Marta Videla, vecina de A Coruña: «Nuestro perro era uno más en la familia y le dimos la despedida que merecía en un tanatorio»

C. Devesa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Marta con su perro,  Zeus
Marta con su perro,  Zeus

Cuando el pastor alemán de 12 años falleció, optaron por incinerarlo en Galimascota y quedarse con una pulsera con su huella como recuerdo

10 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Todos mis recuerdos son con él, fue el perro de mi vida», dice Marta Videla, natural de Noia y residente en A Coruña. La chica, de 28 años, acaba de despedir a Zeus, un pastor alemán que la acompañó los últimos 12. «Para nosotros era un miembro más de la familia, por eso, cuando falleció no tuvimos ninguna duda. Queríamos darle la despedida que merecía por su lealtad y cariño todos estos años. Por eso, acudimos a Galimascota, el tanatorio de mascotas de Bergondo, para incinerarlo», expone.

El can pereció a causa de una enfermedad que deterioró su salud los últimos meses. «Tenía un tumor en los huesos de la mandíbula. Fue de repente, en verano estaba perfecto. Para tener 12 años era un perro activo y con mucha fuerza y anímicamente seguía siendo ágil. Le notamos un bulto en la boca y fuimos al veterinario a hacerle las pruebas», relata Marta, que dice que una vez fue diagnosticado empeoró rápidamente. «En tres meses cambió totalmente. Pensábamos que íbamos a tener que sacrificarlo, ya que no queríamos que sufriese, pero finalmente murió en casa», expone.

Para ella, que el animal tuviese un final digno era muy importante. «Por eso, valoramos sedarlo. Es una decisión muy dura para nosotros», dice Marta, que iba todos los fines de semana de A Coruña a Noia para ver a su familia y a Zeus. «En mi casa siempre hubo perro, cuando murió nuestro mastín, una conocida de mi hermana tuvo una camada de pastores alemanes. Mis padres decidieron coger uno. Mi hermana cuenta que fue Zeus el que la eligió a ella, porque cuando fue a verlos se le acercó y le empezó a dar besitos», expresa la chica, que recuerda que Zeus «siempre tenía algo en la boca». «Una pelota, una ramita del jardín, cualquier cosa».

Un amigo fiel

Cuando el can falleció, ella no estaba en su casa de Noia. «Mis padres estaban con él. Fue de repente. Escucharon un ruido, de él al caerse al suelo, y de repente ya había perdido la consciencia», relata Marta, que dice que solo unos minutos antes Zeus había ladrado. «Fue muy rápido. La parte positiva con la que nos quedamos es que no sufrió», dice la chica, que añade que para sus progenitores perder al pastor alemán también fue muy duro.

Como el animal ya estaba enfermo, la familia ya conocía las alternativas que había para velarlo. «Tenemos conocidos que nos recomendaron Galimascota porque acudieron cuando fallecieron sus perros y quedaron encantados. Ahora que nosotros hemos ido, lo confirmo. Son muy respetuosos y te facilitan mucho las cosas», dice Marta, que añade: «Cuando les llamamos nos dijeron que podían venir ellos a por Zeus o llevarlo nosotros hasta el tanatorio. Nos ayudaron mucho porque como fue en casa, no sabíamos qué hacer, ya que pensábamos que tendríamos que sedarlo en el veterinario. Al final, lo trasladaron mis padres hasta Galimascota. Nada más llegar, ya nos atendió una chica que salió a recoger al perro. Después, nos dijeron que la incineración podía ser presencial, pero como eramos muchos decidimos que no. Nos dieron un tiempo para despedirnos de Zeus con calma y luego nos trajeron un catálogo para seleccionar la urna para sus cenizas y también elegir un recuerdo de él», dice Marta.

La familia optó por una urna biodegradable «para enterrarlo en nuestro jardín». «También nos quedamos con una pulsera personalizada con su huella, la graban digitalmente y nos pareció un detalle muy bonito», dice la chica, que destaca que había muchas opciones de detalles. «Hay gente a la que le sorprende que por un perro vayas a un tanatorio, pero nosotros no concebíamos otro final para Zeus».