¿A qué suenan las bibliotecas?

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Resumo la historia en voz baja, para convencer al crío de llevarse este también. A veces funciona el «a mí me encantaba cuando era pequeña». Otras no. Cuando no cuela, saco mi propio carné y se viene conmigo

25 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Como las bibliotecas son un refugio silencioso, todos los sonidos parecen multiplicarse, por suaves que sean. Es el único sitio de la ciudad donde conseguimos que el retaco hable bajito. Sospecho que él también sabe que una biblioteca no es cualquier sitio. Que hay algo más que estanterías y libros.

La nuestra es la de Durán Loriga, que suena a la calle Huertas porque suelen estar las ventanas abiertas, pero sobre todo suena a la madera que cruje en las escaleras y el altillo donde cogemos los cómics y los libros de dinosaurios. El sonido de la madera rompe el silencio mientras buscamos libros en la parte infantil, con sus mesas redondas, sus sillas bajas en las que una no tiene más remedio que ponerse a la altura de un niño, en todos los sentidos, para ver qué ha escogido y seleccionar los diez libros que se llevará hoy a casa. A veces aparece un libro más viejo, la misma edición que leía cuando el retaco era yo. Esos cuentos suelen sumarse a los que escoge él, porque sus páginas suenan diferentes: a la voz que te leía a ti los cuentos, a la que resonaba en tu cabeza cuando ya habías aprendido tú a leer. De repente vuelven a la vida Juan Ratón, Benito Rollizo y Paco Gallo en la granja imaginada por Helme Heine, aunque ya no sea en aquella colección de pequeños libros blancos de Altea Benjamín. Resumo la historia en voz baja, para convencer al crío de llevarse este también. A veces funciona el «a mí me encantaba cuando era pequeña». Otras no. Cuando no cuela, saco mi propio carné y se viene conmigo. Disimulo con alguna novedad para adultos... pero sospecho que las bibliotecarias saben que yo misma devoraré el cuento, intentando recuperar aquella voz antigua.