Verónica Urreaga, abogada de la Asociación de Inquilinos de A Coruña: «Empecé Derecho con 38 años para no pensar en la muerte de mi hijo»

Mila Méndez Otero
Mila Méndez A CORUÑA

A CORUÑA

Verónica Urreaga Iza, abogada de la Asociación de Inquilinos de A Coruña
Verónica Urreaga Iza, abogada de la Asociación de Inquilinos de A Coruña SARA TOJA

A punto de jubilarse, lleva décadas luchando por los derechos de los alquilados

11 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Sabe que sus apellidos la delatan. Verónica Urreaga Iza (Bilbao, 1951) es vasca, de origen, porque en A Coruña ha pasado más de media vida. A los 20 años, cuando cumplía uno de casada, decidió mudarse a la ciudad para no tener que esperar 11 meses para ver a su marido —fallecido hace dos años, a causa del covid—. Él era marino en el famoso barco de pasajeros Monte Umbe. Gallega de adopción, su sangre vasca se percibe en su carácter peleón. Urreaga es desde el 2008 la abogada al frente de la Asociación de Inquilinos de A Coruña, fundada en los años de la Segunda República.

«Cogí el testigo de Miguel Estévez cuando falleció. Empecé con él de pasante en su despacho y él era entonces el abogado de la asociación. Y ahí me quedé, hasta hoy, que estoy a punto de jubilarme», avanza la letrada.

—¿Qué la llevó a involucrarse con la asociación?

—Comencé ahí mis prácticas. Nunca pensé en ejercer como abogada cuando me matriculé en la carrera. La hice aquí, en A Coruña. Empecé Derecho tarde, con 38 años, cuando mi hijo pequeño, Íñigo, era un bebé. El otro día, haciendo limpieza, encontré los apuntes de Romano, de primero. Están todos pintados con rotulador y con las huellas de chocolate de sus dedos.

—¿Fue una vocación descubierta en su madurez?

—Realmente, fue a raíz de la muerte de mi otro hijo, Alfonso. Tenía solo 11 años cuando murió en un accidente, en un hotel de Lugo. Se habían desplazado hasta allí para participar en un torneo deportivo del colegio. Empecé a estudiar por no pensar.

—Fue su vía de escape...

—Era una carrera que siempre me había gustado. Terminé a los cinco años, con 43. Saqué curso por año e incluso dos matrículas. Quería defenderme, que no me trataran por tonta ni que se rieran de mí, y le cogí el gusanillo.

—Trabaja para la asociación que vela por los derechos de los alquilados. ¿Qué supone ser asociado?

—La Asociación de Inquilinos, fundada en 1933 por Carlos Mejuto Vázquez como la Asociación de Vecinos de La Coruña y bautizada con el nombre actual en diciembre de 1961, es una entidad sin ánimo de lucro. Al principio, solo admitía como socios a inquilinos y se les prestaba representación y defensa jurídica para reclamaciones de obras al propietario, por desahucios u otras demandas que ellos quisieran interponer o que les pusieran, además de todo tipo de consultas. Como muchos inquilinos acabaron comprando el piso en el que estaban alquilados, también los defendemos.

—¿Qué hay que hacer para ser asociado?

—Pagar una entrada de 10 euros y una cuota anual de 54 euros. A cambio, tienes abogado y procurador gratuitos. Si se pierde el caso, los asociados tendrían que pagar las costas y los gastos periciales, de haberlos, si no tienen derecho a justicia gratuita, algo que también les podemos gestionar. Es realmente una cuota asequible y, eso sí, hay un tiempo de carencia, en torno a seis meses. Es decir, no puedes asociarte y tener ya un proceso abierto.

—¿Está la situación peor que nunca en la ciudad?

—Mucho, más que nunca. Desahucios por la falta de pago, gente mayor a la que quieren echar de la vivienda por las rentas antiguas, escasez de pisos en alquiler, las viviendas turísticas. Ahí andamos, peleando.

—¿Qué pasará cuando se jubile?

—Cogerá el testigo mi hijo pequeño, también abogado, Íñigo Balado Urreaga. El que era un bebé cuando empecé en todo esto.

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ANGEL MANSO

«La mejor ley de vivienda es la que protege al propietario y al inquilino»

«El caso de Lourdes salió en toda la prensa. Fue hace unos tres, cuatro años. Conseguimos que la reubicaran en un piso nuevo, muy cerca del suyo, en el que llevaba toda la vida, y con la misma renta indefinida, después de que una promotora comprase todo el bloque. Eso fue maravilloso», hace memoria Verónica Urreaga cuando le preguntamos por uno de esos casos que, como abogada, nunca se olvidan.

—¿Qué es lo que más le preocupa ahora de la situación de la vivienda en alquiler en A Coruña?

—Hay pocos pisos y rentas muy altas. En nuestra comunidad de vecinos hemos decidido en una junta reciente prohibir los pisos turísticos. Somos una torre de 25 alturas con cuatro pisos por planta, imagínate lo que se podría armar si todo el mundo comienza a pasarse al piso vacacional. Teníamos solo uno y ya se notaba el movimiento. Los pisos para turistas hay que regularlos, al igual que hay que reformar la chapuza de la nueva ley de vivienda. Lo único que hace es espantar a los propietarios porque todas las obligaciones que tiene el Estado se las han pasado a los dueños.

—¿Cuál sería para usted la mejor ley de vivienda?

—Una buena ley de vivienda es la que protege al propietario y al inquilino. Lo principal cuando alquilas un piso es cuidarlo y pagar la renta. Eso, y que los alquileres no sean abusivos. Si le das seguridad jurídica al dueño, la posibilidad de recuperar su vivienda si no le pagan, lo animas a alquilar y, cuanta mayor es la oferta, más bajan los precios. Lo que no puede ser es que no se haya construido ni una sola de las viviendas protegidas que prometió el Gobierno. La mayoría de los inquilinos son buenos inquilinos pero, al final, pagan justos por pecadores, por algunos caradura.

sobre verónica.

Apellidos vascos. Verónica nació y vivió en Bilbao hasta los 20 años. Su marido era gallego y marino.

Familia numerosa. Tuvo cinco hijos, tres niñas y dos niños. «Mi segunda hija tuvo parálisis cerebral por un error médico y me murió a los ocho años. Mi hijo Alfonso tenía 11 cuando murió por un accidente».