En las entrañas de la presa de Cecebre

A CORUÑA

Llega al medio siglo en perfecto estado y con capacidad para seguir abasteciendo al área de A Coruña

16 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Una galería atraviesa la presa de Cecebre, la infraestructura que comenzó a construirse hace cincuenta años y que ha garantizado en este tiempo el abastecimiento para A Coruña y comarca. Su imagen externa, en un paraje que es una zona de especial conservación dentro de una reserva de biosfera es una estampa conocida y reconocible, pero sus entrañas lo son menos. Se accede a ellas desde la parte derecha y, tras bajar unas escaleras, un corredor permite recorrer toda la longitud de la presa a la altura de la válvulas inferiores. Este embalse de Abegondo-Cecebre, que cubre una superficie de 363 hectáreas y tiene capacidad para un volumen máximo de 21,6 hectómetros cúbicos de agua, cuenta con tres niveles de salida del caudal, mediante las válvulas del fondo, las intermedias y las compuertas, a 19,5, 26,5 y 31,5 metros de altura sobre el nivel del mar, respectivamente.

Por un corredor en el que prima el gris del hormigón se avanza viendo unas tuberías que salen del suelo y dejan caer agua a una canalización en el piso. Son drenajes que parten de la base de la presa y uno de los controles de auscultación que se realizan a este tipo de infraestructuras para controlar los cimientos. En la parte izquierda hay otro de los controles, un medidor de juntas, que permite conocer los valores de dilatación y si existen desviaciones. En una de las paredes han instalado un péndulo, con un hilo de acero amarrado en la coronación, que ofrece datos del abatimiento que pueda tener la presa.

Para una mayor vigilancia de una presa de una magnitud única para su época también utilizan en el exterior la topografía, que permitiría observar los posibles movimientos de la infraestructura y también analizan los parámetros de meteorología y pluviometría, que les aportan su propia estación meteorológica, que está situada frente al edificio donde controlan digitalmente todos los datos, que se remiten tanto a Emalcsa, la concesionaria, como a la Xunta. La empresa Prointega Ingeniería es la que se ocupa de su mantenimiento y la que revisa, en caso de alerta, cualquier incidencia.

Siguiendo con el recorrido interior, la válvula inferior supone un obstáculo para continuar y hay que salvarla con unas empinadas escaleras, que dan paso a un habitáculo desde donde se realizan las maniobras. Otras escaleras permiten volver a descender y avanzar al otro extremo de la presa, donde una puerta da acceso a la zona verde del exterior y a la construcción donde está la válvula intermedia, que desagua en un lateral, sin pasar por el muro. La presa abre y cierra por necesidades de regulación y consumo, principalmente de lo primero. José Manuel Orejón, director técnico de Emalcsa, y Román Maceiras, jefe del departamento de tratamiento del agua, explican que la norma de explotación estipula cómo tiene que funcionar en cada momento el embalse, tanto en régimen normal, como en sequía o avenida (como denominan cuando el flujo es mayor del habitual). «En esta época nos obligar a tener una cota de 32,20», puntualiza Maceiras, optado por el valor de cota, que es el que manejan a nivel técnico, pero que supone que el embalse está en un 62,3 %.

«En 50 años nunca hubo un momento crítico», remarca Orejón, que como curiosidad explica que lo que consumen anualmente los 400.000 personas a las que da agua Cecebre es un embalse y medio. Desde allí parte el agua para A Coruña, Cambre, Culleredo, Oleiros, Arteixo, Bergondo y Sada. Emalcsa abastece también a Carral, pero directamente del río Barcés. «Hay que destacar la importancia que tiene esta presa para el desarrollo de la actividad económica. Sin ella no hubiera habido todo el crecimiento de población y de industria», apostilla Orejón, que recuerda que se proyectó debido las restricciones de agua que soportaba en verano la ciudad debido a los estiajes de los ríos. «Sigue repitiéndose que hay un período en el que las aportaciones de la cuenca son menores que la demanda», explica y por eso la necesidad de embalsar. «Las presas no crean agua, como mucho, la regulan hasta dónde pueden. Esta presa evitó muchas inundaciones», remarca Maceiras, en lo que parece una respuesta para quien señala a estas infraestructuras como un factor de riesgo.

CESAR QUIAN

José Manuel Orejón, director técnico de Emalcsa: «As Encrobas es una oportunidad»

José Manuel Orejón es el director técnico de Emalcsa y está ligado incluso familiarmente a la presa. El proyecto de replanteo previo a la construcción se redactó en 1972 con la base de los planes de Luciano Yordi, del que destaca como «gran proyectista» de este tipo de infraestructuras, pero estuvo firmado por su padre, José Antonio Orejón, tras el encargo recibido por Jaime Hervada y Fernández España, quien era en aquel momento el alcalde, aunque posteriormente fue desarrollado por su sucesor, José Manuel Liaño Flores.

—¿Cuánta agua se pierde?

—Nosotros estamos entre un 8 o 10?%, que cuando se habla de fugas se tiene en cuenta agua no controlada en general. Puede ser una fuga, subconteo de un contador, que no cuenta bien, o incluso algún fraude.

—¿Se considera mucho?

—La Xunta está marcando como referencia e incluso instando a los ayuntamientos a que no superen el 20 %. Por debajo del 8 o del 10 es muy difícil, las mediciones también tienen fallos en volúmenes tan grandes. Hay municipios que pierden o no tienen controlado el 50 %.

—Tenemos reciente la contaminación por norovirus de Betanzos, ¿están preparados para reaccionar?

—-Los riesgos los hay, pero no somos competentes en la cuenca hidrográfica, sería Augas de Galicia. Nosotros tendríamos que mitigar lo que nos llega a la planta. Seríamos afectados. Respecto a la calidad hacemos por encima de lo que nos tocaría, tenemos parámetros de calidad de agua, unas sondas en la presa y fomentamos muchos estudios con la universidad para conocer la calidad del agua del embalse. Aunque no es una nuestra responsabilidad es importante para nosotros. Medimos aquí [Cecebre], en A Telva y también en continuo. Eso nos permite decidir echar el agua a distintos niveles, según cómo funcione el embalse.

—¿Cómo está el proyecto de captación de As Encrobas?

— Realmente As Encrobas ya forma parte de la cuenca. Es un lago que está en el nacimiento del río Barcés. Allí se hizo una explotación minera que se convirtió en un lago. Esa agua, en régimen fluyente, ya llega hasta aquí, pero si queremos hacer la conexión bajaremos el nivel del lago para salvar ese desnivel. Lo de As Encobras es una oportunidad, que hace que no sea necesario otro embalse. En otras épocas se habló de un segundo aguas arriba en el Mero, pero en estos momento no está sobre la mesa. Sacar agua se puede hacer de una manera rápida, con bombas al río, pero lo ideal sería tener una infraestructura fija que permitiese hacer eso, incluso sin tener que esperar al momento de la sequía, que permitiera ir modificando el régimen del agua y hacer una gestión integrada. Es la Xunta la que tiene que decidir, nosotros, como gestores de abastecimiento, estamos interesados en que haya esa agua de reserva, que ya está catalogada como tal y está definido su uso, pero ahora de definir o autorizar la obra tiene que ser la Xunta. Nosotros podemos proponer soluciones, incluso invertir en ellas, pero es la Xunta la que tiene que autorizarla. Allí no tenemos competencia en nada.

—¿Cecebre a cuántas personas podría abastecer realmente más allá de las 400.000 actuales?

—El tope lo marcaría la capacidad de tratamiento, aún tenemos un 40 % de crecimiento. Si no tenemos sequía y teniendo As Encrobas como salvaguarda no veo limitación de capacidad en cuanto a la cuenca.

—¿Afecta el cambio climático a sus cifras?

—Es muy difícil de verlo en las escalas de tiempo que manejamos. Con el plan de sequía se hicieron cálculos en los históricos, pero es teórico.

—¿Han notado ya cuestiones como los microplásticos?

—No hay una normativa muy clara, ni incluso en los métodos de medición, pero estamos empezando a trabajar. Está más desarrollado en agua residual que en agua bruta o tratada, pero estamos empezando a hacer unos estudios y hay algunos proyectos. El mes pasado estuvimos en Madrid con una empresa que está firmando convenios con el Canal de Isabel II para establecer criterios de cómo medir y estandarizar, porque es evidente que aparece en todas partes y hay estudios a nivel científico que recogen que los bebemos y filtramos.

La actualidad de Valencia obliga a formular la pregunta de cómo se enfrentaría la presa de Cecebre a una situación como la dana, pero Orejón admite que si lo que llega a recibir 400 litros por metro cuadrado por segundo «lo único que queda es defenderse».

—¿Sería capaz de soportar un hecho similar?

—Afortunadamente esto no es Valencia. No llueve nunca de esa forma. Esto está creado y dimensionado para las características de esta cuenca. La forma de llover es distinta, hay un histórico con el que se trabajó y está calculado y dimensionado al desagüe para las avenidas de aquí. Se comentó que la alarma de Valencia salió de una presa. Hay cuestiones más complicadas sobre las que no voy a entrar, pero hay un sitio que se llama rambla... La gente se aproxima al río, pero sigue siendo río.

—En la desembocadura el embalse de Cecebre también tienen casas, que ya fueron anegadas.

—Hay que saber qué es río, qué es rambla y qué es barranco y que dice la RAE que es eso que es el cauce. Aquí se hicieron algunas construcciones a partir del 74 y tras las inundaciones del año 2006 se hizo un encauzamiento, por parte del Estado de la Confederación Hidrográfica. Ahora, la capacidad de este cauce aguas abajo es de 70 metros cúbicos por segundo, antes de la canalización con 15 metros cúbicos ya había alguien que se mojaba.