A toda máquina

Hugo Álvarez Domínguez CRÍTICA MUSICAL

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

La Orquesta Sinfónica de Galicia rozó la excelencia bajo la batuta de Andrew Litton en el Palacio de la Ópera de A Coruña

21 nov 2023 . Actualizado a las 02:53 h.

OSG. K. Kang, viola. A. Litton, director musical. Obras de Walton y Rachmaninov. Palacio de la Ópera, 17 de noviembre.

Cuando Andrew Litton visita a la Sinfónica de Galicia toca concierto de alto voltaje: propone programas comprometidos y eleva claramente el rendimiento de la orquesta. Esta vez, con gesto tan sencillo como claro, hizo sonar a la OSG a un nivel sobresaliente.

Desde el Concierto para viola, de Walton (con su esposa, Katharina Kang, como solista) el director extrajo un sonido homogéneo, equilibrando los planos sonoros y el balance entre orquesta y viola. La viola de Kang sonó redonda, cálida y transparente, siempre presente; y la versión fue consistente, con la orquesta en estupendos niveles de empaste. Kang regaló una transcripción del número 5 de los Caprichos para The Red Violin, de Corigliano: ejercicio de virtuosismo que justificó por sí solo su actuación.

Hace tiempo que no se escuchaba aquí algo tan emocionante como esta Segunda sinfonía, de Rachmaninov, en una versión difícil de olvidar. Litton propuso una lectura de sonido grande, típicamente americano, con la complicidad de una orquesta en estado de gracia. La cuerda derrochó presencia, mordente y flexibilidad; el metal, sonido esmaltado y entradas segurísimas; y la madera destacó en los largos pasajes cantabiles. No hubo ni una caída de tensión en una lectura robusta y apasionada de una obra larga y compleja. Se subrayó el equilibrio entre épica y romanticismo de la música y la orquesta rozó la excelencia. Cada plano, cada sección, cada intención, todo estuvo en el lugar exacto; y el conjunto tuvo pulso palpitante. Sensacional tercer movimiento, que me conmovió hasta las lágrimas (con una cuerda entregada, amplia y desbordante de aliento romántico; y un solo de clarinete para enmarcar). La batuta fue puro sentido y sensibilidad.

Andrew Litton demostró entenderse a las mil maravillas con una orquesta de la que sabe sacar su potencial como pocos. El engranaje funcionó a toda máquina. Ojalá siempre fuese así. Gran éxito.