pienso en magia. Cualquier cosa que veo pienso en cómo podría hacer un truco con ella», confiesa Joshua, que lleva una temporada viviendo en un piso en Santiago con un camarero, un nutricionista y un veterinario. Una mezcla curiosa. Recuerda sus noches de botellón cuando empezaba a hacer números de magia, se formaba un corrillo y él tenía barra libre. Esos tiempos quedaron atrás y ahora @kenneth_illusionist es un profesional que no se pone límites. «Por ahora vivo de la magia cien por cien y no me va mal. Estoy trabajando con un distribuidor teatral y surgen trabajos. Con el número de las pompas voy a ir a varias ciudades de España y Portugal y seguro que pronto a otros países», avanza. Fiestas, cenas de empresa o grandes teatros, este coruñés de nombre inglés es un fenómeno.